El Alpha Millonario © romance Capítulo 40

Capítulo treinta y nueve

Su mirada me escanea de arriba a abajo con furia, baja los escalones y llega hasta quedar al frente de mí —¿Es cierto eso? —bajo la mirada, pero él toma mi barbilla con fuerza y me obliga a mirarlo a los ojos—¿Es verdad que tú fuiste la que atacó a mi madre y mató a mi hermano? —asiento como puedo por la presión ejercida en la mandíbula.

De un momento a otro estoy tirada en el suelo con tremendos raspones en mis brazos y rostro, mi cara arde por el contacto con las piedras. Coloco mis manos en el suelo para apoyarme y siento una patada directo al estómago que me saca el aire.

—Así es como tú la pateaste, ¿no? —mi corazón se rompe en mil pedazos cuando empieza a golpearme una y otra vez haciendo que de mi boca salga sangre. Pensé que me amaba y llegué a pensar que tal vez, solo tal vez él comprendería mi situación en ese momento.

Mi vista se vuelve nublada por el chorro de sangre que corre de mi cabeza a mi cara, en la entrada veo como mi madre está siendo sujetada por Matías y de sus ojos brotan gruesas lágrimas, dejo que todo el mundo a mi al rededor desaparezca y me concentro en ella.

¿Mamá?-

Hija, todo estará bien.--

Cierro mis ojos y agarro mi cabeza con frustración, mi cerebro quiere explotar y ahora solo escucho pasos para un lado y para otro, mi peso cae en varias manos tocándome y rasguñando mi ropa, abro levemente los ojos y veo un cuarto horrible donde a duras penas llega la luz.

—Lo que nos vamos a divertir con esta puta—sonríe uno y trato de levantarme para ponerme en posición de ataque, pero mi cuerpo no responde por los golpes tan fuertes que ha recibido.

—El Alpha dijo que la dejara aquí, pero nunca dijo nada de no tocarla —trago el enorme nudo que tengo en mi garganta y dejo que las lágrimas fluyan solas.

—¿La bebe está llorando? —ríen y mi cuello empieza a arder robándome un suspiro.

No lo hagas, no.-

Doy un grito ahogado así mismo como siento que uno de ellos toca mis partes íntimas y arranca mi pantalón junto con las bragas quedando totalmente desnuda ante ellos —No, por favor, no—susurro, pero rápidamente siento el miembro de uno en mi entrada y empuja salvajemente.

La asquerosidad, las ganas de quitármelo de encima y matarlo son grandes. Lo deseo, deseo que él venga a rescatarme, pero ya no será así.

Me remuevo y le pongo las manos en la cara para quitármelo, pero me muerde fuertemente, toma mis manos y me da una bofetada, mientras más lucho más me golpean hasta que dejo que acaben fuera de mí manchando mi cuerpo.

Mi corazón está hecho pedazos y todo fue por mi culpa.

Ellos toman mis manos y me alzan para encadenarme a los brazaletes de hierro y dejarme ahí colgando, sin ropa, sin comida, sin nada.

...

Día tras día paso aquí sola, sin una pizca de emoción, a veces me traen pan con agua y como poco por el mal sabor, mi cuerpo sigue desnudo haciendo que cualquier guardia que quiera entrar y violarme lo haga.

Ya no me importa. Ni su vida, ni la mía, solo por un error, un maldito error en mi vida pasada y estoy aquí, atada, en un maldito calabozo, él no me amo y nunca lo hizo.

Hoy los guardias están corriendo de un lado para otro y recibiendo órdenes, la puerta es abierta y mi madre aparece por ella, en mi pecho se instala una felicidad inmensa y lloro, lloro porqué ella está aquí.

Sus ojos me escanean y tapa su boca para correr hacia mí, me da un fuerte abrazo y siento sus lágrimas mojar mi cuerpo. Desearía tener las manos libres para hacer lo mismo—Mira como estás, Sara—observa mi cuerpo extremadamente delgado con los huesos marcados, rasguños y cortes por todos lados y mi cabello desordenado—Desearía poder ayudarte, pero Matías me abrió la celda solo por cinco minutos y luego tengo que regresar, están atacando la manada norte por lo tanto Wade está ocupado mandando órdenes a todos los guerreros—agacha su cabeza—el convertirá a Natalia su Luna—la observo fijamente a los ojos sin ninguna pisca de emoción.

—Eso no me interesa, no quiero nada que tenga que ver con él, preferiría ser ejecutada antes de volver a creer en el señor Wade—la puerta suena y aparece Matías, mirándome a los ojos en todo momento, llega hasta nosotras y acaricia mi cabeza como una niña pequeña.

—Ten por seguro que haré algo para sacarte de aquí —abraza a Elizabeth y le da un beso en la coronilla—Mandaré a Paola a verte desde ahora en adelante para que te cuide como es debido—antes de informales que su presencia está cerca él habla.

—¿Tú eres el que manda acaso? ¿Eres el Alpha? —disimulo las enormes ganas de llorar apretando mis dientes —Salgan de aquí o si no la mato ante sus ojos —mi madre me abraza por última vez y sale con Matías —Por cierto, te quiero en el frente dirigiendo a los guerreros —su voz de Alpha resuena por todo el lugar y sin más Matías asiente dejándonos solos.

El silencio reina, pero ninguno de los dos a desconectado las miradas, un guardia atrás de él baja la mirada al suelo —Casi no quiere comer y está como usted lo pidió, encadenada—despega su vista de la mía y toma al guardia del cuello—¿Alpha?

—Yo nunca dije que la podían tocar —quiebra el cuello del guardia y lo suelta dejándolo caer al suelo.

—Pero mira que flaca estás, ¿Por qué no quieres comer? —sus ojos amarillos reinan en su mirada y alzo mis cejas —Soy Yoshua, su lobo, tu lobo—eso lo explica todo.

—¿Tú comerías un pan viejo y un vaso de agua?, disculpa, el pan no, pero el agua sí, y un cuerpo no sobrevive a base de eso, aparte que estoy sumamente agotada por la cantidad de guardias que me tocan y follan cuando les da la gana por tu culpa, ahora, si me puedes hacer el gran favor de largarte —mis ojos se vuelven rojos y él aprieta las manos a sus costados.

Llega hasta mí y empieza a olerme, cada vez con los ojos más y más amarillos, junto mis cejas sin saber que hace, él sonríe irónico y sale corriendo de la celda.

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