"¡Suéltame!". Estefanía ya no podía soportar el dolor, se esforzó por liberarse de su agarre.
Sin embargo, Carlos la levantó con una mano por la cintura y la apretó con fuerza contra el pasamanos del ascensor.
El pasamanos estaba justo a la altura de la cintura de Carlos, Estefanía quedó medio sentada en él y presionada directamente en el medio.
"¡¿Carlos, puedes ser un poco razonable?!". Estefanía sintió un vuelco en el corazón y no pudo evitar replicar.
Si Estefanía hubiera contestado la llamada, ¡Carlos no la habría acorralado allí!
Cuando descubrió que el abuelo Mendoza había decidido lanzar globos aerostáticos para anunciarlo por toda la ciudad, ya era demasiado tarde, y lo primero que hizo después de enterarse fue llamarla y buscarla.
Estaba tan desesperado que se estaba volviendo loco, temía que ella lo malinterpretara, ¡pero a ella no le importó y estaba deambulando sin preocupaciones por la compañía de José!
Estefanía sólo sintió que la temperatura de su cuerpo era asombrosamente alta y luchó desesperadamente por liberarse de su presión.
Carlos apretó su cintura con una mano y la dejó sin espacio para luchar.
Agarró una de sus delgadas piernas con una mano.
Estefanía realmente sintió miedo, ya había visto cómo se enfureció Carlos la última vez.
"¡Carlos, no hagas esto!". Un destello de miedo pasó por sus ojos y no pudo evitar pedir clemencia.
"¡No necesito que me enseñes cómo tengo que actuar!". Él apretó los dientes y respondió con fiereza.
"No... no quiero...". Bajo la humillación y la ira, ella no pudo contener las lágrimas que empezaron a caer y le rogó amargamente.
¿Qué había hecho mal para que él la castigara de esa manera? ¡Ser obediente no estaba bien, ser desobediente tampoco, seguir su voluntad era incorrecto también!
Carlos notó el sabor salado en su boca y se dio cuenta de que Estefanía estaba llorando.
Luego, presionó el botón para abrir las puertas del ascensor y salió en silencio.
Margarita aún estaba en el estacionamiento y en el auto tenía su ropa de repuesto.
Carlos la observó en silencio, y después de un momento, empezó a seguirla.
Estefanía sintió que una chaqueta se posó sobre sus hombros, pero no se resistió, sólo continuó caminando hacia el lugar donde Margarita le había dicho que estaba el auto.
No había caminado mucho cuando Carlos, de repente, la levantó por detrás, la llevó hasta su auto que estaba cerca y la metió en el asiento trasero.
"Escucha bien, no importa qué, ¡no me casaré con Fabiola!". Dijo claramente palabra por palabra mientras la dejaba allí.
Estefanía ya no tenía fuerzas para luchar contra él y tampoco quería discutir, se sentía agotada física y mentalmente.
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