—¿Qué pasa? ¿Tienes algo que decirme? —comentó Finnick, al notar la mirada ardiente de Vivian. Tras pensarlo un poco, ella decidió no revelar su suposición. En cambio, se lo diría una vez que confirmara la verdad y tuviera pruebas.
—No. Estaba pensando en la suerte que tuve de que Benedict me salvara a tiempo. Si no, no estaría entera —se inventó una excusa. Esta vez, Finnick estaba confundido por su elección de palabras y preguntó:
—¿Suerte?
—Por supuesto. ¿No fue una suerte? —preguntó Vivian. No entendía la confusión de Finnick—. Por suerte, Benedict apareció a tiempo para salvarme. De lo contrario...
Hizo una pausa. Al pensar en el incidente del almacén, se echó a llorar de nuevo. Bajó la cabeza y sus lágrimas cayeron sobre la manta. Apretando los dientes, respiró hondo antes de murmurar:
—Si no, esa gente habría triunfado.
Eso hizo que Finnick se sintiera más desconcertado. «¿Quería decir que esos hombres no la habían tocado? Qué raro. Evelyn me dijo que vio a Vivian siendo violada por ellos. El médico también hizo una prueba y confirmó que fue abusada. ¿Qué está pasando? ¿No recuerda nada?», analizó. Aunque muchas preguntas llenaban su cabeza, no quiso interrogarla más. Mirando a la figura que lloraba delante de él, no quería alterarla. Intentó alejar sus pensamientos. Usando su pulgar para limpiar las lágrimas de su cara mientras decía:
—No llores más. No pensemos en lo que ha pasado. Deberías descansar bien…
Vivian asintió en silencio, cerrando los ojos y conteniendo las lágrimas. Con cautela, la ayudó a acostarse y le secó las lágrimas con un pañuelo.
—Duerme un poco. Cuando te despiertes, todo estará bien.
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