AMÉRICA
—Bryce —susurro cuando soy consciente de su presencia.
Estoy algo ebria como para darme cuenta de que estoy encima de una mesa en ropa interior, y no sentirme con vergüenza. Luego de que Alene me insistiera en ir a la estúpida despedida de soltera, a su estilo, corrí a todo el mundo, quería estar sola, beber la miseria que me causó el cometer el error de meter mis documentos reales.
Es decir, no es Alene quien está casada con él, sino, yo, América, me he casado con el hombre de mi hermana, de quien no siento nada. Aun así, eso no es lo peor que me pudiera pasar, sino, el hecho de tener que soportar un par de semanas esto.
Todo estaba pagado, así que le dije a la organizadora que se fuera a la m****a y me dejara sola, lo hizo al ver mi estado de enfado, tomé un par de tragos, puse música a alto volumen y no sé cómo m****a, pero terminé encima de esta mesa. Y ahora Bryce Henderson está parado frente a mí, observando cada uno de mis movimientos como un depredador a su presa.
—¿Qué haces? —se afloja la corbata.
Suelto un suspiro lleno de exasperación.
—Se supone que en las despedidas de solteros no debe estar la persona con la que te casas —resoplo—. ¿No tendrías que estar follando a alguna puta o algo por el estilo?
Ni siquiera me detengo cuando sé que acabo de hablar de un modo en el que Alene jamás haría.
—Ese lenguaje —sentencia Bryce.
Blanqueo los ojos.
—No seas remilgado, por Dios, no te queda, a leguas se ve que eres de esos hombres que follan sucio y…
En menos de dos segundos, lo tengo rodeando mi cintura y atrayéndome a su cuerpo, mis pechos se aplastan y agarro su saco con rabia.
—¿Te gustaría que te folle duro y sucio? —me susurra al oído—. ¿Quieres que te haga venir hasta que dejes cremosa mi polla?
Muerde el lóbulo de mi oreja, haciendo que una descarga de electricidad recorra mi cuerpo, de pies a cabeza. Trago grueso al levantarme sin dificultad, mis estúpidas piernas reaccionan sin mi permiso y rodeo su torso mientras me lleva a uno de los sofás, sus manos agarran mis nalgas con fuerza y me excito de sobremanera.
«Esto está mal, pero se siente demasiado bien»
Me digo a mí misma, él se coloca en medio de mis piernas aplastando mi cuerpo, nuestras miradas se cruzan y siento que todo me da vueltas, pero me quedo hipnotizada por el magnetismo que hay en su mirada oscura y salvaje.
Estoy ebria, pero no tanto como para saber que hay un límite que no pienso cruzar, y eso es el follar, uno, porque Alene me mataría, y dos, porque… soy virgen. Sí, me contradigo yo misma, no obstante, estoy cabreada con mi hermana en estos momentos, por meterme en problemas que yo no pedí.
—No voy a dejar que me folles —dejo claro.
—Y yo no voy a permitir que me dejes sin placer.
Sus manos se deslizan por mi pecho hasta encontrar el pequeño broche en medio que los libera, mis tetas saltan a su vista y enseguida mis pezones duros parecen dos clavos sólidos. Su mirada brilla con lujuria.
—Son más grandes de lo que recordaba —dice para luego capturar un pezón con su boca.
De mi boca sale un sonido gutural brota de mi garganta al succionar con fuerza y morder.
—Te sientes bien —susurra con voz gélida.
—Mmmm.
Pasa su atención hacia mi otro pezón, haciendo lo mismo, se da un festín y yo tengo la osadía de enredar los dedos de mi mano entre las hebras rubias de su cabello. Solo basta eso para que moje completo mis bragas, la cremosidad es algo que siento derramarse por los bordes de mis pliegues, sintiendo la tela pegajosa en segundos.
—Sabes demasiado bien —comienza a besar mi cuello—. Debería mandar a la m****a tus exigencias y follarte duro, profundo, ¿crees poder aguantar mi tamaño esta vez?
Me muerdo la lengua, ¿Alene nunca ha… ? Me remuevo inquieta.
—Tu cuerpo reacciona ante mis palabras sucias, eh —ladea una sonrisa de media luna—. Interesante.
Empuja las caderas haciendo que sienta lo duro que está ahí abajo. Este hombre no quiere darse por vencido y necesito que borre de su puta cabeza la idea donde su polla es la protagonista que va a irrumpir mi coño virgen, por lo que hago una nueva estrategia.
—No —suelto cuando intenta bajarme las bragas.
Gruñe y me mira mal.
—¿Qué?
Me muerdo el labio inferior.
—Quiero hacerte una mamada —las palabras se deslizan de mis labios como río sin freno.
No tengo problema alguno en pedir o decir lo que tengo ganas de hacer, o que me den, pero a juzgar por la cara oscura y penetrante de Bryce, imagino que Alene nunca le ha chupado la polla. Lo que me hace soltar una intensa carcajada.
—No me veas así, era broma —maldigo por dentro.
En mi vida solo le he hecho una a dos chicos, ambos idiotas que me gustaban en el pasado, digamos que mi vida en preparatoria no fue exactamente una mojigatez.
—Mala idea —pasa sus dedos por mis labios—. Porque ahora quiero follarte esta sucia boca que de la nada ha resurgido.
Mi sonrisa se marcha y trago grueso.
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