CEO dominante romance Capítulo 11

¡Pum! Cuando escucharon el golpe de los dos jóvenes a caer sobre sus rodillas, casi se les salen los ojos a todos los presentes. ¡Se arrodillaron! ¡Los dos rufianes infames, Xu Ziheng y Zhang lian, estaban arrodillándose ante los pies de Lin Pan!

Esto... Nadie podía creerlo, particularmente Lin Guangyao. El deleite y su horrenda sonrisa se esfumaron. Miro a Xue Ziheng incrédulamente y se apresuró a preguntar:

-Joven amo... ¿Qué está haciendo? ¿por qué se está arrodillando ante este bueno para nada? Por favor, póngase de pie de prisa. ¿No estamos todos aquí para arruinar a este estúpido por haber chocado su automóvil? -La voz de Lin Guangyao sonaba llena de pánico y horror.

Por alguna razón, en ese mismo momento, la ansiedad y el temor lo gobernaron por completo, como si hubiera cometido la peor equivocación de su vida. Y no solo él sentía esto. Todos alrededor se habían alborotado al ver esta escena de los dos jóvenes haciéndole reverencia a

Lin Pan.

Wen Qian estaba atónita y no comprendía lo que estaba viendo. Se acercó apurada a Xu Ziheng y Zhang lian, que estaban en el suelo.

—Jóvenes amos, ¿qué están haciendo? Este tipo es un inútil de porquería que se casó con la familia Bai; alguien como él no es merecedor de su reverencia. -Wen Qian era incapaz de aceptar lo que estaba presenciando.

Sin embargo, mientras intentaba ayudar a Xu Ziheng a ponerse de pie, se le escaparon estas palabras. ¡Zas! Una bofetada resonó en todo el corredor. El golpe fue tan duro que se tambaleó y casi cae al suelo con la marca roja de una palma tatuada en el rostro. Se sintió atemorizada y consternada. Nunca hubiera imaginado que Xu Zuheng le podría dar semejante bofetada al querer ayudarlo.

—Joven amo, usted... —dijo Wen Qian mientras observaba sorprendida a Xu Ziheng.

No obstante. Él la miró como si quisiera devorarla viva y le gritó:

-¡Maldita sea, cállate la boca! ¡Una porquería como tú no es digna de hablar del señor Lin!

¡¡¡Qué!!! ¿El señor Lin? Nunca, ni en sus sueños más descabellados podrían haber imaginado todos los presentes que el joven amo Xu estuviera defendiendo a Lin Fan.

Y esto solo era el principio de todos los eventos impactantes que le sucederían. Después de regañar a Wen Qian, Xu Ziheng y Zhang lian continuaron haciéndole reverencias a Lin Fan como un par de perros abandonados rogándole.

-Se... señor Lin, yo, Xu Ziheng fui imprudente y lo ofendí. ¡Por favor, como la persona magnánima que es, perdóneme!

—Señor Lin, yo, Zhang lian, sé que estuve mal. Por favor, se lo ruego, no permita que mi padre me mate. ¡No... no quiero morir! —El miedo en sus ojos era tan claro como el agua. Parecía que ambos se arrodillaban ante un demonio, no una persona.

Cuando las palabras resonaron en el corredor, la gente se alborotó aún más. El terror y la incredulidad se delinearon en sus rostros.

-¿Qué está sucediendo? ¿no fue Lin Fan el que chocó al coche de los jóvenes amos? ¿Por qué son ellos los que le están pidiendo disculpas?

—¡Maldición! ¿Qué está queriendo decir Zhang lian cuando le pide interceder para que su padre no lo asesine? ¿Puede ser que Lin Fan conozca a el señor Zhang?

-¿Qué fue lo que Lin Fan hizo? ¿Cómo se las arregló para que los dos jóvenes amos le teman tanto?

El corredor estalló en una discusión frenética en donde todos intentaban adivinar que estaba sucediendo allí. Cada palabra que decían llegaba a los oídos de Bai Vi, quien temblaba y sentía como un escalofrío le bajaba por la espalda, dejándola aturdida.

«¿Estoy soñando?» Bai Vi estaba atónita.

Justo hacía unos segundos, había pensado que Lin Fan y ella estaban perdidos. Nunca hubiera esperado que ocurriera algo semejante. No pudo evitar darse vuelta para observar a Lin Fan mientras sus palabras le hacían eco: «No te preocupes, me tienes aquí.» ¿Podría ser que desde un principio supiera la intención de esa visita? ¿Pero cómo lo había sabido?

¡Silencio! En ese momento, las voces comenzaron a desaparecer y todos miraron a Lin Fan como si fuera un fantasma.

—¿Están seguros de que saben lo que hicieron? —preguntó Lin Fan con los ojos resplandeciendo descaro y frialdad. Cuando bajo la mirada hacia Xu Zheng y Zhang lian, sintieron como si un depredador los estuviera observando, provocándoles piel de gallina.

-¡No...Nosotros estuvimos mal!

—¡Le rogamos que nos perdone, señor Lin!

Ambos agacharon todavía más sus cabezas, al punto en que casi estaban acostados sobre el suelo. Ahí fue cuando Lin Fan asintió y les dijo:

-Recuerden que no habrá próxima vez.

Habían escuchado que el club Golden Age, junto con otras grandes compañías, incluyendo a Tianlong Group, habían forjado una alianza para producir una extraña tarjeta de calavera. Como dueño de esta, uno estaba exento de pagar en cualquier negocio perteneciente al Golden Age, Tianlong y otras compañías. Esa persona también sería tratada como si fuese un emperador.

Sin embargo, hasta donde sabían, solo existía una tarjeta como esa en el mundo, y estaba en las manos de su enigmático jefe nuevo. Además, habían oído de boca de sus padres que este super jefe podía deshacerse de los magnates con un solo dedo.

—¿Señor... señor Lin, usted robó esa tarjeta? —preguntó Xu Ziheng con voz temerosa mientras tragaba saliva.

Zhang Tian, que estaba al lado suyo, tenía tanta ansiedad que casi no podía respirar. Sin embargo, Lin Fan asintió con la cabeza suavemente, como si no pudiera importarle menos y dijo:

-Tengo a la tarjeta conmigo.

¡Bum! ¡Xu Ziheng y Zhang Tian casi se orinan encima!

¡Maldición! Estaban seguros de que, sin importar el historial que tuviera el señor Un, debido a que había robado la tarjeta de calavera del super jefe, una vez que esa persona decidiera tomar el asunto en sus manos, no solo Lin Fan estaba perdido, el resto de ellos serían arrastrados al infierno con él.

Los dos rufianes comenzaron a sudar grandes gotas que chorreaban por sus frentes. Al ver esto, Lin Guangyao percibió que era su oportunidad y para incitarlos se apresuró a decir:

-¡Joven amo Xu, será mejor arrestarlo ahora y entregarlo al club Golden Age; explicando las circunstancias! De esa forma, recibiremos la gratitud del club y de la joven ama Rosa Sangrienta.

—¡Definitivamente, vale la pena! Sacrificar a un hombre común y corriente casado con la familia de su mujer a cambio de la gratitud del Golden Age.

Al ver la vacilación de los dos jóvenes, el corazón de Lin Guangyao se agrandó de emoción. Sin embargo, en ese preciso momento se escuchó una voz tan profunda como la campana de una catedral.

-¿Eso piensan?

Lo siguiente que vieron fueron hordas de hombres en trajes apareciendo en el corredor por desde todas las direcciones.

¡Diez personas! ¡Treinta personas! ¡Cincuenta personas! En un abrir y cerrar de ojos, el lugar se convirtió en un mar de trajes negros. En particular, en frente del grupo estaba un hombre alto, era el subordinado de Rosa Sangrienta, su mano derecha: Tigre Negro. Más conocido como el amo Hu.

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