Casado dela noche a la mañana romance Capítulo 419

Finnick no pudo evitar imaginarse a Vivian siendo violada por los hombres después de escuchar lo que dijo. Era como si su mujer estuviera pidiendo ayuda junto a sus oídos:

—¡Ayúdame, Finnick! ¡Ayúdame!

—¡Ya basta! —Le espetó y la interrumpió. La herida que acababa de dejar de sangrar se abrió de nuevo debido a que apretó los puños con tanta fuerza. El pañuelo blanquecino se manchó de rojo, y su visión era espeluznante.

—Lo siento, Finnick. No te lo digo a propósito. Es que siento que todo es demasiado triste. No he podido evitar sentirme mal ahora que pienso en el aspecto que tenía cuando estaba en el almacén. —Mientras hablaba, Evelyn comenzó a llorar de nuevo—. ¿Cómo pueden hacer algo tan cruel con ella?

Sin embargo, de lo que no se dio cuenta fue de que su llanto había molestado a Finnick. Respiró unas cuantas veces y trató de calmarse antes de decirle:

—Deberías volver primero. Quiero estar a solas con Vivian por ahora.

No pudo encontrar una excusa para quedarse después de escuchar lo que dijo, así que no tuvo más remedio que levantarse e irse.

—Evelyn. —La llamó de repente.

—¿Qué pasa? —Evelyn se giró sorprendida y se anticipó a lo que iba a decir.

—Gracias a ti y a Benedict por salvar a Vivian.

La decepción apareció en su rostro, pero respondió:

—No hace falta que nos des las gracias. Vivian también es una buena amiga nuestra.

Aunque no estaba seguro de que Vivian pudiera oírle mientras estaba en coma, siguió hablándole. Le habló de lo mucho que sentía y de lo mucho que le quería. Incluso habló de su futuro juntos. Pasara lo que pasara, él estaría a su lado mientras vivieran su vida juntos. Mientras tanto, Evelyn no salió del hospital. Había encontrado un rincón apartado de una escalera y estaba haciendo una llamada a alguien. Al cabo de un rato, apareció el médico que debía revisar a Vivian.

—Lo has hecho bien. Te enviaré el dinero sobrante a tu cuenta más tarde.

—Gracias, señora Morrison —dijo el médico con una sonrisa apaciguadora en el rostro. Era obvio que era un lameculos, y no tenía el aspecto de alguien que salvara vidas en absoluto—. ¿Hay algo más en lo que necesite mi ayuda?

—Continúa con este acto con ese hombre en los próximos días. No tienes que hacerlo demasiado obvio, solo lo suficiente para hacerle creer que su esposa fue en verdad violada —susurró Evelyn.

—Entendido. No se preocupe, Sra. Morrison. Pero sobre mi recompensa... —El doctor tenía una mirada de villano ante la mención del dinero.

—No me olvidaré de pagarte. Mientras esté satisfecha con los resultados, completaré la transacción —respondió con desdén.

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