CAPITULO 27
Las Omegas saldrían a obedecer a su líder pero Florencia se los prohibió
— Déjenme a solas con el, si al terminar desea hacerlo, yo misma se los pediré —.
Victor intenta colocarse la Ropa pero Romeo lo dejó muy malherido, siente rabia que su manada lo vio perder y esto ya es una cuestión de honor.
— No me vas a impedir que vaya a Luna azul y le parta la cara como el lo hizo conmigo en mis terrenos — Victor habla un poco agitado, Romeo le fracturó algunas costillas
— Romeo defendió a la estúpida de Aurora que para mí pesadilla es su esposa, tu la golpeaste y el perdió el control — Florencia le recuerda lo que parece quiere olvidar de la discusión pero que ella no va a olvidar tan fácilmente.
— Fue un accidente, tu no debiste dejarlo ir, pero piensas más con tu calentura que con la cabeza — Victor se acerca a Florencia pero está de un empujó suave lo lanza a la cama y este grita de dolor, esto solo le demuestra que está muy débil y frágil.
— Romeo es una bestia y tú estás casi muerto, además quieres traer a Aurora ¿Con que motivo? Ella es la reina de esa manada y punto — Florencia le hace entender en medio de su sarcasmo que Aurora es de Romeo y que por más que Victor intente separarlos las leyes de la diosa Luna lo prohíben.
—¿Que hago? Es claro que nos odiamos, y yo a quien quiero es a tu hermana, y a pesar de eso tengo que seguir atado a ti por el bebé que esperas, pero no significa que la deje al lado de esa bestia — Victor sabía que después de enterarse del embarazo de Florencia que había Sido anunciado por ella ante todos no podía dejarla.
Nadie en la manada le perdonaría que dejara a quien tenía en su vientre al futuro Alfa habían reglas y leyes, todas favorecían a Florencia.
Pero después de la humillación de Romeo, de aquella pelea perdida quería tener a Aurora en la manada, lejos de el y quizás volverá su compañera privada.
Sabía que Aurora era una dama y no aceptaría ser su amante oficial, pero en medio de la desesperación de los celos era lo único que se le ocurría para tenerla cerca y cuidarla
— Ayer te diste cuenta de la debilidad de Romeo, los celos que tiene hacia ti por el amor que decía mi hermana en el pasado tenerte — Florencia sabía que ese era el punto de quiebre de Romeo, nunca supo controlar sus emociones por eso su relación fue intensa y llena de deseo, porque el era un lobo que desbordaba pasión.
—¿Que quieres decir?— Victor frunció el ceño, quería escuchar lo que la víbora de su esposa tenía para decirle, eso que le podía cambiar el horizonte a su cabeza confundida.
— Si le metes una duda en la cabeza, Romeo mismo se encargará de acabar con las ilusiones de Aurora, te puedo asegurar que ella misma llegará aquí a pedir asilo, un lobo que protege a quien ama hasta la muerte, la hiere al sentirse decepcionado — Florencia le dió la mano a Víctor, este era el inicio de un nuevo trato.
Aurora despierta desnuda al lado de Romeo, tiene su cabeza sobre su pecho, y puede sentir como el acaricia su cabeza y le da tiernos besos.
Ella sonríe y le besa.
Está es la felicidad que ella desea, lo que viven es mágico y es lo único que le importa.
El trae unas compresas frías, se las coloca en el ojo y reitera que desearía matar a Víctor por lo que pasó.
— Fue un accidente, no debí meterme en cosa de lobos, además ya pasó, Alba de luna es parte de un pasado que no quiero recordar, porque mi futuro está aquí — Aurora lo besa, no hay dudas entre los dos solo debe existir amor.
Pasa un mes....
La Manada Luna azul, nunca fue más feliz, Aurora es la profesora de la escuela y ayuda a la reconstrucción de su manada, tienen conocimiento de varios temas y eso la hace la loba ideal para un Alfa líder.
Ella se ha encargado de acercar más a Darío e Isabela, la loba ha empezado a despertar un sentimiento por Darío, algo que ella si puede llamar amor, es la primera vez que siente algo así y es más fuerte que lo que un día Sintio por Romeo.
Noelia no está para nada feliz con la amistad de su hija y su enemiga, ella no quiere que Aurora este cerca de su hija y la aleje con sus consejos de la posibilidad de ser la matriarca.
Aurora empieza a sentirse un poco mal, tiene mareos y jaquecas, además le da asco algunas comidas, por lo que decide ir con el curandero de la manada que no tarda en saber lo que sucede.
— Usted está embarazada, en su vientre crece nuestro futuro líder Alfa — sonríe el Anciano.
Aurora llora de la emoción, pero le pide al lobo no decir nada por ahora le dará la noticia a Romeo el día de su cumpleaños, ese día le confesara que su amor ha germinado como tanto lo deseo.
Florencia y el se dirigen a su estudio dentro de la casa —¿Que quieres? Sabes que no eres bienvenida —.
Ella intenta darle un beso pero el la empuja con suavidad, sabe de su estado y no quiere hacerle daño pero tampoco va a permitir que se convierta en una pesadilla para el y su esposa.
— Aurora es muy hábil, debo aceptar que logro lo que yo no, te doméstico — sonrie mientras cruza la pierna sentándose cómoda en el sillón.
— Ella me ama y con eso logro hacer muchos cambios en mi — Romeo no desea escuchar las burlas de esta mujer.
— Y te convirtió en un estúpido, abre mi regalo y abriras los ojos de nuevo a la realidad, dónde es claro que mi Romeo se quedó atrapado — Florencia espera ansiosa.
Romeo abre la caja que viene con una pequeña cinta de color negro, parece más un obituario que un regalo.
En ella, la mascada de Aurora, el podía reconocerla, Florencia le pide que la olfatee, y el siente el olor de Victor en aquella prenda.
—¡Explica ¿Que es esto?!— grita enojado.
— Aurora y Victor tuvieron una aventura en la cascada los días que se quedaron en la manada, yo pensé que solo habían sido besos pero Victor me confesó que estuvieron muy cerca de la intimidad — sonreí Florencia.
— Es mentira, ella era virgen estoy seguro — Romeo aprieta con sus fuerzas e impotencia la mascada, desquitando la rabia del veneno que entra en sus oídos.
— Si, ella le pidió ser el primero, pero al darse cuenta que se le convertiría en un problema cuando la descubrieron, sus encuentros no fueron tan invasivos, y el no tocó su virtud, Por eso Victor perdió la cabeza por ella, inclusive dejo su semilla allí varias veces — Florencia mordía su labio.
—¡Vete de mi casa! No les creo nada, confio en Aurora y ella está lejos de ser como tu — Romeo la jala del brazo, quiere hacer oidos sordos.
— Desde ese día tú sientes una duda en tu pecho, y esa mascada es la prueba, pero si no quieres creerlo, pregúntale a la loba que llevaste a la fiesta, la esposa de tu amigo, ella los vio dándose un beso — Florencia tomó su bolso y se fue de allí, su trabajo estaba hecho.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOS HERMANAS, UN ALFA