DOS HERMANAS, UN ALFA romance Capítulo 15

CAPITULO 14

Aurora solo estaba concentrada en el agua fría, le ayudaba a pensar, a tranquilizar las emociones de su pecho.

Pensaba en el, en Romeo, en las exploraciones que hacían el uno del otro, nunca imagino que ella pudiera emanar esa sensualidad que hoy el despertaba en ella como rocío en desierto.

Siempre pensó que hacer el amor era un acto pecaminoso, hasta un poco asqueroso, que debería ser con fines solo de concebir, nada más.

Pero lo que sentía con Romeo, era tan mágico, hermoso que le hacía sentir distinta, una hembra deseada, y amada.

Sus caricias eran suaves, pero recias, sus besos parecían querer beber todo el tiempo él elixir de su piel, le gustaba y eso era lo único que le importaba.

Ella se sento en una de las rocas, Romeo le había enseñado a descubrirse, a tocarse y sentir por ella misma el climax del deseo.

Se empezó a tocar sus pechos, su cuerpo que estaba mojado y suave por el agua de la cascada, mientras lentamente metía sus dedos en su feminidad, acaricia su punto y su boca suelta gemidos suaves mientras ella se acuesta sobre la roca y disfruta las sensaciones de su piel.

Victor observa aquella escena, nunca había visto algo tan delicado y sobretodo erótico, relame sus labios, la belleza oculta de Aurora es como un tesoro que nunca descubrió pero hoy alumbra dorado delante de sus ojos.

No puede evitar que su mano también vaya a su masculinidad y empiece a autoconsolar el deseo que siente por ella.

Aurora es tan perfecta que no la vio detrás de la ilusión que sentía por Florencia y que se rompe delante de sus ojos como un rompecabezas.

Gruñe y se derrama sintiendo un gran orgasmo, mucho mejor que los que su esposa le provoca.

Aurora también llega al climax, está agitada y sonríe pero escucha aquel gruñido y se viste con rapidez, al saber que estaba siendo espiada.

Victor se queda en la roca, se estrega los ojos intentando sacarse de su mente la mejor imagen de su vida, jamás imagino que la mojigata de su amiga, tuviera un deseo inmenso y una belleza especial.

Quizás su visión hacia ella cambio desde que Inés le confesó que Aurora lo amaba desde hace mucho, pero su imagen se tatuó en su cabeza desde hoy.

Aurora llega algo apresurada a Casa, no le va a decir a Romeo lo que sucedió pues no quiere dañar las festividades.

El fin de semana es largo, En la noche tienen una cena con Víctor y Florencia, algo discreto de bienvenida y para hablar un poco.

Está cena es estresante, ella sabe la tensión que aún existe entre Florencia y Romeo, tiene miedo de salir de su sueño de lo que está viviendo.

Quiere resaltar, no solo en este evento, si no que al día siguiente tendrán la fiesta en medio de la manada y no saben cómo los recibirán, hasta hace un par de semanas ellos eran los enemigos.

Y por último la cena con los más importantes de la manada para firmar el tratado de paz, pero su padre es parte de ese grupo y sabe que no la quiere ver.

Romeo está celoso pero quiere disimular siente que no gana nada celando a Aurora, que no hay manera que Victor la vea, cuando la tuvo cerca y nunca observó la flor de loto en medio de lodo.

Aurora revisaba la ropa, no tenía nada para descartar en la noche, sus vestidos de fina tela se quedaron en casa, y en la manada de Luna Azul, no se acostumbra al lujo, a este tipo de elegancias, Y de excesos que si tenían los Alba de luna.

— Yo sé que esto lo haces por tu manada, y también por mi — Ella lo abrazó, quería que al llegar a la casa de su hermana los dos pudieran demostrar lo que estaba naciendo.

Romeo la beso, tomó de la cintura a Aurora mientras se besaban y la subió encima del buro de madera.

Los besos eran intensos, el abrío las piernas de Aurora y corrió su pantaleta, empezó a estimularla con sus dedos y ella rápidamente entro en calor.

Ella cerró los ojos, y bajo un poco su vestido para dejar sus senos al aire, mientras el dejaba un rastro de saliva desde el cuello hasta los senos dónde jugó con ellos.

— Siii... Siii — dice ella mientras entierra las uñas en la espalda de Romeo, El se derrama en su pantalón, cada vez Aurora es mas suelta, más libre y pasional, solo ver su rostro enrojecido lo hace llegar al climax mientras sonríen.

—¿Cuando me pediras que te haga mia?— susurro en el oído de Aurora mientras besaba su hombro y la dejaba recomponer su respiración.

— Pronto... Muy pronto — Aurora ama tener este control, pero a la vez sabe que quiere alargar este juego, pues independiente de lo que suceda quiere disfrutar ella.

Romeo sonrie, le gusta que lo domine con tanta sutileza, que sea más suave que Florencia pero lo tenga como su títere.

El se acerca a una caja que le entrega pues en medio del espectáculo que fue traer a Isabela hasta este lugar, la furiosa Aurora se fue al carruaje y no le dejo hablar.

Al llegar a la mesa, Florencia empieza a gritar a la servidumbre que parece no tener nada bajo control, las empleadas esperan sus indicaciones pero Florencia nunca supo organizar un evento social, todo lo hacía su hermana.

— Encárgate, no quiero que me hagas pasar vergüenza — gruñe Victor.

Florencia se levanta enojada para ir a la cocina y es Aurora quien decide ir tras ella.

—¡¿Que no entienden estúpidas?!— grita Florencia enojada a las empleadas.

— Usted nos ordenó tres tipos de platillos para la entrada, algunos eran nuevos y no supimos prepararlos, están quemados, y otros crudos — Ellas eran Omegas nuevas, esperaban indicaciones de la ama de casa

— Siéntate con tu esposo y yo me encargo — Aurora le pidió esto a Florencia que con una sonrisa regreso al comedor.

—¿Dónde está mi esposa?— cuestiono de inmediato Romeo

— Como soy nueva en mis labores, me está ayudando a dar unas indicaciones, Aurora creció en la cocina — sonríe Florencia que mueve su pie para llegar a la entrepierna de Romeo.

Victor se levanta enojado para ver qué sucede y se excusa con Romeo, son los primeros invitados que tienen desde que son esposos, el mismo traerá el vino.

Al llegar a la cocina lo que hace unos segundos era un caos, marcha en perfecta coreografía como reloj suizo.

Aurora le dió tareas a cada loba, les explicó que labores y ella misma se colocó un delantal para ayudarles a terminar rápido.

Al ver a Victor saco de la caba de vinos uno que iría bien con al comida que preparaban.

— Lamento esto, Florencia es un desastre — Victor sonríe.

— No te preocupes, ya todo marcha y en 15 minutos estará la primera entrada, Palmitos que tanto te gustan — sonríe Aurora.

Víctor le quita de la mano el cuchillo que ella tiene, lo coloca sobre la mesa y la mira a los ojos — Tu debiste ser mi esposa —.

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