El Baile con la Rosa de la Venganza romance Capítulo 4

Rita asintió con la cabeza: "Entonces descansa, yo volveré mañana a verte."

Al salir por la puerta, los ojos de Rita se llenaron de un odio feroz y sus manos se apretaron con fuerza, las uñas se clavaron en su propia carne.-

"Aitana, no te daré otra oportunidad para andar provocando."

Sebastián, el asistente de Mauricio, se acercó y Rita cambió su expresión inmediatamente, preparando una sonrisa, "Sebastián."

Pero el hombre pasó junto a ella sin detenerse, tocó la puerta y entró en la habitación.

La cara de Rita se oscureció como si le hubieran echado tinta.

...

Sebastián preguntó en voz baja: "Señor, ¿seguiremos ocupándonos del asunto de la señorita Aitana?"

Mauricio rio con desdén: "¿Ocuparnos? ¿Ella te lo ha pedido?"

"No, no lo ha hecho."

"Si ella es tan orgullosa, ¿por qué debería molestarme? No vaya a pensar que estoy desesperado."

Sebastián bajó aún más la cabeza, preguntándose si la señorita Aitana, siendo quien era, llegaría a pedir ayuda.

Mauricio miró la cama desordenada y en las sábanas blancas, aquel rastro de rojo sangre que lastimaba la vista.

...

Aitana fue atrapada y todos los que la conocían, familiares, amigos, compañeros y vecinos, suspiraron aliviados.

Porque todos pensaban que Aitana era mala, tan mala que enfurecía a hombres y mujeres por igual, todos deseaban su castigo.

¿Quién le había dicho que anduviera con su cara de zorra, vestida siempre para llamar la atención? Claro que no era de fiar.

Hay mujeres en este mundo que, sin importar si están vestidas con las mejores galas o con harapos, desprenden un encanto y seducción innatos que crean adicción.

Ese tipo de mujer, si no la tocas mejor, porque si alguna vez lo haces, jamás podrás olvidarlas.

Gustavo la miró fijamente a los ojos. Ella sonreía, pero sus ojos eran fríos como el hielo. No pasó mucho tiempo antes de que su padre se sintiera intimidado y desviara la mirada, diciendo: "Los crímenes que has cometido son graves y las pruebas son irrefutables. No hay manera de sacarte de aquí."

Aitana respondió con una burla helada: "¿Pruebas irrefutables? Papá, estás delirando. No voy a perder el tiempo contigo. Te doy dos días; si no estoy fuera para entonces, tendrás que venir a acompañarme."

¿Pruebas irrefutables? Las pruebas en su contra eran el resultado de las maquinaciones y conspiraciones de la familia Icaza.

Desfalco, eso fue obra de su propio padre.

Lesiones intencionadas, eso fue estrategia de su 'hermanastra'.

Pero no importaba, Aitana tenía en sus manos algo con qué chantajear a Gustavo. Tenía sus propios métodos para salir.

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