–El día de hoy, estamos aquí reunidos para atestiguar la unión de estas dos almas, Nicholas Joseph Lowel y Alyssa Katherina McCann.
Nick y yo estamos tomados de las manos, nuestras miradas clavadas en el otro e inmersos en nuestra pequeña burbuja de felicidad que ya nadie podría romper.
De repente veo que los labios de Nick comienzan a moverse, recitando sus votos.
–Yo no creí que volvería a amar tan fácil después de...—no necesitó decirlo, su mirada me lo dijo todo—, pero luego simplemente te apareciste en mi vida y me obligaste a amarte, amar cada una de tus manías, tus gestos, tu manera de hablar...amo cada pequeña cosa que te conforma y te hace ser justamente la persona que eres. Me diste los dos regalos más maravillosos de todo el mundo y justo por eso...prometo amarte y respetarte. Estar a tu lado en las buenas, en las malas y las peores. Prometo tomar tu mano—dice apretando su agarre sobre mi palma— y no soltarla hasta que la propia muerte me obligue a hacerlo. No puedo estar más agradecido de tener a tan maravillosa mujer a mi lado.
Me sonríe abiertamente, yo paso mis dedos por mi mejilla para limpiar rápidamente una lágrima que se me había escapado.
Y ahora era mi turno, trago grueso y comienzo a recitar mis votos.
–Nick, yo...eres un hombre tan maravilloso que, al principio me costaba creer que estuvieras realmente enamorado de mi ¿sabes? Pero luego comenzaste a demostrarlo en vez de solo decirlo y me hiciste creer otra vez. Gracias a ti volví a creer en el amor y en que todavía hay personas buenas en este mundo y que no pude toparme con alguien mejor. Sin ti yo...no sé dónde estaría justo ahora y me alegra compartir el resto de mis días contigo.
Él acaricia mis rostro con las yemas de sus dedos, provocando en mi una sensación de bienestar y paz.
El juez extiende hacia nosotros un papel junto con una pluma y ambos firmamos con nuestros nombres.
–Y ahora, los declaró marido y mujer...Nicholas, puedes besar a tu esposa.
Sentencia el juez, quien no tuvo que decirle dos veces a Nick que me besara. Mi ahora esposo asiente con entusiasmo, me rodea por la cintura con sus fuertes brazos mientras yo me sujeto de su cuello con los míos y ambos nos miramos unos segundos.
–Te amo.
Dice finalmente antes de comenzar a besarme dulcemente en los labios. Cuando mis pies tocan el piso, una risa traviesa aparece en mi rostro y sin más, lo digo.
–Yo te amo también...Joseph.
Él rueda los ojos y me mira con cara de no saber qué hacer conmigo. Había descubierto su segundo nombre hace unos meses, buscando documentos que serían necesarios para la boda. Y el que yo lo descubriera no le gusto para nada, ya que me pasaba molestándolo.
–Oh no, ¿acaso ha puesto los ojos en blanco, señor Lowel? Eso amerita un castigo severo.
–En la noche de bodas tendremos que arreglar ese asunto, preciosa.
Dice cerca de mi oído, erizando ligeramente la piel desnuda de mi cuello. Él me toma de la cintura, y nos gira para dar la cara a nuestros invitados, quienes ya han comenzado a aglomerarse frente a nosotros para felicitarnos. Nuestros familiares son los primeros en la fila, seguidos por nuestros amigos más cercanos.
Mi sonrisa se ensancha cuando logro ver el lindo y perfilado rostro de Madison. Ella se había ido a trabajar a Nueva York y no había confirmado que vendría, así que prácticamente comencé a dar saltitos en cuanto la vi correr hacia mi para abrazarla.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: (COMPLETO) My F*ucking Hot Boss