Bebé no planificado romance Capítulo 15

—¿De verdad quieres saberlo? -Anastasia sonrió con frialdad-. Entonces, te lo diré: la persona que mi mamá salvó en aquel entonces, en realidad, era Elias.

Helen se quedó impactada y abrumada por el horror, preguntándose si era verdad lo que le decía, pensando: «¡No es posible! ¡Es una gran coincidencia! Si fuera verdad, Anastasia podría hacer que los Palomares se lo compensaran, aunque no fuera consciente de lo que pasó aquella noche».

-Por lo tanto, te advierto que no me hagas enfadar; de lo contrario, tendré que ser la que termine como la señorita de la familia Palomares -le advirtió Anastasia.

Helen se estremeció del horror en ese momento, apretando los puños mientras el miedo consumía su mente racional.

—Anastasia, entonces, siento lo que pasó. ¿Podrías perdonarme? —le suplicó.

—¿Quieres mi perdón? —Anastasia le roció las gotas de agua que tenía en sus manos haciendo un gesto con los dedos-, ¡Sigue soñando!

Aunque Helen se cubrió del chapoteo con la mano, su cara terminó empapándose de todos modos. Con la mirada posada en Anastasia mientras se iba, se llenó de furia y rencor. Aunque el aspecto de esta era atractivo para muchos hombres en la exposición, a Helen le recordó su buen aspecto popular durante la infancia. «¡Anastasia, jamás permitiré que te cases con Elias! ¡Él es mío y solo mío!», pensó Helen, apretando los puños.

Cuando Anastasia volvió a la mesa, ella aventó su cabello detrás de su oreja de manera sensual; luego, alzó la mirada una vez más para ver los ojos del hombre cuando la luz de las velas brilló en ellos, haciéndolos parecer obsidianas oscuras. Por otro lado, le pareció a Elias que la mujer era como una perla que brillaba en la oscuridad, ya que su belleza y elegancia llamó la atención de todo hombre que posaba la mirada en ella. Sin embargo, Anastasia no tenía ni idea de que era una de las más bellas de la alta sociedad.

Un rato después, Helen regresó también del baño, fingiendo verse simpática mientras se dirigía a su asiento junto a Elias. A diferencia de su actitud desvergonzada y altiva hace poco, ahora parecía una mujer inocente que necesitaba un hombre que la protegiera, lo cual disgustó tanto a Anastasia que le quitó el apetito. Por lo tanto, se sirvió un vaso de agua para mantener la calma.

-Señorita Torres, este es el filete de ternera con trufa que acaban de servir. ¿Le gustaría probarlo? —donas tomó su vaso de agua.

—Gracias —contestó, sonriente y agradecida.

Capítulo 15 1

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