«Mientras no pregunte y su mujer no se lo diga, todo saldrá bien. También recibiré con éxito mi recompensa en efectivo por ello», pensó el médico. Finnick asintió y agradeció al doctor:
—Entiendo. Gracias.
—No hay problema. Mientras tanto, cuida bien de tu mujer. Cuando esté libre, puedes sacarla a pasear para levantarle el ánimo. Tampoco es malo que se olvide de ello. Después de todo, recordarlo podría atormentarla.
—Es cierto.
Finnick volvió a dar las gracias al doctor antes de salir de la consulta. Al verlo salir del despacho, el médico se golpeó el pecho y dejó escapar un suspiro de alivio. «Tiene un aura tan fuerte. No importa cuántas veces lo mire, todavía me intimida su mirada. Por suerte, parece que todavía cree en el engaño, ya que está fuera de sí y preocupado por su mujer», se calmó.
Después de que se fueran, Noah seguía sintiéndose incómodo por las palabras del médico. Preocupado, le preguntó a Finnick:
—Señor Norton, ¿el estado de la señora Norton es normal? Si no, ¿deberíamos buscar a otro médico para que la revise? Si algo va mal...
—No hay necesidad —lo detuvo Finnick. No quería que otro médico la examinara por ese asunto de nuevo. Por un lado, temía que pudiera provocarla. Por otro lado, no quería que la gente cotilleara sobre el tema.
—No vuelvas a sacar el tema. Fingiremos que nada de eso ocurrió —ordenó Finnick.
—De acuerdo —acató Noah. Como hombre, entendía un poco cómo pensaba su jefe. Finnick recordó lo que le había dicho cuando salió de la sala y preguntó:
—¿Qué decías antes sobre la junta directiva?
—El consejo de administración está en la sala de reuniones y está armando un gran alboroto. Quieren que te reúnas con ellos y les des una explicación —le explicó su asistente personal. Finnick ya lo veía venir. Después de un incidente tan grande, el consejo de administración no se dejaría llevar por cualquier cosa que le dijeran. Por lo tanto, se apresuró a la oficina con Noah. Una vez que entraron en el edificio, pudo sentir el aura tensa que flotaba en el aire.
Todos en la oficina parecían sorprendidos y no eran tan profesionales como antes. Formaban grupos y cotilleaban. En especial luego su llegada, en lugar de dispersarse, empezaron a cuchichear más entre ellos. Frunciendo el ceño, Finnick se volvió hacia Noah en busca de una respuesta:
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Casado dela noche a la mañana