Cara Cortada se quedó atónito por un breve momento. Recuperando con lentitud su teléfono, llamó a Tomás. Como no sabía quién era Jaime, no se atrevió a dejarlo hacer la llamada.
Pronto, la llamada pasó. Cuando sonó la voz soñolienta de Tomás, era obvio que aún no se había levantado de la cama.
—Señor Lamarque, alguien está causando problemas en Calle Antigua. Dice que te conoce y quiere que te llame —informó con cuidado Cara Cortada.
—¿Quién es él? ¿Cuál es su nombre? —preguntó Tomás.
—No sé su nombre, pero lleva un anillo de bronce con un dragón en la parte superior e incluso me preguntó si lo reconocía —agregó Cara Cortada.
—¡Mi*rda! —Tomás maldijo mientras saltaba de la cama a la vez—. Cara Cortada, escúchame con atención. Será mejor que lo trates como a un rey. Si lo ofendes de alguna manera, aniquilará a toda tu familia. Te haría bien recordar eso.
En el momento en que terminó, Tomás terminó la llamada. Luego se vistió y corrió hacia Calle Antigua.
Al escuchar el tono de fin de llamada, Cara Cortada se quedó estupefacto. A pesar de haber servido a Tomás durante más de diez años, nunca antes lo había visto entrar en pánico de esta manera.
Guardando su teléfono, Cara Cortada miró a Jaime y tembló con violencia.
Ajeno al cambio en Cara Cortada, el gordo dueño del puesto miró a Jaime con desprecio y se quejó:
—Cara Cortada, este hombre está diciendo tonterías. ¿Cómo puede el Señor Lamarque conocer a un tonto como él? ¡Él te está mintiendo, y deberías recuperar de inmediato ese pedazo de jade!
¡Paf!
En el momento en que terminó de hablar, Cara Cortada lo abofeteó con fuerza en la cara.
—¡Tú, bast*rdo! Él no es el que miente. No creas que no estoy al tanto del chanchullo que estás haciendo aquí. ¡Me parece que ya no quieres quedarte aquí!
El dueño del puesto quedó atónito después de recibir una bofetada. Después de todo, no tenía idea de lo que estaba pasando. No obstante, algunos de los que estaban en la multitud eran lo suficientemente inteligentes como para darse cuenta de que Jaime debía tener patrocinadores muy poderosos.
—Señor, lamento lo de hace un momento. Por favor, descanse un rato, ya que el Señor Lamarque estará aquí muy pronto —se disculpó Cara Cortada en un tono halagador.
Tomás luego miró a Cara Cortada y preguntó:
—Cara Cortada, ¿qué pasó?
No muy seguro de sí mismo, Cara Cortada relató todo lo que sabía. Tomás no era tonto y de inmediato captó la situación.
—Maldita sea, ¡cómo se atreve a andar estafando a otros en mi nombre! —Tomás maldijo—. Destruye su puesto y tíralo después de romperle las extremidades. ¡En el futuro, tiene prohibido poner un pie en Calle Antigua!
Abrumado por la conmoción, el dueño de la tienda se derrumbó en el suelo.
—Señor Lamarque, Señor Lamarque, tenga piedad...
A pesar de rogar de manera continua, sus súplicas cayeron en saco roto. Pronto, un grito de dolor resonó. Después de eso, fue llevado lejos de la escena.
Todos, en especial, los otros dueños de las tiendas que habían reprendido a Jaime estaban tan asustados que sus rostros perdieron todo el color. Algunos incluso se orinaron en los pantalones.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El despertar del Dragón