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El joven y exitoso CEO Lucien Black, permaneció estoico frente a la mujer que se había convertido en su obsesión por años, sí, por unos breves segundos dejó ver qué lo había sacudido el reencuentro con su ex esposa, pero solo fueron unos fugases breves segundos, después se incorporó a la reunión y fingió que estaba atento a los reportes, cómo todo un empresario de primer nivel profesional
El Ceo, de reojo volteaba a mirar a la hermosa Angelina, el que otros de los importantes empresarios que se encontraban ahí la miraran tan insistentemente le molestaba, ¿acaso él estaba pintado para que lo brincaran? toda la junta estuvo pensando en su es mujer, Agradeció muy a sus adentros que no le preguntarán nada sobre los reportes por qué no hubiese sabido que decir
Toda su atención la tenía esos hermoso ojos azules y esos carnosos labios rosados que alguna vez fueron suyos pero que nunca apreció
— Bueno, es todo por esta vez, muchos de nosotros nos seguiremos viendo muy seguido para ir de la mano con los reportes mensuales de nuestras inversiones y sociedades que tenemos en común, la junta ha terminado — Cómo la empresa de la familia de Angelina, era la anfitriona, a ella le correspondió cerrar
— Cada uno de los hombres recogió sus documentos importantes y los guardó en sus portafolios, Angelina, desde luego que también lo hizo, guardó sus cosas más cuándo estaba a punto de salir, Lucien Black, cerró las puertas y se quedó parado frente a Angelina, la joven CEO, reaccionó retrocediendo dos pasos
—¿Qué.... que te ocurre Lucien? — Angelina, no pudo evitar tartamudear al ver la osada acción de su ex esposo, verlo llegar a la reunión tan atractivo y frío cómo lo recordaba, casi le provoca un infarto fulminante, si no fuera por qué estaban en el piso quince, habría saltado por la ventana, cuando se iba a imaginar que se lo encontraría en su propia empresa y a solo un día de haber regresado a los Estados Unidos, los dioses debían odiarla mucho para hacerla pasar por ésto
— ¿Qué, que me ocurre? ¿dímelo tú, Angelina? ¡apenas firmaste el divorcio te fuiste del país a no sé dónde carajos sin siquiera despedirte o dejar una dirección o cuenta de banco para enviarte el finiquito de nuestro matrimonio! ¿acaso creés que yo, Lucien Black, necesita quedarse con el dinero de su ex esposa?
Lucien, de sus hermosos ojos verde oscuro, casi desprendía chispas, lo del finiquito del matrimonio era solo un pretexto para reclamarle a Angelina, que se fuera sin dejar rastro, por qué él la había buscado hasta el cansancio, una que vez que la encontrara, planeaba utilizar eso del dinero que le debía para acercarse a ella, pero nunca la encontró y nunca pudo echar a andar su plan
— No necesito ese dinero, si te estorba tanto dónalo a alguna beneficencia o causa noble de tu preferencia, tal vez así te sientas mejor, señor Black
Para Lucien, escuchar a Angelina, llamarlo tan fríamente le provocaba una molestia en su pecho, en el pasado ella lo llamaba Lucien, o cariño, pero ahora Angy, estaba marcando su límite
— ¡Si lo necesitas o no, no es asunto mío, te lo daré a ti de todas formas, si después decides donarlo, tirarlo o hacer lo que se te venga en gana con él, no tengo inconveniente, pero primero mi deuda como hombre debe ser saldada!
— Ya dije que no lo necesito, tampoco lo quiero, tengo un trabajo ahora y la paga es buena así que si no tiene nada más que decir señor Black, me retiro, todavía tengo otras reuniones a las cuáles asistir — Angelina, caminó con sus tacones altos hacía la salida, parecía que la presencia de su ex esposo le era totalmente indiferente
— Ella de ha ido, Lucien, según entendí tenía más reuniones a las cuáles asistir, al parecer ahora es una CEO muy ocupada
— ¿La dejaste ir así de fácil?
— ¿Qué es lo que debía hacer? ¿atarla para que no se fuera? ¿encadenarla?
— ¡Siii! debiste detenerla para que no se fugara así nada más, ella todavía no me dijo ¿a dónde se fue? ¿con quién se fue? ¿ni lo que estuvo haciendo todo este tiempo? ¡carajo!
— Te quedaste a solas con ella en la sala de juntas, ¿por qué no le preguntaste todo lo que querías saber? ¿acaso estás mudo? no me digas que ella te...
— Si, la muy desaparecida no quiso decirme nada, ella me mandó al diablo, me dijo que lo que se trate de ella no es de mi incumbencia, ¡¿puedes creer las agallas que tiene?!
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