La sala de descanso del fondo estaba vacía, y como faltaba un rato para comer, el asistente del director y los demás aún no habían llegado, así que Estefanía se sentó sola, escuchando las risas y alborotos de afuera, se acomodó en el sofá y empezó a jugar en su celular.
"¿Estefanía?" Apenas había jugado un poco cuando, de repente, alguien la llamó desde la puerta.
Estefanía levantó la vista hacia la persona.
"¿Todavía te duele la cara?" Jairo señaló su rostro y le preguntó en voz baja.
"Gracias por preocuparte, no, ya no duele tanto," respondió Estefanía con educación.
Luego, Jairo entró y sacó una botellita de medicina de su bolsillo y la puso al lado de Estefanía: "El director me pidió que te diera esto, no te había visto por ningún lado".
Estefanía miró la mano que le extendía la pequeña botella de medicina; era tan fácil tocar su mano por accidente pero tenía que mantener su distancia con Jairo.
Ella sonrió, "Déjalo en la mesa porfa, gracias, ahora mismo no puedo soltar el celular".
La verdad es que Jairo quería hablar con Estefanía sobre lo que había pasado aquel día.
Aunque la había visto bajar de un auto lujoso, y a pesar de que ella hoy había evitado cualquier situación comprometedora durante la actuación, él pensaba que Estefanía no era una de esas mujeres de las que hablaban, la veía como alguien que se respetaba a sí misma.
Estefanía y Jairo se miraron un momento, y al ver que él no tenía intención de irse, ella cambió de tema rápidamente: "Ah, por cierto, creo que Celeste te estaba buscando para algo, deberías irla a ver".
"Bueno," Jairo dudó unos segundos, pero finalmente dejó la medicina y se fue.
Estefanía miró su espalda y suspiró aliviada en silencio.
Cuando volvió la vista de nuevo, vio a Carlos apoyado casualmente en la puerta del baño, mirándola sin ninguna expresión.
Estefanía se estremeció y su corazón casi salta de su pecho.
¡Juraba que no había oído ni un ruido del baño! ¡Había comprobado que no había nadie antes de entrar!
Miró a la gente afuera y pensó por un momento, luego cerró el juego, guardó su celular y se levantó para acercarse a la puerta.
Estaba loco por haberla dejado salir del país, por haberla dejado perder a su hijo, por haberla dejado conocer a Javier, por haberla dejado estudiar actuación.
Estefanía temblaba de frío, sin poder controlarse, y de forma instintiva intentó patear hacia la cintura de Carlos.
Antes de que pudiera tocarlo, él sujetó su delgada pierna.
Con un ligero esfuerzo, el traje tradicional que todavía llevaba Estefanía se rasgó en un ruido sordo.
Estefanía no podía creer que Carlos pudiera ser tan atrevido en un lugar así.
En pánico, levantó las manos para cubrir su pecho, pero antes de que pudiera hacerlo, Carlos la atrajo hacia él.
Estefanía, sentada en el estante, quedó a la misma altura que Carlos, y en el instante en que sus cuerpos chocaron, su rostro se volvió pálido.
Él estaba excitado, ella lo podía sentir.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: Dilema entre el Odio y el Amor