El Heredero romance Capítulo 67

¿Qué otra cosa podría haberle pasado a Hilda?

Diego estaba sorprendido, pero no lo mostró.

Pero ahora Niceto le pidió a Diego que vaya al dormitorio de Miguela para verla, y no era bueno que no vaya.

Así como Diego también quería ver qué le pasaba a Hilda...

Aunque esa chica le había emocionado un poco antes, su actitud cambió radicalmente después de que fuera calumniado por Perla.

Pero después de todo, ¡habían sido amigos!

En realidad, Diego se estaba dando una razón, aunque hablaba de ser indiferente con Hilda, pero en realidad, como hombre normal, ¿cómo podría ser completamente indiferente a una chica tan hermosa?

En el dormitorio de Hilda.

Antes de subir las escaleras y entrar en la habitación, los seis chicos firmaron el permiso en la planta de abajo.

Una vez dentro.

Vieron a Hilda sentada en su cama llorando profusamente, estaba abrazada de Perla, que también estaba llorando profusamente.

La cara de Perla estaba muy pálida y parecía que estaba asustada.

-¡Hilda, Perla, ¡hemos venido a veros!-

Dijo Niceto.

En el camino, después de que Diego preguntara a otros, se enteró de lo que había pasado.

Resultó que los cuatro hombres que habían sido golpeados en la finca tenían identidades realmente poderosas.

Uno de ellos, con la industria de su familia, no era demasiado decir que era un magnate de la Ciudad JL.

Quitando al Grupo Negocio JL, era la industria de la familia de aquel joven la que controlaba la principal línea de negocio de la Ciudad JL.

¿Quién era ese hombre?

Se llamaba David Silva, su padre era Daniel Silva, dirigía un negocio inmobiliario, así que es un gran magnate de la Ciudad JL.

Lo de ese día fue una coincidencia. Aunque David era un chico rico, pero normalmente era muy discreto.

Había ido a la finca para beber con algunos amigos.

Cuando se emborrachó, vio que Perla e Hilda eran muy hermosas.

Entonces abusó de las dos chicas con la ayuda de alcohol.

Inesperadamente, recibió dos palizas.

Hasta le rompieron la cabeza y estaba sangrando.

Cuando regresó, David pidió ayuda.

Toda su familia se alarmó.

Aunque no tomó represalias contra las personas implicadas, pero las familias de Florín, Justo, Perla e Hilda fueron advertidos en mayor o menor medida.

La familia de Justo tenía una empresa y le habían cortado todos los recursos hoy.

La familia de Hilda también tenía una empresa y la situación era similar a la de Justo.

En cuanto a Perla y Florín, sus padres habían sido advertidos y amenazados.

Era como si quien tocara la parte vulnerable de los poderes iría a morir.

De todos modos, Hilda y Perla estaban muy asustadas.

¡Porque David había amenazado con arruinar su familia en un mes!

-¿Qué hago? ¿Qué hago? Mi padre ha contactado con mucha gente, pero no ha servido de nada.-

Hilda lloraba mucho.

Y no mencionar a Perla, que sus padres fueron despedidos directamente.

-Hilda, ¿Florín y Justo tampoco pueden hacer nada?-

Niceto las estaba mirando y no podía hacer nada para ayudarlas, solo podía charlar con ella así.

-No tienen ningún remedio. Se dijo que Justo y Florín fueron a su empresa a pedir disculpas a David de rodillas, y los echaron los guardias de seguridad.-

-¡Se dijo que Florín se abofeteó delante de David! Pero tampoco funcionó. Esta vez estamos en un lío serio.-

Dijo una de las chicas de su dormitorio, que también estaba preocupada.

Hilda lloró aún más fuerte.

Junto con Perla, no tenían la arrogancia que tenían antes.

-¡Llamemos a la policía!-

Amador se rascó la cabeza.

Todos los de la Ciudad JL sabían que la familia Silva era muy poderosa.

La gente normal no se atrevía a meterse con ellos ni de broma.

Hilda negó con la cabeza, -¡De ninguna manera, además, somos nosotros los que golpeamos a David, él no devolvió el golpe! ¡Así que si llamamos a la policía, los agentes nos detendrían a nosotros!-

Al escucharlo, todos acordaron en que eso era cierto.

-No estéis tan tristes, ¡siempre hay una solución para esto!-

Diego, que no había dicho nada antes, habló.

Hilda estaba ahora disgustada con Diego de nuevo.

Pero no tanto como Perla.

-Hilda, Perla. Diego se enteró de que os has pasado algo y vino a veros, ¡cómo va a estar aquí para reírse de vosotras!-

-Entonces, ¿qué está haciendo aquí? Me enteré de que trabaja de gigoló. Seguramente me guarde rencor porque lo conozco muy bien. ¡A decir verdad, intenté conquistarlo antes!-

Perla maldijo mientras se ponía en pie de un salto.

Se había enterado detalladamente del pasado de Diego y quería conquistarlo.

Cuando Perla estaba a punto de pelearse con Diego.

En ese momento, sonó el teléfono móvil de Hilda.

-Papá, ¿cómo van las cosas? ¿Qué dijo el gran hombre que pediste ayuda?-

Preguntó Hilda, estaba muy nerviosa.

Perla guardó silencio y escuchó atentamente.

Ahora, solo podía depender de los contactos familiares de Hilda.

-Papá, no te sientas mal, está muy ocupado, tal vez esté muy ocupado de verdad, no lo pienses mucho. Bueno, todavía estoy en mi dormitorio. Algunos compañeros han venido a verme. No tengo hambre. No he comido. No tengo apetito. ¿Qué? Bueno, les preguntaré...-

Después, Hilda colgó el teléfono.

Un poco distraída, dijo, -Mi padre quiso pedirle a alguien que dijera algo a David, para eso había reservado una mesa en el restaurante, porque le quería invitar a comer, pero le dijeron que estaban demasiado ocupados para ayudarnos. Así que ,e ha dicho que vaya a comer a ese restaurante, porque ha pedido muchos platos, y como no puede devolverlos, es mejor que vayamos todos juntos, que me habéis acompañado ya toda la tarde.-

-Niceto, veniros también, que me he dado cuenta de que es inútil seguir preocupándome así. A malas mañana iré a rogarle a David.-

-¿Hilda?-

Miguela, naturalmente, sabía a qué se refería Hilda, quería detenerla, pero no podía decir nada.

¿Qué más se podía hacer aparte de eso?

Las chicas bajaron las escaleras.

Ahora Hilda estaba bastante indefensa y lo mejor que podía hacer era ir a donde está su papá.

Perla y las chicas también estaban dispuestas a ir, porque tener un adulto cerca les daría al menos cierta sensación de seguridad. Además, los adultos tenían más experiencia y eran mejores que los jóvenes.

Niceto no podía negarse, así que los acompañó.

Y Diego, sorprendentemente, no se echó atrás esa vez.

También siguió detrás en silencio.

"De todos modos, me he encontrado con este asunto, ¡tengo que encargarme de solucionar!", pensó Diego.

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