Carlos alzó la mirada, la observó un momento y preguntó en voz baja: "¿Ya despertaste?".
Estefanía estaba atontada y debilitada, se sentó en la silla y lo miró sin decir nada.
Carlos se agachó frente a ella, le quitó los zapatos y los lanzó a un lado, luego siguió desabrochándole los botones de la ropa sin ninguna prisa.
"¿Todavía eres humano?". Estefanía no pudo evitar fruncir el ceño.
"¿Cómo no voy a serlo?". Carlos sonrió y le respondió: "¿No fuiste tú quien dijo que quería dormir? Te traje al hotel, ¿qué tiene eso de malo?".
"...".
Después de que Estefanía superó sus problemas de autismo, siempre fue muy elocuente frente a los demás, nunca perdía una discusión, pero ante la lengua venenosa de Carlos, se sentía un poco inferior.
Principalmente porque no era tan cara dura como él ni pensaba tan rápido.
Estefanía se había subido a su auto principalmente para decirle que no firmaría esos documentos, no para involucrarse en algo más.
Si esa noche dormía con Carlos, sería un milagro si mañana siguera viva para ir al rodaje.
No pudo evitar suspirar: "¿Me puedes dejar en paz?".
"¿Tú qué crees?". Carlos levantó levemente la comisura de sus ojos y respondió con indiferencia.
Estefanía se detuvo un momento, y luego de fruncir los labios, continuó: "Me llegó la regla".
"Una mujer tiene su periodo una vez al mes, ¿crees que no lo sé?". Carlos replicó.
La última vez que Estefanía tuvo su periodo fue el veinticinco, y ese día era veinte.
Cuando era niña, él la castigaba dándole nalgadas, y ahora que era mayor, ¡todavía la golpeaba!
Por muy grande que fuera Estefanía, para Carlos siempre era como la pequeña niña torpe e impulsiva que lo seguía a todas partes y necesitaba que le limpiara sus desastres. Durante sus episodios de autismo, sólo quería estar con él y lo adoraba como si fuera su cielo.
Por eso, incluso ahora que había crecido, no le permitía cambiar en lo más mínimo, no podía soportar verla mirar a otros hombres.
Carlos se levantó y la cargó en brazos.
"¡Suéltame!". La resistencia de Estefanía se volvió inesperadamente feroz, sintió que su dignidad había sido insultada una vez más.
Estefanía se calmó.
Carlos la llevó al cuarto contiguo que tenía una piscina termal y la arrojó dentro.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Dilema entre el Odio y el Amor