Dilema entre el Odio y el Amor romance Capítulo 217

Estefanía cayó al agua, nadó rápidamente hacia una esquina y se alejó de él lo más que pudo.

Carlos la miró desde arriba y comenzó a quitarse la ropa. Fue entonces cuando Estefanía se arrepintió. Si hubiera sido más suave y le hubiera hecho caso, tal vez él la hubiera dejado en paz.

Ella sabía muy bien que Carlos era de los que se derretían con la dulzura y se endurecían ante la firmeza.

Se quitó la ropa hasta quedar sólo con una prenda íntima y empezó a bajar al agua paso a paso mientras Estefanía ya estaba tan nerviosa que no sabía dónde fijar la mirada.

"Ven aquí", le dijo él en voz baja.

Estefanía pensó un momento y decidió volver a su lado bajando la mirada: "Estoy realmente cansada".

Carlos sólo había estado jugueteando con ella antes.

Tomó una toalla grande de al lado, la envolvió en sus hombros y la atrajo hacia sí haciendo que se sentara en sus piernas.

Estefanía se quedó quieta sin resistirse con la carita enrojecida por el vapor del agua caliente, se quedó sentada en su regazo sin atreverse a moverse.

Carlos tocó con suavidad el lugar de una herida antigua de Estefanía a través de la toalla dibujando círculos con su dedo.

La herida de la que le habían quitado los puntos ya había cicatrizado, había una pequeña marca de aproximadamente un centímetro que él pudo sentir a través de la toalla. Había planeado traerla a las aguas termales desde hacía días para ayudar en su recuperación.

"Estefanía", la llamó en voz baja y suspiró.

"¿Qué voy a hacer contigo?".

Si ella no tuviera un carácter tan fuerte, si hubiera sido más dócil, no habrían llegado a esa situación.

Cuando ella dejó a Joaquín y no se preocupó por él, Carlos pensó que todos esos años habían sido en vano y que había malcriado a una desagradecida. No sólo había ayudado a su madre a traicionarlo, sino que también había abandonado cruelmente a su hijo.

No había mujer más despiadada que Estefanía en este mundo.

Estefanía se apoyó en el hombro de Carlos sin mirarlo.

Carlos la miró fijamente sin decir ni una palabra.

"Cada vez que ese músculo se tensa y duele, no puedo evitar recordar a nuestro hijo".

"Carlos, no entiendes cuánto duele, cuánta desesperación hay en eso". Continuó sonriendo y le habló con un tono que pretendía ser despreocupado.

Era el cansancio físico y emocional que había soportado innumerables veces en los últimos tres años. Ya hasta se había vuelto un poco insensible.

Estefanía no quería hablar de eso, pero ya que Carlos había sacado el tema y no había nadie más alrededor, pensó que era hora de que entendiera la razón.

También quería saber si él, que tanto amaba a Joaquín, había sentido aunque sea una vez dolor por la pérdida de su hijo Sebastián.

Carlos la miró en silencio un largo rato antes de preguntarle en voz baja: "¿Te duele cada vez que tienes tu período?".

Estefanía suspiró y no respondió.

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