El Alpha Millonario © romance Capítulo 37

Capítulo treinta y seis

Pov Sara

—¡Wadeeeeeeee, protégeme! —me coloco atrás de él usándolo como escudo.

—¿Por qué yo? —cruza sus brazos evitando que las albóndigas den en su cara.

—Porque tú me puedes tapar mientras yo ataco—tiro de los macarrones en mi plato a Isaac que está justo al frente.

Me muevo a su costado derecho y apunto directo a Elizabeth, pero antes de que la albóndiga de en su cara ella baja rápido haciendo que esta de directo a la cara de la abuela.

Sonrío nerviosa y me escondo otra vez.

Que no me odie, que no me odie, que no me odie.

—Que mala puntería —Ricky Rincón ríe a todo pulmón y yo gruño.

—Dime si está molesta—Wade gira y alza mi cabeza.

—¿Cómo podría odiar a la chica perfecta para su nieto? —niego divertida sin tomarle importancia a nuestro al rededor.

Tomo su rostro entre mis manos y antes de que pueda cometer mi acto siento como todo el batido de cereal destila por nuestros cuerpos.

Levanto la mirada encontrándome al abuelo—Esto es de parte de mi luna—corre devuelta a la mansión sonriente.

Algunos se preguntarán cómo fue que terminamos en esto:

Pues muy simple.

Flashback

—Esto es aburrido —Emilie juega con la comida en el plato mientras los abuelos relatan su tan amorosa historia de como se conocieron.

Escuchamos un fuerte azote contra la mesa y todos volteamos a ver sorprendidos —Y entonces fue cuando le lancé comida en su cabello para que me dejará tranquila y luego él me tiro el jugo en la cabeza y así empezó en la cafetería una guerra de comida —Emilie da una mirada malvada y habla con una vocecita de niña pequeña.

—Abuelita, nos puedes mostrar como fue que le tiraste al abuelo la comida —la abuela toma su plato y tira de él a la cabeza de su esposo.

Sonrío. Dios, esto me huele a guerra.

El abuelo rápidamente toma el vaso de agua y lo tira en su cabeza, sonrío sin poder evitarlo y de lleno me pega una albóndiga en la nariz, miro al causante de eso y antes de arrojar las mías, Wade él lanza sus vegetales a Isaac; Emile al ver el ataque se lanza contra nosotros, hacia ella tiro una albóndiga, pero da justo en la cara de mi madre; Matías corre a ayudarla, pero Emilie es más rápida y le tira sus macarrones.

Fin flashback

Y así es como terminamos en esto.

Suerte que estamos fuera de la mansión o esto sería un total desmadre dentro. Limpio mis ojos y fijo mi blanco: El Abuelo.

Agarro tres bolitas del césped y corro hasta estar casi cerca de él, las lanzó, pero doy directo con la abuela otra vez.

—Niña ¿Qué tienes contra mí? —sonríe y pelo mis dientes, antes de que empiece a correr por mi vida Wade llega hasta mí y me sube a su hombro.

—Nosotros tenemos que ir a bañarnos para dormir, ¿no es cierto, Sara? —junto mis cejas.

¿Dormir temprano?-

Sí, tonta. Recuerda que tienes que ir al instituto.*

Levanto mi cabeza un poco—Es cierto. Elizabeth y Matías también, porque Matías es mi profesor y creo que mañana me toca con él —lo veo asentir y me dejo caer.

—Yo quería seguir jugando— la abuela se aproxima hasta ella y toca su hombro.

—Usted fue la alborotada en saber como fue que yo le tiré la comida al abuelo, así que usted limpia —a su lado llega una criada con una escoba y recogedor.

La abuela lo toma y se los entrega a Emilie e Isaac—Recojan todo, y que quede bien limpio —niego.

Que justa.

Sonrío internamente y Wade comienza a caminar otra vez, entra y sube las escaleras con cuidado para entrar a la habitación.

Recuerdo inmediatamente lo sucedido antes y por mi espalda recorre cierto calor hasta mis mejillas, Ricky Ricón me baja y coloca los mechones de cabello mojado que tapan mi cara detrás de mis orejas.

—Vamos a bañarnos y luego a dormir, mañana te espera un día largo y cansado—asiento y alcanzo su cara para dejar un beso en esos suaves y demandantes labios.

Él quita mi suéter y yo subo las manos para desabrochar su camisa, sus manos viajan al broche de mi pantalón blanco corto y lo baja, saco su camisa dejándome ver ese hermoso abdomen de lavadero, jalo la correa de su pantalón y tiro de él hacia abajo, lo saca completamente de sí y sus manos viajan a mi cara totalmente pegajosa.

Coloca su frente con la mía —¿Por qué eres malditamente hermosa? —siento sus labios rozar con los míos.

Sonrío —Tú me vez así al igual que yo te veo a ti así, tan malditamente perfecto como dices —choco su nariz con la mía y abro los ojos—Ahora tenemos que bañarnos —me despego de él y busco las toallas.

Tiendo una hacía él y me pongo la mía —Vamos —Wade se coloca la toalla alrededor de su cadera y toma mi mano.

Salimos del cuarto y pasamos al baño, nos despojamos de todo y entramos a la ducha para quitar todo de nuestros cuerpos, salimos y llegamos otra vez a la habitación.

—Alpha, présteme de su ropa para dormir—me tiro a la cama y cierro mis ojos.

—Ponte esta camisa y este pantalón—cierra el gavetero, llega hasta mí y me da la ropa.

Me levanto y le doy la vuelta para que mire a la pared—No te voltees—advierto.

Sonríe de lado—Como si yo no te hubiese visto toda de arriba a abajo—le tiro la toalla divertida, giro y me pongo el pantalón rápidamente —Que sexy vista—doy un salto a la cama y me cubro con la camisa.

—¿No te dije que no miraras? —deja caer su toalla y como si nada se viste al frente mío, aprovecho esa distracción para colocarme la franela y arroparme.

—Listo—la cama a mi lado se hunde y sus brazos me rodean—Buenas noches, mi luna—da un beso en mi cabeza y se apega más a mí.

—Sueñe conmigo, Alpha—cierro mis ojos y todo se vuelve pesado para mí dejándome totalmente rendida ante el sueño.

...

Me remuevo en la gran cama y tiran de mí —Sarita, mi amor despierta, tienes que ir a estudiar —el millonario riega besos por toda mi cara y me tapo con un brazo antes de que siga.

—¿Qué hora es? —me giro dándole la espalda.

—Son las cinco en punto —abro mis ojos y salto de la cama, corro hasta la toalla y la jalo para salir de la habitación rápido y entrar al baño.

Me ducho y seco por ahí mismo, salgo corriendo y entro a la habitación otra vez, en la cama encuentro unas piezas de ropa y corro hasta ellas. Un conjunto de lencería muy pequeño de color blanco junto con unos jeans negros, una blusa blanca manga larga con el frente abierto y unas zapatillas planas.

Abro la puerta del local, corro hasta él y me le tiro encima de su espalda —Pensándolo bien si quiero algo dulce—hablo tierna y volteo a ver con ojos de asesina a la chica.

Me baja de su espalda y me coloca al frente suyo, rodea mi cintura con sus brazos y me da un corto beso. Su boca se desvía a mi oído —No te hagas, porque desde aquí pude sentir que estabas celosa—deja un beso en su marca y alza la mirada.

—Siguiente —aspiro el aire y un asqueroso olor a sirena llega a mis fosas nasales.

Me volteo rápidamente y la señalo—no, no lo harás —la gente me ve como una loca y la sirena solo aplasta su boca mientras sus ojos toman un color más profundo. Se está aguantando el decirme mi futuro.

Con un tono de voz bajo y la cabeza gacha nos atiende—¿Qué desean? —Wade me da una mirada extraña pidiéndome explicaciones.

Hago una mueca desinteresada y él rápidamente empieza a pedir —Deme un café cargado y un emparedado de queso especial, también... —me observa.

—Tres muffins.

Coloca el micrófono en sus labios y habla —Combo alto para llevar—dice y desde fuera se mueve torpemente y me entrega los muffins.

El pedido de Wade sale y lo pone en el mostrador —Son diecinueve dólares —saca su billetera y paga, recibe su cambio y toma mi mano para salir.

—¿Me vas a decir que fue eso? —arranca el auto y conduce las calles faltantes.

—Las sirenas les dicen el futuro a los demonios, ellas con solo ver sus ojos o percibir su olor saben lo que va a pasar con nosotros y yo quiero vivir mi vida sin saber el por qué, así no me tengo que estar preocupando por nada.

Llega a la entrada de el instituto donde jóvenes de todos los tamaños entran para ir a tomar sus respectivas clases —Buena perspectiva—me besa y da un pequeño mordisco en mi labio inferior —¿Prometes que no te vas a enojar? —me despego de él y tomo mis cosas.

—¿Por qué debería? —pasa una de sus manos por el cabello y busca una caja en la parte de atrás, la saca y veo el logo de iPhone plasmado en ella.

—Porque te compré un nuevo teléfono —lo saca de la caja —Es un Golden igual que el mío, solo que este en vez de tener la manzana tiene una media luna. Todo lo que tenías en el antiguo celular está aquí, y antes de que digas algo, esto no costo mucho —ruedo mis ojos —solo tómalo, por favor. Si necesitas algo me llamas o me envías un mensaje y tenlo por seguro que te cumpliré tu deseo—me tiende el celular y lo tomo.

—¿Los audífonos? —abre más la caja y de un estuche saca solo el esqueleto —¿Por qué están dañados? —los tomo en mis manos.

Niega —Son por bluetooth. Tú los prendes, activas el bluetooth y ellos automáticamente se conectarán —asiento dudosa y los tiro a la bolsa.

—Adiós, Ricky Ricón. Pórtate bien sin mí, gracias por el celular, aunque yo hubiese preferido el viejito, ya que por esto me pueden robar, además no lo sé usar, más ahora mandas la prado—le doy un fugaz beso y bajo del auto.

Camino directo a la entrada con miradas apuñalado mi cuerpo, el sonido del motor del auto ya se escucha lejos y sonrío sin poder evitarlo.

Estoy viviendo un sueño, así que, que importan las miradas.

Antes de dar mi primer paso a las escaleras soy arrastrada por cientos de paparazzi y reporteros preguntándome cosas.

Acaso no puedo tener un día tranquilo.

Las preguntas llegan y se van de un lado y otro: ¿cómo conquistaste el corazón del millonario? ¿El amor nació en el concurso? ¿Estás embarazada? ¿Cuántos meses tienes? ¿Realmente están juntos o es solo un juego?

Tapo mi rostro con el antebrazo y me abro paso hasta las puertas del instituto donde el director me espera con un grupo de profesores incluyendo Matías.

Extiendo mi brazo a Matías y este me jala de inmediato, las puertas se cierran y todas las miradas recaen sobre mí.

—Señorita Sara, es primordial que vaya a la dirección antes de entrar a clases regularmente — me señala el recorrido y doy los primeros pasos antes que él, las miradas de todos pinchan mi ser y me encojo de hombros un poco.

Tengo miradas malas, otras buenas y otras neutrales.

Ellos saben quien soy.

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