DOS HERMANAS, UN ALFA romance Capítulo 94

CAPITULO 8

Lucius se siente aún aturdido, quiere despertar de lo que para el es una terrible pesadilla.

—¡¿Que sucedió?!— exclama algo enojado, con un nudo en la garganta que se llena de culpa por sus acciones.

— Hicimos el amor, por favor, no le digas que eres ese tipo de Lobo que quiere olvidar lo que pasó para no asumir su responsabilidad — Miranda sabía lo que pasaria, y en la noche se quedó pensando una tras otras las palabras para convencerlo de lo que estaba pasando.

— Por supuesto que no ... ¿que hago aquí?— Lucius se tocó la cabeza, sentía que se le partiría en dos, jurando no volver a tomar.

— Anoche llegaste, te dije que mi puerta siempre estaba abierta, me entregue a ti — Miranda lo besa con pasión, y le enseña la sábana manchada de sangre, como si este fuera el recordatorio de la virtud tomada.

— Miranda esto es un error, yo estoy casado, amo a mi esposa, no puedo creerlo — Lucius sentía que esa pasión desbordada que ella le provocaba, había quedado atrás, que Bianca era su dueña, pero con esto no sabe que pensar.

— Vete de mi habitación — Miranda finge llorar, se hace la indignada, como si su honra estuviera siendo cuestionada — Se que te seduje, que queria que esto pasará, pero nunca lo pensé de ti — ella abre los ojos, como si la humillación fuese para ella.

Hace un gran escándalo, Lucius le pide un poco de calma, le suplica que los dos hablen de lo que pasó pero ella levanta aún más el tono de voz.

—¡Te odio por tomar mi virtud y no querer responder!— Miranda lo hace con un único fin, que Darío escuche la discusión y lo logra.

El lobo sale de su habitación al escuchar los gritos y ve la escena que es demasiado comprometedora.

—¡¿Que pasa aquí?!— exclama enojado, frunce el ceño furioso de lo que pasa.

— Preguntale a tu Alfa — responde Miranda de manera cínica mientras cierra la puerta de la habitación, sonríe y se felicita a ella misma por su actuación.

Lucius entra a su habitación, pero Darío llega tras el y le da un fuerte puño que lo lanza al suelo, le duele ese golpe pues Lucius es como un hijo para el.

Lucius se arrodilla delante de su entrenador, de su amigo, de su beta y le pide perdón.

— No se que sucedió, estaba muy ebrio y no recuerdo nada, pero te juro que jamás fue mi intención engañar a Bianca, ella es lo más importante para mí — Lucius se agarra la cabeza en un ataque de histeria, de rabia de de desconsuelo.

Tiene en su mente ganas de llorar y de gritar, lo peor que le podía pasar sucedió.

— Tu no entiendes la gravedad de lo que acaba de pasar — Darío se sienta en el borde de la cama de Lucius, siente que un muro se cierra a su alrededor y que le quedan pocas opciones.

— Lo entiendo, pero no quise hacerlo, jamás le haría daño a mi querida esposa, amo a Bianca, no se cómo termine en este embrollo — Lucius se da golpes de pecho, no quiere perder todo en un día, no quiere pasar por lo que un día su padre paso.

— Miranda... Ella es mi hija también, la tuve en una aventura fugaz cuando me volví un forastero que viajaba de manada en manada buscando a su hija, nunca supe de su existencia hasta ahora, ¿Ahora entiendes la gravedad? No sólo te acostaste y tomaste la virtud de la Alfa de la manada Luna roja, te acostaste con la hermana de tu esposa.

La mirada de Darío era de enojo, frustración y Rabia, la de Lucius de un completo vacío, como si la nada le diera la respuesta que buscaba.

Lucius le suplica a Darío que no diga nada, el se encargará de decirle la verdad a Bianca.

Darío accede, le pide que empaque, mientras esté se dirige a la cocina donde su hija da órdenes.

—¿Porque? Sabes perfectamente que el es el esposo de tu hermana.

— Para mí eres un desconocido, y ella es nada, que tengamos la misma sangre no nos hace hermanas — Miranda alza la mirada, intenta intimidar a su propio padre.

— Bianca no se va a enterar de esto, no le vamos a hacer este daño — Darío la toma del brazo, frunce el ceño y le recrimina.

— Claro, ella no se va a enterar, no le haré daño a tu consentida, la niña de tus ojos — Miranda habla con cierto recelo, como si le doliera ver a su padre desvivirse por ella.

— Por las dos, nadie entendería que La Alfa de una manada, se acueste con un lobo casado, nadie te pasaría esta falta — Darío la toma de la mano — Tu madre no me dio la oportunidad de ser tu padre pero quiero serlo y cuidarte.

Escuchan un par de caballos, Romeo sale de inmediato, desde que son los líderes el concejo supremo cada día tienen visitas.

Se trata de Lucius que corre a los brazos de su padre y se quiebra en llanto, la culpa parece no dejarlo.

— No le digas a mamá que estoy aquí, necesito tu ayuda, cometí el peor error — Lucius suspira y los dos caminan por el bosque lejos de la mirada de Aurora.

—¿Que te pasa?— Romeo le da un palmadita en la espalda.

Lucius le dice la verdad, lo que sucedió, y la verdad tras Miranda y su relación con Bianca y Darío.

Romeo suspira, es un predicamento que ya conoce

—¿Amas a Bianca?.

— Con toda el alma.

— Entonces prepárate para luchar por ella, nada mejorará, cada día tendrás una batalla diferente, la verdad es el principal argumento de el amor.

— No se lo diré, no puedo.

— Todo algún día caerá, no te puedo obligar a decírselo, pero quiero que sepas las consecuencias, yo las se más que nadie.

Mientras tanto, Bianca camina por la casa jugando con sus hijas, lo hace con ayuda de unas muletas pues su pie aún está hinchado y lastimado.

Un hermoso ramo de flores rojas llega a la casa, Bianca cree que es un detalle de Lucius, pues este sabe que ella ama las flores rojas, pero al leer la tarjeta se da cuenta que son de Lorenzo.

" Nunca dejare de pensar en ti".

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