Los que habían entrado en la habitación eran un chico y dos chicas, más la gerente anterior.
Ese chico y las chicas parecían estudiantes de la facultad de al lado.
El chico era bastante guapo y alto.
Las dos chicas llevaban minifalda, eran bastante guapas y atractivas.
Al parecer era la típica escena de un alumno superior que quería ligar con las chicas nuevas de la universidad.
Cada vez que veía eso, Diego se sentía disgustado por dentro, suspiró y se preguntó por qué él no podía conseguir la simpatía de las chicas guapas.
El hombre alto saludó a todos uno por uno.
Entonces vio a Diego que estaba sentado a un lado.
-¿Qué hay, tío? Me llamo Tomás Merlo, soy de ADE… ¿quieres ser mi amigo?-
El hombre saludó a Diego sonrientemente, parecía muy experimentado con el trato de las personas.
Entonces las dos chicas guapas también se giraron con curiosidad para mirar a Diego.
No obstante, cuando vieron la vestimenta de Diego ya le miraban con desdén.
-Cof, cof. Tomás, no hace falta que conoces a él, se llama Diego Rodríguez, es un pobre de nuestra facultad, hoy ha venido solo para comer gratis-
Zenón, siendo director, también conocía a Tomás.
Así que directamente lo dijo riéndose.
-Vale… Ya decía, ¡ja, ja!-
Después de producir una risa sutil, Tomás enseguida recogió la mano que extendió para saludar.
Luego se puso a hablar con Silvino y el resto.
Yoana estaba muy enfadada, quería llevar a Diego de allí, se arrepentía mucho de haberle traído.
Sin embargo, Diego se había tomado todo eso con una sonrisa en la cara, no parecía que le habían ofendido la autoestima, de manera que le entró curiosidad a Yoana.
-¡Se-se…!-
Y la gerente que había entrado estaba observando a Diego en ese momento, se había quedado sorprendida completamente.
Recientemente la camarera le había dicho que el rico de la otra vez había venido de nuevo.
Claro, si consideraba que Diego solo era un rico común, la gerente no se habría puesto así.
La camarera no sabía que había conocido a Diego a través del gerente general del Restaurante Hogar.
Ese era el señor supremo de Calle Comercial JL, ¡Diego, el señor Diego!
No se atrevió a hablar porque las palabras de Silvino y Zenón la habían confundido.
¿Acaso Diego no era el protagonista de hoy?
Como la gerente no sabía lo que estaba pasando, solo pronunció “Se-se” y se detuvo.
-¿Qué viene por aquí?-
Preguntó en voz baja, muy emocionada.
-Oh, ¿no lo ha escuchado? ¡Hoy vine para comer gratis!-
Diego sonrió, no le pareció mala idea que le hayan reconocido, al menos se podía ahorrar el trabajo de bajar a pedir la comida.
-Sí, sí, sí, lo escuché-
La gerente se apresuró a asentir con la cabeza, mantenía la voz baja.
-Eresa, no hacía falta que se pasara en persona, solo estamos pidiendo de la carta-
En ese momento fue cuando Silvino vio a la gerente, y enseguida habló sonriente, estaba pensando que era muy considerado por ella.
Sin embargo, Eresa no se atrevió a contestar.
Silvino por su parte no se dio cuenta de nada, alegremente ordenó los platos para la mesa.
-Silvino, ¿solo has pedido dos de sus especialidades? ¿No puedes pedir dos más?-
Jazmín dijo deseosamente.
En el Restaurante Hogar, lo que realmente cabía probar era su gusto y su especialidad.
Neva también quería que Silvino pidiera dos más de los platos destacados, pero esos platos eran carísimos, y ella aún no quería que Silvino se gastara tanto dinero en ellos.
Así que rápidamente dijo, -Es suficiente con dos, ¡que cada plato destacado cuesta mil!-
-¡Guau!-
Jazmín se quedó asombrada.
Incluso las dos guapas que había traído Tomás también se quedaron pasmadas.
El famoso Restaurante Hogar era increíble de verdad.
-Se… señor Diego, ¿qué le apetece comer?-
La gerente preguntó con cuidado.
-Se comerá luego los restos que nos sobre, ¿cómo le íbamos a dejar pedir en la carta?-
Zenón hizo un resoplido.
-Eso, eso, no es nadie, ¿cómo iba a pedir aparte?-
Jazmín también volteó los ojos.
Silvino solo sonreía sin decir nada. A decir verdad, pensaba que no merecía la pena ni siquiera pedirle un plato de patatas ralladas para Diego.
Menos que había llamado a Zenón para que viniera.
O si no, Silvino no sabía qué hacer para dejarle en evidencia delante de Yoana.
Tomás dijo con una cara de embustero.
-¿Tu amigo? ¿Coche de lujo? ¿Qué coche lujoso puede atraer a estas dos hermosuras?-
Zenón preguntó con curiosidad.
Tomás encendió un cigarrillo, -Ah, ¿aún no sabéis del Lamborghini Reventón que está aparcado en nuestra universidad?-
-¿Lamborghini?-
Todos se quedaron maravillados. En vista de toda la universidad, nadie había conducido ese coche.
-Joder, Reventón, ¿ese que cuesta casi veinte millones?-
Zenón directamente gritó de sorpresa.
Incluso Neva y las chicas abrieron los ojos en grande.
-Sí, ese mismo, está aparcado en un aparcamiento que hay en el parque cerca de la universidad, pues es de un amigo fiel que tengo-
Tomás dio una calada con una sonrisa ligera.
En cambio, Diego a su lado se quedó aturdido.
No entendía que desde cuándo era su amigo fiel.
Pero después de pensarlo y comprendió enseguida que ese tipo se había aprovechado de su Lamborghini para ligar con las chicas.
Viendo la pinta de fraudulento que tenía, Diego entendió.
-Ya sé, vi las fotos en un blog, ¡así que era verdad!-
De seguida Jazmín gritó emocionante.
Luego sacó el móvil para enseñar las fotos del blog.
-¡A ver, a ver!-
Neva estaba asombrada.
Muchas chicas la rodearon para ver las fotos.
-¡Guau! ¡Qué Lamborghini más guapo!-
Las chicas de pronto dieron gritos.
Incluso Silvino fue atraído, había que reconocer que nadie se podía escapar del encanto de un coche fascinante, y más cuando ese coche costaba unos veinte millones.
-Tomás, ¿en serio? ¿Eres amigo de un tipo tan increíble? ¿Cómo le has conocido?-
Silvano le tenía mucha envidia.
Por su parte, Diego también dirigió la mirada hacia Tomás.
Él también quería saber cómo le había conocido.
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