Dilema entre el Odio y el Amor romance Capítulo 175

Parecía que apenas se había quedado dormida, o quizás había pasado un buen rato cuando de repente sintió que alguien se sentó a su lado y extendió la mano para levantar su ropa.

Estefanía siempre había tenido un sentido de alerta muy alto, y en cuanto su mente procesó lo que estaba ocurriendo, inmediatamente se quitó la mascarilla de los ojos.

Estaba oscuro en la cabina, las cortinas estaban cerradas y las luces apagadas. En la penumbra, Carlos estaba sentado al pie de su camita mirándola fijamente.

¿No se había ido en un vuelo privado con Fabiola?

Estefanía pensó que aún estaba medio dormida y estaba teniendo una pesadilla.

Se pellizcó suavemente y le dolió mucho.

"¿Te duele la espalda?". Carlos la miró y habló primero, le preguntó en voz baja.

Su mano estaba en la parte baja de su espalda, probablemente había visto su vieja herida cuando levantó su ropa.

"Estoy mejor". Estefanía apartó su mano y respondió en voz baja.

Intentó tocar el timbre para llamar a la azafata.

Sin embargo, después de tocar el timbre y esperar varios minutos, ninguna azafata apareció.

"Nadie se atreve a venir sin mi permiso". Le dijo Carlos con una mirada impasible.

Estefanía miró a su alrededor y se dio cuenta de que en toda la clase ejecutiva, aparte de ella y Carlos, no había nadie más.

¿Había reservado toda la cabina?

No pudo evitar fruncir el ceño y le preguntó en voz baja: "¿Crees que esto es divertido?".

Carlos no dijo nada, revisó el bolso de Estefanía que estaba a un lado.

En el momento en que encontró la pomada, su mirada cayó sobre la caja de anillos que estaba en el mismo compartimento.

Carlos agarró la muñeca de Estefanía que cubría su herida y, con facilidad, empujó su mano por encima de su cabeza y se inclinó un poco hacia ella.

"Le disparé como una advertencia, no hay dos sin tres, y esta fue la segunda vez". Respondió con calma y fijando su mirada en las marcas de contusión que aún no se habían desvanecido completamente en su espalda.

Lo dijo con un tono tan sereno que parecía como si sólo estuviera diciendo qué había desayunado esa mañana.

Si él hubiera ido en serio, Javier ya estaría muerto y Estefanía sólo podría llorar en su funeral.

Estefanía respiró hondo y preguntó con los dientes apretados: "El acuerdo lo firmé yo, ¿qué derecho tienes de lastimar a alguien más que no sea yo?".

"¿Realmente leíste el acuerdo?". Carlos no pudo evitar soltar una carcajada.

Para evitar tocar la herida quirúrgica de su espalda, Estefanía no llevaba sujetador con broches, sino que usaba sujetador adhesivo, dejó su espalda lisa totalmente expuesta ante él.

Sus dedos recorrieron su columna vertebral suavemente y se detuvieron en los lugares morados.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Dilema entre el Odio y el Amor