El despertar del Dragón romance Capítulo 151

—¿Qué quieres decir? ¡Tienes que pagar cuatrocientos cincuenta mil por la cena! ¿Crees que puedes irte sin pagar? —Leonardo resopló.

—¡Tengo cenas gratis dondequiera que vaya! ¿De qué factura estás hablando? —Jaime levantó las cejas.

—¡Deja de hacerte el tonto! Aquí hay muchos testigos, incluido el personal. ¿Crees que puedes salirte con la tuya con las comidas gratis? No te hagas el duro solo porque estuviste en la cárcel. Este restaurante es propiedad de la Familia Serrano. Estás muy equivocado si crees que puedes salirte con la tuya. —Leonardo supuso que Jaime se hacía el duro para conseguir comida gratis solo porque era un exconvicto.

—Bueno, adelante, pregúntale a la cajera si tengo que pagar la cuenta. —Una sonrisa apareció en la cara de Jaime.

Después de mirar a Jaime con su expresión de desconcierto durante un momento, Leonardo se volteó y preguntó a la cajera:

—Este tipo está tratando de salirse con la suya con una comida gratis. ¿Qué van a hacer ustedes al respecto?

—Señor, el Señor Casas no necesita pagar cada que cena aquí —respondió la cajera con amabilidad.

En cuanto la cajera terminó la frase, Leonardo se sintió como si le acabara de caer un rayo. Se quedó helado en el sitio.

Los demás se quedaron tan boquiabiertos como Leonardo.

«¿Por qué no tiene que pagar Jaime?».

—¿Por qué? ¿Por qué no tiene que pagar? —preguntó Leonardo desconcertado.

—Señor, no estoy obligada a responder a esa pregunta. Sin embargo, sí necesito que pague la diferencia. Después de deducir los cuatrocientos cincuenta mil del señor Casas, todavía nos debe un millón seiscientos cincuenta mil. ¿Puedo saber si va a hacer el pago en efectivo o con tarjeta? —preguntó el cajero con severidad.

Leonardo se quedó desconcertado ante el giro de los acontecimientos.

«¿Quién demonios es él? ¿Por qué no tiene que pagar cuando cena en el Hotel Glamur?».

Ivón y Michelle también miraban atónitas a Jaime.

—Si tuviste los pantalones para extorsionar a las mujeres, de seguro eres una persona avispada. ¿Qué esperas? ¿No la escuchaste decir un millón seiscientos cincuenta mil? Paga —Jaime sonrió y miró a Leonardo con desprecio.

Leonardo, avergonzado, retiró la tarjeta y dijo:

—Eso es imposible. Me informaron que hoy mismo se ingresaron dos millones en mi cuenta. ¿Será que el importe no ha llegado?

En ese momento, a los demás les entró un sudor frío. Les preocupaba tener que echar una mano si Leonardo no tenía suficiente dinero.

«¡Cuesta más de un millón! ¡Eso son unos cientos de miles por persona! ¡Seguro que nadie tiene tanto!».

—Leonardo, ¿qué debemos hacer ahora? —preguntó Michelle, nerviosa.

—¿Qué tal esto? Ya que hay un pequeño retraso en la transacción, tal vez podríamos colaborar todos en la factura. Una vez que haya recibido mi dinero, se los devolveré —sugirió Leonardo a los demás.

—Sí, deberíamos hacerlo. Es solo una transacción aplazada. Una vez que Leonardo haya recibido el dinero, se lo devolverá a todos. —Michelle se apresuró a respaldar a Leonardo.

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