—No eres nada sin el apoyo de Josefina, Jaime. ¿Cómo te atreves a hablarle así a Lu? —gritó Sandra.
La expresión de Jaime se tornó solemne mientras un frío destello brillaba en sus ojos.
—¿No te lavaste los dientes? Qué boca más sucia tienes.
Dicho eso, dio un paso adelante y le dio una fuerte bofetada.
Antes de que nadie pudiera reaccionar, la mitad de su cara se había puesto roja e hinchada.
Mario se quedó atónito al ver que Jaime se atrevía a ponerle la mano encima a Sandra.
Todo el mundo sabía que ella salía con Lucas. Para un hombre corriente como Jaime, agredir físicamente a la novia del heredero de la Familia Sabina equivaldría a cavar su propia tumba.
—¡Cómo te atreves a agredir a alguien en la entrada de nuestra empresa! —bramó Mario. Luego se dio la vuelta y gritó—: ¡Seguridad, llévenlo!
Dos guardaespaldas se acercaron a Jaime.
Sin embargo, Mario no se dio cuenta de que Lucas no había pronunciado ni una sola palabra desde que abofetearon a Sandra. Mario no era más que un administrador y, sin embargo, tenía la osadía de enfrentarse a Jaime.
Jaime esquivó con facilidad los ataques de los dos guardaespaldas antes de explicarle a Mario:
—Vengo de Compañía Sentimientos Químicos para hablar de negocios.
Al escuchar eso, Mario resopló.
—Nuestra empresa no hablará de negocios con gente maleducada. Además, ya decidimos colaborar con la Familia Sabina, así que ya puedes irte.
Las cejas de Jaime se fruncieron un poco.
—¿Es usted el director general de Corporación Químicos Cósmicos?
—No, soy el administrador de la oficina, pero tengo voz y voto en el asunto de la colaboración —respondió Mario con frialdad.
Seis guardaespaldas rodearon a Jaime en poco tiempo.
—¿Pensar que un simple administrador de oficina se atreve a tomar decisiones por la empresa?
Dicho eso, Jaime se dirigió al interior de la empresa.
Los guardaespaldas corrieron contra Jaime de inmediato al ver eso.
Mientras tanto, el director general, Raymundo Vargas, se paseaba por su oficina en el último piso de Corporación Químicos Cósmicos.
Estaba muy nervioso. Desde que Tomás le informó que Jaime iba a ir a hablar de negocios, su corazón se negaba a quedarse quieto.
Raymundo también había asistido al banquete de Arturo y había presenciado personalmente cómo Tomás y Arturo trataban a Jaime con respeto. La forma en que Jaime se había deshecho de Esteban, en particular, había dejado una profunda impresión en el director general.
Por aquel entonces, todos los presentes en el banquete estaban deseando adular a Jaime, incluido Raymundo. Sin embargo, no había tenido la oportunidad de acercarse a Jaime debido a su estatus inferior. Por eso, cuando Raymundo se enteró de que Jaime iría en persona para hablar de una posible colaboración, le entraron sudores fríos al instante. Tenía miedo de ofender a Jaime por no darle una bienvenida adecuada. Sin embargo, juró aprovechar al máximo esa oportunidad para conocer a Jaime.
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