Antes de esto, Delia no sabía el motivo por el cual Mariana quería terminar su amistad con ella; pero ahora por fin comprendió. Al final, todos en la villa sabían el tipo de persona que era su madre.
-¿Acaso no entiendes de lo que estoy hablando? ¡Es bastante simple! No voy a continuar dándote dinero para que sigas estudiando en esa maldita universidad comunitaria. Si quieres terminar tus estudios, tendrás que pensar en un modo de conseguir el dinero para pagarte la matrícula y los demás gastos de tu estancia en la ciudad. No creas que no sé que tienes un trabajo de medio tiempo mientras estás estudiando. Entonces, ¿dónde está el dinero que has hecho con este trabajo? ¿En qué lo gastaste? —preguntó la Señora Lima con indignación. Delia no dijo nada y la señora continuó quejándose sin parar.
»¡Vaya, debes habérselo dado todo a ese pordiosero de Mario! ¡Deberías aprender de Mariana y mejorar tu gusto en hombres! Tu nivel educacional es muy bajo, así que nunca podrás ganar mucho dinero ni tener un futuro
prometedor. ¡Lo mejor que puedes hacer es buscarte un marido adinerado! En cambio, ¿qué decidiste hacer? ¿De qué te sirve ser hermosa si no le sacas provecho a tu aspecto?
Delia se quedó sin palabras; tampoco tenía sentido que dijera nada, pues ella no estaba de acuerdo con el punto de vista de su madre. Mientras tanto, el Señor Lima estaba sentado a un lado sin poder pronunciar ni una sola palabra.
Delia se quedó callada por un momento. Sus ojos estaban llenos de tristeza, enojo y resentimiento, y aun así, respondió con determinación:
—Yo no voy a hacer lo mismo que Mariana; no voy a casarme con un hombre para aprovecharme de su situación económica, y mucho menos haré como Mario, que favorece a las personas ricas y desprecia a las pobres. Yo voy a ganarme mi propio dinero; el hecho de que ahora no sea capaz de hacerlo no significa que no podré en el futuro. ¡Por lo menos me sentiré más tranquila al no tener que depender del dinero que me dé alguien más!
—¡Yo te apoyo, Delia! ¡Estoy seguro de que triunfarás en el futuro! -De inmediato, el Señor Lima le hizo un gesto de aprobación con el dedo pulgar; el padre de Delia era el único que pensaba como ella en esa familia.
La Señora Lima dejó de discutir con Delia al ver el rumbo que había tomado la conversación. Después de todo, no tenía sentido seguir discutiendo por gusto si nadie iba a hacer nada al respecto. Cuando terminó de cenar, la señora dejó su tazón y sus cubiertos en la mesa, se levantó y ordenó con impaciencia:
—Apresúrate y lava la vajilla. Cuando termines, sube a las montañas y recoge algunas hierbas medicinales.
-Está bien -respondió Delia con tranquilidad.
La Señora Lima, que no estaba satisfecha todavía, comenzó a quejarse una vez más:
—Tú apenas estás estudiando para obtener un título y, aun así, siempre te rehúsas a venir a casa durante los períodos de receso de los semestres. ¡Ya que estás aquí ahora, ayúdanos con el trabajo en la casa! Cuando recojas las hierbas medicinales, recuerda ordenarlas antes de lavarlas bien y ponerlas a secar en el aire. Al principio yo esperaba que estudiaras para ser una doctora en el futuro, debido a todo el conocimiento que adquiriste mientras estabas con tu abuela. ¡Sin embargo, mírate ahora! Ni siquiera lograste entrar a una escuela de medicina y optaste por matricular en esa maldita escuela de arquitectura para estudiar diseño de interiores. ¡No logro entender en qué estabas pensando!
Esta no era la primera vez que su madre le hablaba con tanta crueldad. A pesar de que Delia ya se había acostumbrado, a veces le resultaba imposible aguantarse y la contrariaba.
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