El despertar del Dragón romance Capítulo 184

Jaime señaló la cima de la colina.

—La que está en la cima de la colina es la mía.

—¿En la cima de la colina?

Santiago se quedó atónita durante un rato antes de estallar en carcajadas.

—¿Me estás tomando el pelo, Jaime? ¿Sabes cuánto cuesta una mansión en la cima de la colina? Aunque vendas a tu familia, ¡no podrías pagarla! Tu jactancia es tan ridícula que es irreal.

—Jaime, ¿puedes ser más realista? El hecho de que irrumpieras hoy en Bahía Dragón es probablemente la primera y última vez que puedas entrar en el distrito. ¿Cómo te atreves a afirmar que la mansión en la cima de la colina es tuya? Apuesto a que nunca has subido allí.

Incluso Lidia empezó a reírse a carcajadas.

Mientras tanto, María puso los ojos en blanco ante Jaime. Para ella, era tan solo un incompetente que nunca llegaría a nada.

—Señor, ¿sabe cuánto cuesta la mansión en la cima de la colina? ¿Cómo se atreve a presumir de ello?

La vendedora también se rio.

—¿Quién eres tú para decir que estoy presumiendo? —exigió Jaime con frialdad.

—Fui yo quien vendió la mansión. El propietario se apellida Serrano, no Casas. ¿Cómo puedes decir que es tuya?

La vendedora se quedó mirando a Jaime de forma burlona, esperando que se explicara.

—¡Alguien me la regaló! —respondió Jaime con una sonrisa.

—¿Te la regalaron? —La vendedora ocultó una risa detrás de su mano—: ¡Claro! ¡Incluso puedes alegar que alguien te ha regalado todo el distrito de Bahía Dragón! Eso no es ilegal. Sin embargo, entraste en Bahía del Dragón sin permiso. Según las normas, tengo que echarte.

Justo después de que la vendedora terminara de hablar, un tipo con uniforme de guardia de seguridad se acercó.

—Federica, ¿por qué viniste aquí hoy? —preguntó el de seguridad con una sonrisa halagadora al verla.

El guardia de seguridad observó a Jaime antes de mirar el Ford que tenía a su lado.

—¡Sí! Lo acabamos de ver. ¡Se estrelló contra un Maserati!

«En serio no quiero preocuparme más por Jaime. ¡Me molesta mucho cómo sigue presumiendo!».

—Imbécil. ¿Cómo te atreves a chocar con un auto y a irrumpir después? Es en serio desafortunado que te hayas topado conmigo hoy —Mientras Kevin hablaba, extendió el brazo para agarrar a Jaime.

Sin embargo, en el momento en que extendió el brazo, Jaime le agarró la muñeca y se la retorció. Así de fácil, sujetó a Kevin, que gritó de dolor.

—¡Eso duele, imbécil! ¡Suéltame ahora! ¿Sabes quién soy? El director del departamento de mantenimiento es mi cuñado. Si te atreves a tocarme, no te dejaré salir de aquí —gritó Kevin.

—¡Me atacaste sin saber la situación! ¿Cómo te convertiste en el jefe del equipo de seguridad? Ya dije que tengo una propiedad aquí. ¿Así es como sirves a tus clientes? —dijo Jaime.

—Suéltame... Lo sabré después de preguntar.

Al ver que Jaime era hábil en la lucha y podía derrotarlo en cualquier momento, Kevin no tuvo más remedio que pedirle a Jaime que lo soltara.

Este soltó su agarre sobre Kevin. Masajeándose la muñeca, lanzó una mirada despiadada a Jaime antes de sacar su radio.

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