El corredor del club se encontraba completamente vacío; habían echado a todos los clientes. En un rincón oscuro, Rosa Sangrienta, con un vestido rojo, se inclinaba a noventa grados hacia el piso. Llevaba manteniendo esa posición desde hacía cinco minutos. Los nervios que sentía la hicieron sonrojarse tanto que sus mejillas tomaron el mismo color de su vestido, mientras gotas de sudor caían por su frente.
¡Plaf! ¡Plaf! El sudor que caía por su cuerpo reflejaba como se sentía por dentro: tensa y ansiosa en extremo. Si esta escena fuera presenciada por la gente de la ciudad de Jiang, todas las mandíbulas caerían directo hacia el suelo. ¿Quién hubiera pensado que, en ese momento, la reina del club Golden Age, estaría haciéndole una reverencia al sofá en frente de ella? Y el hecho de que no se moviera de su postura por cinco minutos enteros.
-¿Eres la joven de hace diez años?
Justo cuando la ansiedad de Rosa Sangrienta estaba llegando al límite de estallar, le habló una voz indiferente desde ese sofá opaco. Era la voz de Lin Fan.
Se sentó medio recostado sobre el sofá, mirando a Rosa Sangrienta, quien estaba parada en frente de él como en las tinieblas.
Al oír estas palabras, la delicada figura de Rosa Sangrienta comenzó a temblar. Después, inclinó su cabeza aún más y respondió respetuosamente:
-¡Sí! Fui salvada por el jefe diez años atrás. -Mientras hablaba, frunció el ceño un poco, mientras sonreía—. Es solo que no esperaba que usted fuera el rey de la Prisión Sangrienta.
¡La Prisión Sangrienta! Tal vez, algunos pocos en la ciudad de Jiang hubieran conocido este título. No obstante, este nombre haría temblar hasta los más grandes magnates del inframundo.
Cada vez que la Prisión Sangrienta se ponía en movimiento, esparcían desperdicios por donde fueran. La Prisión Sangrienta ponía la mira en enemigos que eran como ciervos listos para ser asesinados. En la década pasada, habían arrasado contra cientos de fuerzas sin importar su tamaño. Y el rey de esta Prisión Sangrienta era, particularmente, un dictador misterioso, terrorífico y poderoso.
Tuvo completa autoridad sobre el inframundo global durante diez años. Nadie ha visto a su persona a excepción de los altos funcionarios de la Prisión Sangrienta, debido a que los enemigos que pusieron sus ojos sobre él estaban todos muertos. Y, Rosa Sangrienta sabía que el rey de la Prisión Sangrienta era ahora el nuevo jefe de Global Group.
El mismo que estaba sentado frente a sus ojos... ¡Lin Fan!
-Rey de la Prisión Sangrienta ¿eh? -murmuró mientras la sonreía con diversión.
«Hacía tres años que no escuchaba ese nombre» Lin Fan miro fijamente a Rosa Sangrienta antes de hablar sin emoción alguna:
—No deseo que ningún desconocido sepan mi identidad. ¿Entendió?
Esas palabras enviaron un escalofrío a la espina de Rosa Sangrienta, que asentía apresurada.
-Entiendo. ¡No se preocupe, mi rey!
Al ver su respuesta, Lin Fan asintió con satisfacción.
—¡Nos vemos!
-¡Lin Fan! -Una voz nítida llamaba su nombre, y fue sorprendido con la visión de Bai Yi y los demás saliendo al corredor desde el salón privado.
En ese instante, Lin Fan se inclinó hacia Rosa Sangrienta. Ella entendió lo que debía hacer y, lentamente, se alejó hacia las sombras y se fue.
«Mmm» Mientras Bai Yi se acercaba a Lin Fan, pudo ver la figura vestida de rojo que se alejaba de su visión periférica. Su primer pensamiento fue que la figura era de Rosa Sangrienta. ¿Acababa de verla arrodillándose ante Lin Fan? ¿Cómo podía ser?
«¡No, debía haber visto mal!» Bai Yi sacudió su cabeza, deshaciéndose de esta ridicula idea. Después, camino hacia Lin Fan y le preguntó muy preocupada:
-Lin Fan, dime la verdad. ¿De dónde rayos salió esa tarjeta? -Mientras hablaba, movía la tarjeta del rey en su mano.
Al oír esto, Lin Fan entendió de inmediato la razón de su venida. Sin embargo, antes de poder darle una explicación, Wen Quin, parada a un lado, apareció y dijo:
-Lin Fan, ¡más te vale decir la verdad! ¿Cómo conseguiste esta tarjeta extraordinaria? ¿La robaste? Te lo advierto, si la robaste, ¡habrás causado una catástrofe! No solo tu vida estará en peligro, sino que habrás acabado y arruinado a Bai y toda su familia también.
Los ojos de Wen Qin, clavados en Lin Fan, mostraban repulsión y desprecio.
¿Robada? Al oír esa palabra, un frío destello relució en sus ojos. No quería perder tiempo explicándole a esa gente.
Perezoso, apoyó su espalda sobre el sofá y mientras observaba a Wen Quing de manera indiferente, murmuró: ~¿Y qué si la robé?
¿Qué? Al segundo que soltó esas palabras, todos empalidecieron. ¿Así que realmente era robada?
—Esto... —Bai Yi sintió como si estuviera por desmayarse.
Esta era la tarjeta de calavera del emperador, la tarjeta de más alto nivel del club Golden Age. La identidad del propietario de semejante tarjeta tenía un poder más allá de la imaginación de cualquiera.
Robar este tipo de tarjeta significaba que Lin Fan había generado una catástrofe mayor. Ahí fue cuando, empezó a caer un sudor frío por la frente de Bai Yi. Su persona se veía demasiado asustada.
¡Y detrás de ella! Era como si todos sus antiguos compañeros respiraran agitados y furiosos, como si tuvieran hormigas en los pantalones.
—¡Cómo pudiste hacer algo así, Lin Fan! Aunque no seas más que basura, ¡no hay excusa para robar!
—Sí. Y, aunque hubieras robado ¿Por qué tuviste que robar justamente esta tarjeta? ¿Quieres que te maten?
—¡Maldición! ¡Es nuestro fin! Cuando el dueño de la tarjeta se entere, estaremos acabados.
Contrario a la ansiedad y malestar en las caras de todos, Wen Qian respiró de alivio. Lo que más temía era que esa tarjeta perteneciera a esa basura de Lin Fan. Después de todo, no había forma de que digiriera la idea de que ese bueno para nada, al había molestado y tratado con repugnancia todo este tiempo, tuviera un historial interesante.
¡¡¡Qué!!! Al oír esto, todos se dieron vuelta. Ahí pudieron divisar a un grupo de gente acercándose, con Lin Guangyao abriéndose camino. Era un gran e intimidante grupo de casi doce hombres corpulentos, encabezados por los dos rufianes de la ciudad de Jiang: Xu Ziheng y Zhang lian.
¡Bum! ¡Es hombre muerto! ¡Lin Fan estaba perdido!
Ninguno de ellos pudo evitar mantenerse alejado de él por miedo a ser arrastrado por sus problemas. Mientras Lin Guangyao clavaba la mirada en Lin Fan, regodeándose con una sonrisa despiadada.
-Joven amo, ¡éste es el tipo! Es el que chocó su coche; el que se sigue pavoneando por eso. Está buscando que lo maten. ¡Rápido! ¡Agárrenlo, rómpanle los brazos y las piernas y déjenlo hecho un tullido! -Mientras Lin Guangyao hablaba, su entusiasmo crecía más y más.
Y no era el único. Wen Qian estaba tan feliz como él. No esperaba que los dos rufianes de la ciudad de Jiang llegaran tan rápido, y dado sus abrumadoras, auras parecía que no podían esperar para hacerlo pedazos.
El sonido de pasos arrastrándose, fue como una sentencia de la sombría muerte acercándose. Los corazones se
agitaron inquietos y Bai Vi dejó de llorar.
Su bello rostro, blanco como una hoja. Nunca pensó que el monitor fuera tan despiadado y los hubiera engañado de esa forma.
-Lin Fan, vete ahora. -Se apresuró a decir-. ¡Apresúrate! —Bai Vi estaba bañada en sudor frío e intento levantarse y escapar con Lin Fan.
Sin embargo, Lin Fan no se movió. Al contrario, le dio una palmada suave en la mano y le dijo con una sonrisa:
-No se preocupen, ¡aquí me tienen!
¡¡¡Qué!!! Bai Vi estaba estupefacta. Vio que no había ni un poco de miedo o ansiedad en su rostro. En vez de eso, rebozada con arrogancia y confianza, como si tuviera al mundo en la palma de la mano.
Esa expresión de alguna forma logró calmar su malestar; era como si ese hombre fuera su universo, brindándole todo lo que necesitara. Incluso en esa instancia, Bai Vi no podía creer que estuviera calmada.
«¡Olvídalo! ¡Él es mi esposo! ¡Ya que el no planea moverse, yo estaré a su lado sin importar lo que pase!» Una vez que ese pensamiento cruzó por su mente, su corazón se relajó y lentamente volvió a sentarse junto a Lin Fan, esperando la tormenta que se les venía encima.
Y después, Lin Guangyao había llegado con Xu Ziheng y su horda de gente. Al ver que Lin Fan seguía sentando en el sofá como un vago, Lin Guangyao comenzó a sentir que su sangre hervía de furia. Entonces, le dijo a Xu Ziheng:
-¡Joven amo! Tan solo mire como se sienta. ¡Mutílenlo, así deja de comportarse tan desastrosamente! Palabras crueles.
En ese momento, Lin Guangyao moría por escuchar a Lin Fan gritando de dolor. Mientras, Wen Qian no pudo contener una sonrisa al imaginarse la visión del patético Lin Fan siendo mutilado. Sin embargo, lo que pasó después hizo que las sonrisas de Lin Guangyao y Wen Qian se congelaran estrepitosamente.
¡Pum! ¡Pum! Ambos, Xue Ziheng y Zhang Tian cayeron sobre sus rodillas frente a Lin Fan.
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