Moviéndose de lado, Esteban esquivó el golpe de León. Después de haberlo hecho, no hizo ningún movimiento, sino que miró a Arturo y afirmó:
—Como dije, no quiero convertirlo en un enemigo, Señor Gómez. ¿De verdad va a forzar mi mano?
La expresión de Arturo era sombría y no dijo una sola palabra.
León, por otro lado, se sintió humillado de que Esteban lograra esquivar su golpe sin esfuerzo. Su temperamento se disparó y gritó:
—¡Deja de alardear! ¡Aquí vengo!
Tirando de su puño hacia atrás, lo lanzó directamente hacia Esteban. Si ese golpe daba en el blanco, la cabeza del hombre probablemente explotaría en el acto.
La mirada de Esteban se entrecerró y la furia enrojeció su rostro.
—¡Ya que insistes, no voy a andar con rodeos! —él escupió.
Después de decir eso, extendió la mano y agarró la muñeca de León antes de lanzarle un golpe de izquierda al hombre.
Sorprendido, León sacudió la cabeza hacia un lado y pateó su pierna para obligar al hombre a retroceder.
Para su sorpresa, Esteban no lo esquivó, sino que permitió que la patada aterrizara de lleno en su pecho. Sin embargo, el fuerte retroceso envió a Luca a volar.
Le tomó un esfuerzo considerable antes de que por fin recuperara el equilibrio. Al notar las expresiones de asombro de las personas a su alrededor, al instante rugió:
—¡Uno de nosotros debe morir hoy, Esteban!
Mientras decía eso, cargó contra Esteban una vez más.
—¡Deténganse! —Mientras corría hacia el hombre, una figura apareció de manera abrupta frente a él y lo detuvo en seco.
—Tú no eres su rival, así que no tiene sentido seguir luchando contra él. Lucharé contra él en su lugar —afirmó Jaime, bloqueando el camino de León.
Una ola de mortificación lo inundó, y León espetó:
—¡Hazte a un lado! ¡Probablemente morirás de un solo golpe, considerando tu físico!
En ese momento, había perdido toda la cordura, razón por la cual se atrevió a hablar con el hombre con tanta insolencia, olvidando que Jaime era alguien a quien incluso Arturo veneraba.
Dicho esto, nunca había sido testigo de las capacidades de Jaime, por lo que en verdad no le tenía mucho respeto. Solo lo trató con cortesía por Arturo.
Ella se aferró a su brazo para que no pudiera hacer ningún movimiento.
—¡Date prisa y hazte a un lado! ¡Puedes quedar atrapado en el fuego cruzado, así que este no es el momento para que seas un héroe! —León gruñó con una expresión desdeñosa cuando escuchó que Jaime estaba dando un paso adelante para hacer alarde de sus capacidades.
Después de decir eso, saltó de nuevo y se abalanzó sobre Esteban.
—Oh bien. Ya te dije que no estás a la par, ¡pero solo quieres ir y que te den una paliza! ¡Qué idiota!
Jaime sacudió la cabeza con exasperación.
—¡Deja de comentar! ¡Ven, volvamos rápido!
Josefina procedió a arrastrarlo de regreso a sus asientos.
Esta vez, León acababa de alcanzar a Esteban después de saltar en el aire cuando el hombre le dio una patada en el pecho. La sangre goteaba por la comisura de su boca.
Ante esa vista, Arturo y los demás quedaron atónitos hasta la médula.
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