Capítulo cuarenta y cuatro
Muerdo y desgarro cada pedazo de idiota que se coloca en frente mío.
La casa está llena de niños, las pocas madres que hay están alrededor de la mansión protegiendo cada rincón visible.
Algunos vampiros se van huyendo mientras que otros dan su vida solo por seguir ordenes, como por arte de magia aparece un grupo de diez al frente mío, cada uno en perfecto estado. Lauryn gruñe y el líder alza la mano en son de paz.
—Mira a tu al rededor, lobos siendo matados, familias destruidas, casas destrozadas y todo esto es por lo que llevas en tu vientre —observo el panorama y en un instante está a mi lado sobando mi lomo —Yo soy la reencarnación del que mandaste a las tinieblas hace poco —como no reconocer ese asqueroso aroma.
Gruñó —Deja a todos tranquilos y vete con dignidad.
—¿Y si no quiero? —me rodea —y si deseo matar a este engendro que llevas en el vientre—toca un costado de mi cuerpo y lanzo a morderlo, pero el es más rápido y se posiciona al frente mío para golpearme, caigo al piso por el fuerte dolor que siento en las patas y en otro movimiento me voltea dejando mi estómago a su vista —Ese bebé podría haber sido mío, pero no, decidiste ser del perro pulgoso.
Su mirada sádica me da escalofríos —no hagas una tontería.
Sonríe irónico —¿Qué clase de tontería podría yo hacer? —sus nudillos recorren desde mis costillas hasta mi abultada panza—¿Dónde podría yo golpear primero? —se detiene en mis costillas—Tal vez aquí —me da un gran golpe haciendo que suelte un chillido de dolor, siento otro arriba del primero y cierro mis ojos aguantando todo lo que puedo.
¿Eres o no eres un demonio?
Sí, lo soy.*
Entonces, deja de hacerte la frágil.
—Tan pronto como termine contigo y la miserable vida de tu amado voy a gobernar todo. Tú y yo pudimos haber sido infinitos, pero tu torpeza no lo quiso y ahora pagarás por lo que hiciste tanto conmigo como con mi familia —siento su mano abrir paso por mi estómago y doy una mirada de advertencia ante su juego.
No soy una presa fácil para ti, mi querido Daniel.
Dejo que Lauryn controle su cuerpo y me levanto rápidamente, me coloco en posición de ataque frente a él y mi vista se vuelve roja completamente.
Haré que supliques volver de donde te envíe.
Retrocede. Su cuerpo tiene miedo, pero su cara refleja lo contrario —¿Que te hace pensar que te temo? —se detiene y quedamos frente a frente.
No sé, tal vez tus manos tratando de arreglar algo, tu voz tan temblorosa, tus ojos que ven en todas las direcciones posibles, tu cuerpo a la defensiva, tal vez todo tú.
—Eso se llama esperar un ataque inesperado —se endereza—Ven a mí —me llama con su mano.
No iré a ti, tu vendrás a mí.
—¿Cómo estás tan segura? —suelta sus manos a los costados.
Porqué disfrutaré matándote como lo hice con tus padres, ese día se veían tan indefensos.
—¡Basta! —aprieta sus manos.
Tan seguros de protegerte. Lastima que no tienen otro día para ver como mueres otra vez, pero hubiese sido inútil porque yo los hubiese mata...
Corre en mi dirección, pero Lauryn esquiva su movimiento y lo tumba en el suelo, mis ojos buscan los suyos llenos de odio y rencor.
Do.
Termino mi frase y se remueve debajo mío, lo sostengo como puedo y sonrío internamente al ver sus intentos fallidos de ataque.
—Necesito a tres guerreros— digo hacia Wade que camina hasta mi lado, observo a nana con los niños y hablo hacia ella— llévalos a un lugar donde no puedan escuchar ni ver nada— esta asiente y se los lleva escaleras arriba.
—¿Cuáles son sus ordenes Luna? —tres chicos aparecen en mi campo de visión.
Agárrenlo por las manos y un pie, quiero jugar un poco.
Acatan mis ordenes y lo dejan justo como lo quería, Wade mantiene la mirada fija en mí y me volteo para enfrentarlo—¿Estoy haciendo algo mal?
Niega— Nunca pensé que Lauryn fuera tan hermosa como tú.
Hago un gesto con mi cabeza y fijo mi vista en el pedazo de mierda. Le arranco la pierna suelta poco a poco, su cara hace una mueca de dolor y sonrío, voy hasta su brazo derecho y gruño, el guerrero rápidamente se quita y empiezo destrozando su mano, le salto encima quebrando sus costillas, paso del otro lado y muerdo su rodilla.
—SUÉLTAME, DÉJAME IR, SUÉLTAME —subo a su cara y rasguño su cuello, muerdo su único brazo libre sacándole los huesos por un costado, —NO, NO MÁS, POR FAVOR—coloco una de mis patas en su cara y antes de aplastar su cabeza escucho la voz de Wade resonar en mi mente.
—Sara, mi amor, es suficiente. Deja que los guerreros lo terminen de torturar por ti.
— esto último es para que siempre te acuerdes de mí, de que con la vida de mi hijo nadie se mete— paso mis garras por su cara de un extremo a otro arrancándole un ojo, dejo que los guerreros lo halen manchando todo el piso de su asquerosa secreción negra.
Giro hacia fuera y todo a acabado. Algunos lobos han muerto, casi la gran mayoría de vampiros están muertos. La brisa sopla y un silencio sepulcral se escucha en la casa.
Volteo a Wade y camino hacia él, junto su frente con la mía y me dejo llevar de su calidez, sus brazos me rodean y abro los ojos.
Ya no soy una loba, estoy en mi cuerpo.
—Alpha, la...— gruñe.
...
Me remuevo incómoda en el suelo frío y agarro mi cabeza palpitante, mi cuerpo sigue desnudo y un asqueroso olor a incienso llega a mi nariz.
—Hasta que al fin despertaste—me asiento en una esquina y achico mis ojos para ver mejor—No sé como mi hijo puede estar con una buena para nada—junto mis cejas—Tan torpe, inmadura, fea y loca demonio—se levanta y camina hasta mí con un palo.
Alza mi barbilla —Usted sabe que su hijo me está buscando ahora mismo y no descansará hasta que su cabeza este fuera de su cuerpo—sonrío y me estrella la cabeza con la pared.
—No tengo ni la menor duda en que te está buscando, es más, debe estar desesperado ya que han pasado tres días —¿tanto tiempo? en mi mente solo fueron minutos.
—Sé que me encontrará y cuando lo haga no dudará en preferirme a mí en vez de una vieja traicionera y bruja —coloca la punta del palo en mi garganta y presiona.
Comienzo a toser por la falta de aire y pongo mis manos en el para quitármelo.
—No sé como es que lo has hechizado, a pesar de todo aún sigue detrás de ti—me mira desagradable—ya me iré, promete que no gritaras mucho —la miro desafiante.
Sonríe y da una señal con los dedos cuando sale del mugroso cuarto, dos hombres entran con dos tanques grandes, huelo el aire y niego rápidamente pegándome a la pared.
—No, no, no, por favor—se colocan a cierta distancia separados y me tiran todo el contenido en el cuerpo.
Grito tan fuerte como puedo. Quema, arde, corta. Me revuelco en el suelo tratando de quitármela, pero es imposible. Mi piel va tornándose roja, tremendas patadas en mi estómago me sacan el aire, me levanto y corro de un lado a otro gritando a todo pulmón.
La puerta se cierra y corro hasta ella para derribarla, pero mi fuerza se debilita cada vez más y soy consciente de que me voy a desmayar.
Quiero arrancarme todo.
Un tremendo dolor llega a mi pecho y voy viendo todo negro.
No quiero, no quiero.
¿Por qué siempre estoy en problemas?
Caigo al suelo con el inmenso dolor sobre mi cuerpo, dolor parecido a cuando él me maltrato, escucho pasos resonar muy lejos y un sin fin de voces, pero sin importarme voy cerrando los ojos poco a poco y antes de caer otra vez veo unos ojos negros.
Oscuridad.
...
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