Todo el cuerpo de Estefanía se tensó un poco.
¿Eso significaba que Carlos la había llevado a ella sola?
No era que Carlos nunca la hubiera llevado a comer sola, Martín y Sofía no siempre estaban en casa, y de vez en cuando él la invitaba a salir a comer.
Pero era la primera vez que la llevaba a pasar la noche juntos y solos.
Estefanía ya no era una niña, se sintió nerviosa, ansiosa y con una especie de expectativa que ni ella misma podía explicar.
Carlos ya había avisado en casa, y cuando se giró y vio que Estefanía lo estaba mirando, se detuvo, se acercó a ella y dijo: "Si ya despertaste, baja".
"Bueno...". Estefanía asintió obediente.
Estefanía bajó del auto envuelta en una manta y con la mochila al hombro, se dio cuenta de que estaban al pie de una montaña.
El letrero que estaba al lado decía Cumbres del Éter.
No era de extrañar que ya estuviera oscuro, Cumbres del Éter era un famoso sitio turístico de primera categoría, estaba a más de cien kilómetros de Esperanza Nueva.
Cuando Estefanía bajó del auto, el frío la hizo encogerse involuntariamente.
Un hombre se acercó a recibirlos y al ver a Carlos, gritó: "¡Carlos!".
Al acercarse y ver la pequeña figura detrás de Carlos, se quedó sorprendido y luego reconoció a Estefanía, no pudo evitar reírse y dijo: "Si viniste a jugar, ¿por qué trajiste un estorbo?".
"¿Crees que lo que vamos a hacer es para niños? No es apto para menores".
Estefanía reconoció a Fausto y frunció el labio sin decir nada.
Estefanía era miedosa y no se atrevía a entrar sola a una habitación desconocida. Al ver que Carlos tomó la llave y entró primero, ella suspiró aliviada por dentro.
La habitación ya estaba calentada de antemano y era acogedora.
Estefanía entró, dejó la manta y se dio cuenta de que la ropa seguía mojada, no se había secado en absoluto.
Dudó un momento, no sabía qué hacer al día siguiente, pero de repente Carlos le pasó una bata de baño y dijo: "Ponte esto por ahora, la ropa limpia llegará en un rato".
Estefanía se giró para tomarla y estaba a punto de entrar al baño cuando vio que Carlos la estaba mirando de una manera un poco extraña.
Estefanía estaba confundida y bajó la vista hacia ella misma.
Su ropa mojada estaba pegada al cuerpo, sólo llevaba una camiseta sobre su uniforme escolar fino de primavera-otoño, cuya parte superior era blanca y, al estar mojada, incluso se podía ver el color de la ropa interior.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Dilema entre el Odio y el Amor