DOS HERMANAS, UN ALFA romance Capítulo 102

CAPITULO 16

Aquella confesión fue un fuerte ventarrón que solo le hizo confirmar a Aurora lo que temia

La manada hace un eco profundo, las reacciones son diversas, pero todos los ojos se dirigen a Bella y Oscar que parecen haberse congelado en el tiempo.

— Dime qué es mentira... Por favor dímelo — suplica ella mientras siente que su pecho late con tanta velocidad que su respiración se entre corta.

— Por favor déjame explicarte, se que te falle pero yo te amo a ti — Óscar toma las manos de su esposa.

El rostro de Bella que hace unos segundos era de completa felicidad se desvanece pálido y frío.

La loba le da una fuerte cachetada

—¡Te odio! No te quiero volver a ver en mi vida, esto se terminó — Bella lanza el anillo en la cara de Óscar, aquel símbolo de amor que un día demostraba ese lazo infinito.

Bella se acerca a Camila que la mira con prepotencia, con altanería y una sonrisa burlona.

— Como Omega siempre debí estar debajo de ti, pero te gané, te quite a tu príncipe y demostré que soy más loba que tu — Camila siempre quiso decirle eso, ser superior.

— No eres mejor que yo, hoy delante de todos demostraste lo baja que llegaste a ser — Bella la mira de arriba a abajo, le demuestra con elegancia y educación que ella está lejos de superarla como sus palabras hirientes insinúan.

Camila se queda de una pieza, no sabe que responder en medio de la presión de los demás y se va corriendo.

Bella camina con la cabeza en alto, pero al entrar a la mansión se desvanece y acelera el paso hasta llegar a su habitación.

Oscar quiere ir tras ella, necesita explicarle lo que sucedió, Romeo se lanza en contra de el y empieza a golpearlo en el suelo.

—¡Maldito! Como pudiste hacerle esto a mi hija — en los golpes de Romeo se expresa su frustración, la rabia que lo carcome vivo al darse cuenta del daño que le han ocasionado a su pequeña hija.

Lucius y Darío deben intervenir para separarlos, pues Romeo estaba dispuesto a matarlo con sus propias manos.

Aurora se acerca y toma las mejillas de Romeo, es la única manera en la que su animal interior puede calmarse, sus colmillos esconderse.

— Por favor, ve y vigila a mi hija, estoy preocupada por Bella — Aurora le pide a Laura que suba a la habitación de su hija y Bianca decide despedir a los invitados y llevar a los cachorros a su habitación para que no escuchen el terrible escándalo que los pequeños no deberían presenciar.

— Señor, todos estos golpes me los merezco, pero yo necesito hablar con Bella, ella debe escuchar mi versión — Óscar se arrodilla delante de Romeo y le pide piedad, merece este castigo, merece las palabras fuertes y los insultos, pero necesita hablar con su esposa.

—¡Aléjate de mi hija! La escuchaste muy bien, ella no quiere volver a verte en su vida — Romeo no va a permitir que el se acerque a ella, que le haga el mismo daño y le cause más dolor.

Lucius que siempre había sido amigo de Oscar y que lo quería como un hermano, le pide con la voz gruesa y con la mirada fulmimante que se vaya

— ¡Te destierro de todos mis territorio, no serás bienvenido nunca en Luna Azul!— Lucíus siente el dolor de su hermana como propio.

— Yo me voy pero déjame hablar con Bella, necesito que ella escuche mis explicaciones, es lo mínimo que se merece nuestro amor.

Romeo toma el arma del cintillo de Darío, y le apunta a Óscar mientras lo ve con una mirada asesina que nunca conocieron antes ni su esposa ni su hijo.

— Por favor vete — pide Aurora en un tono más conciliador, lo único que quiere es que Óscar los deje tranquilos.

— Reina Aurora, dígale que la amo, y que yo necesito explicarle lo que pasó.

Oscar malherido decide caminar por el bosque, sus pasos son lentos mientras siente que su costilla está rota.

Llora, no por el dolor físico, si no el emocional, sabía que podía perder lo más importante de su vida y sus ganas de estar con una loba joven lo cegaron, como se lo advirtió Lucius, se dejó consumir de una llama efímera de pasión.

Camila se acerca a el, lo abraza

— Ya no me importa que no me puedas ofrecer nada, me di cuenta que te amo y quiero estar contigo — La loba siente que ahora ella es lo único que le queda a Óscar.

—¡No te me acerques! Nunca te voy a perdonar lo que hiciste, tanto como yo mismo no me perdono, Te odio Camila y no quiero saber nada de ti.

Oscar se aleja pero Camila insiste en ir con el, este le da un empujón que la hace caer al suelo

—¡Te odio!— exclama el lobo gruñendo.

Lucius imagina que Bianca sufríra de esta manera, ella no merece derramar estás lágrimas como tampoco su hermana lo merece.

El sale corriendo hasta el jardín, decide fumar, un hábito que adquirió hace poco por el estrés de la situación, la ansiedad de imaginar lo que va a perder y lo que ha pasado en su vida.

Las palabras de su madre fueron ese puñal que no esperaba.

— Tenemos que hablar — Se acerca Miranda mientras cruza los brazos.

— Déjame en paz, créeme que hoy no es un buen día para aguantarme tus estupideces.

— En verdad, necesito que hablemos — Miranda deja su tono irónico, quiere hacerle creer que está situación es en verdad grave.

Lucius la lleva al estudio.

—¿Que quieres? No tengo mucho tiempo, mi deber es estar con mi hermana en esta situación — Lucius habla gruñendo entre los dientes.

— Espero que te des cuenta, que si no decimos la verdad le vamos a ocasionar un dolor igual o más grande a Bianca.

—¿Que verdad? — Lucius levanta un poco el tono de voz — Entre nosotros no hay nada.

— Lo hubo, Bianca es mi hermanita, y no quiero que viva engañada, quiero que me des el lugar que merezco porque me quitaste la virtud, y eso incluye contar lo que pasó — Miranda coloca las manos en la mesa con rabia y enojo, mira fijamente a Lucius de manera retadora.

— ¡No vas a decir nada! Esto fue un error y no, sencillamente no diré nada — Lucius la enfrenta, no va a permitir más sus chantajes y juego en su contra.

—¡ Estoy embarazada de ti!— exclama Miranda mientras abre los ojos sabiendo que tiene el sartén en el fuego

En ese momento se abre la puerta, Bianca entra a la oficina de su esposo y encuentra a Miranda y Lucius discutiendo.

—¿Que está pasando aquí?— pregunta sorprendida al verlos alterados a los dos.

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