-¿Juan? ¡Juan!-
Al ver a Juan, Flavio se sorprendió, pero no se atrevió a dar un paso adelante para saludar porque podía ver la expresión de Juan en ese momento.
Además, Flavio no había asimilado aún el susto que le trajo Diego hacía un momento.
-¡Señor Juan!-
Karlos lo saludó de inmediato.
-¿Cómo va? ¿Y el señor Diego?-
Juan dijo apresuradamente.
-¡El señor Diego ya ha conducido hasta allí, tiene miedo de que no llegue a tiempo!-
Karlos dijo apresuradamente.
-¡Oh, no! ¡Vamos, llévame a donde va el señor Diego! ¡Al señor Diego no le puede pasar nada hoy de ninguna manera!-
Mientras Juan lo decía, hizo señales a la gente para que se dirigieran hacia fuera. Al mismo tiempo, al salir, Juan primero le envió un mensaje de texto a Diego, luego sacó con cuidado un aparato con botón rojo y la presionó directamente…
Por su lado, Flavio, Jazmín y el resto se quedaron impresionados.
-¿Qué? Se… ¿Señor Diego?-
¡Habían entendido claramente que el señor Diego que Juan mencionó parecía ser Diego!
¿Diego era el señor Diego? ¿El señor Diego era Diego?
Estaban impactados. Todos conocían el famoso nombre del señor Diego de Calle Comercial JL porque ya se había difundido esa noticia en ese período de tiempo.
Sin embargo, nadie pensó que sería…
¡Claro! Cuando Diego entró, estaba muy ansioso, ellos solo se limitaron a burlarse de Diego, pero Diego lo ignoró y se fue en coche.
Conduciendo ese Lamborghini Reventón.
¡Ese era su auto!
Y enlazando el pasado, Diego organizó una fiesta en la habitación más cara de Finca Fuente.
¡Gastando dinero generosamente!
¡Cómo era que todavía no entendían de que Diego era el señor Diego!
Flavio casi se cayó de culo en el suelo.
Increíblemente preguntó a un asesor de ventas que estaba a un lado.
-¿El señor Diego que mencionó el gerente Karlos y el señor Juan es Diego Rodríguez? ¿El auto de antes es suyo?-
El asesor de ventas asintió con admiración, -Sí, ¿no le conocían?-
La última frase era extraña.
El asesor pensó, “Yo me sorprendí más antes cuando le estabais hablando de esa forma al señor Diego, y pensé que a lo mejor sois de un estatus social más alto que el señor Diego. ¡Ahora resulta que ni siquiera sabéis nada sobre él!”.
-¡Ay Dios mío!-
En ese momento, Flavio estaba completamente aturdido.
Jazmín tenía una expresión muy fea, porque la persona a la que despreciaba era alguien totalmente inalcanzable para ella.
En resumen, ahora Jazmín y su grupo sentían algo muy difícil de explicar, ¡pero estaba claro que tenían hasta ganas de morir!
-O si no, ¿vamos a escondidas para ver si es que hay dos personas que se llaman igual?- dijeron casi al mismo tiempo Ismael y Zenón.
Estaban autoengañándose, porque realmente no querían enfrentar esa realidad.
-¡Está bien, estoy de acuerdo!-
-¡Yo también estoy de acuerdo!-
-¡Entonces vamos de prisa, o le vamos a perder de vista!- ¡Flavio se secó el sudor frío y se apresuró a tomar el coche con Ismael!
Hablando de Diego, condujo locamente todo el camino.
Se saltó una docena de semáforos rojos.
Finalmente, llegó al Restaurante Inacabado que dijo Celipe.
Era un lugar muy desidioso, con solo una docena de pisos construidos, y fue abandonado por problemas de cimiento.
Porque detrás de ese bloque de edificios se encontraba la intersección de los ramales del curso bajo del Río Protección de Ciudad JL.
El curso de agua estaba a una velocidad muy acelerada.
Originalmente, los cimientos de ese edificio estaban a cierta distancia de la superficie del río, pero debido a la erosión del suelo, la ribera estaba llegando casi hasta debajo del edificio.
¡Así que se convirtió en un edificio peligroso y tuvo que detenerse!
Diego había visto ese lugar antes en las noticias.
-¡Diego! ¡No esperaba que vinieras tan pronto!-
De repente, una voz sonó desde lo alto del edificio, era Celipe, estaba contemplando a Diego desde una posición superior.
Diego estaba tan enojado que no respondió, solo corrió hasta al ático.
Celipe todavía llevaba una gorra de visera, pero en ese momento se veía mucho más moreno y, por supuesto, también era mucho más fuerte, tenía una barba desaliñada que le hacía parecer más a un bárbaro.
Y junto a él estaba Yoana, que estaba fuertemente atada y le habían cubierto la boca con cinta adhesiva.
-Mmm…-
Yoana negó con la cabeza frenéticamente a Diego, queriendo decir, “¿Por qué eres tan estúpido? ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Vete de prisa!”.
Inesperadamente, ¿le habían venido con eso?
¿Más de veinte helicópteros? Solo habían pasado veinte minutos desde que llegó Diego, y solo habían pasado cuarenta minutos desde que hizo la llamada.
¿De dónde sacó tantos helicópteros?
Ahora no podía saltar abajo, porque esas redes habían rodeado todos los alrededores, ¡no podría morir, aunque quisiera!
Por su lado, Diego también se sorprendió.
No esperaba que el mensaje de texto de Juan que acababa de recibir en el camino fuera tan útil.
-¡Señor Diego! ¡No sea impulsivo! ¡Solo necesito que le distraiga durante treinta minutos, solo treinta minutos y todo irá bien!-
Juan siempre había hecho las cosas con madurez y seguridad.
No había necesidad de mentirle en ese momento, así que Diego le creyó.
Por eso, ya habían pasado más de cuarenta minutos desde que Diego llegó.
¡Diego tampoco fue muy pringado!
Pero no esperaba que lo que decía Juan de que todo irá bien se refería a enviarle veinte helicópteros.
Diego estaba impactado por esa escena tan monumental.
-¡Guau!-
En ese momento, el atónito Celipe dio un grito, se tapó el cuello y cayó directamente al suelo, temblando todo su cuerpo.
Pero sus ojos seguían enrojecidos y miró a Diego con resentimiento.
Entonces, un helicóptero se detuvo sobre el edificio.
De seguida Juan salió apresuradamente del helicóptero.
-¡Señor Diego, disculpe que le hayamos sorprendido!-
Juan dijo apresuradamente.
Estaba realmente sorprendido.
Sin embargo, Diego fue a desatarle apresuradamente a Yoana.
Luego se le acercó a Juan, -Juan, ¿tú enviaste a todos estos helicópteros?-
Diego preguntó con pasmo.
-Sí, utilicé el apoyo especial de la familia. Temía que al señor Diego le pasase algo hoy, cof, cof, pero creo que también es hora de que el señor Diego se haga una idea de lo que realmente es su familia. ¡Considérelo como mi último servicio para usted!-
Juan dijo con una sonrisa amarga.
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