El Invitado de La Boda romance Capítulo 36

De acuerdo, todos tenemos nuestras fantasías sexuales y probablemente hacerlo en la playa es una de ellas, pero, de ahí a que se hagan realidad es algo muy diferente. Hay que encontrar el momento, la persona y que el ambiente se preste; con ella tengo todo eso y mucho mas y es por eso que ahora mi cuerpo se encuentra sobre el suyo mientras mis movimientos le hacen delirar.

Sus dedos se enredan en mi cabello, su boca me besa de manera intermitente a medida de los gemidos lo van permitiendo y sus piernas se enredan en mi para hacer que el placer sea mayor. Nuestros cuerpos se convierten en cómplices perfectos para provocar que el placer sea el principal invitado de este día. Sus gemidos a mi oído advierten que lo mejor esta por llegar y no me equivoco cuando le siento rendirse a todo esto que provocamos juntos. Mi ser entero se estremece junto a ella y sigo sus pasos dejándome ir al lugar que tanto me gusta cuando estoy a su lado.

—Te amo. — le digo al oído con mi respiración a tope.

Ella me besa agitada y se sonríe —Yo a ti. — rebate y vuelvo a besarla, para luego dejarme caer a su lado sobre la arena.

—Amo esta casa y su playa. — comento divertido y con mi respiración a mil, me siento y busco mi traje de baño.

Ella se sienta también y busca su bikini para colocárselo —me pasa igual. — dice divertida.

—¿Lo habías hecho en la playa? — me atrevo a preguntarle y ríe.

—No, y ¿tú? — me cuestiona.

Niego de inmediato con la cabeza y sonríe —tampoco. —

Me encanta saber que hay algo que hemos hecho juntos por primera vez y a ella al parecer, también le agrada ya que su sonrisa es amplia. —nuestra primera vez juntos en algo… creo que no será la única. — comenta con un tono lleno de picardía y rio.

[…]

Después de aquel mágico momento juntos en la playa, entramos a la casa, nos duchamos, nos cambiamos y decidimos cocinar juntos. Es como si intentáramos descubrir que tal se nos da la convivencia o algo así, podríamos llamarlo un “simulacro.” Afortunadamente, se nos da de maravilla y ella parece haber olvidado todo lo que vio de su hasta ahora esposo, o quizás no y simplemente esta intentando de que la rabia y la tristeza no le ganen, eso no lo sé.

Estoy a punto de sacar los fideos del agua, cuando alguien golpea la puerta y nuestras miradas se cruzan de inmediato. —voy yo, de seguro es alguno de los vecinos que vio el auto y quiere saludar. — dice y rápidamente va hacia la puerta.

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