Al día siguiente: 22 de septiembre, 2018
Algo desorientado abro mis ojos y al hacerlo, encuentro el lado izquierdo de la cama completamente vacío y con solo un pequeño papelito sobre la almohada donde anoche ella ha caído rendida después de que hiciéramos el amor hasta que nuestros cuerpos lo han resistido.
Tomo el papel con mis manos y volteo a ver el reloj que esta sobre la mesita de noche —¿Ya el mediodía?— Me pregunto y desdoblo el papel mientras vuelvo a acomodar mi cabeza sobre la almohada.
“Buenos días lindo,
No quise despertarte, te veías muy cansado, pero yo tuve que irme para no levantar sospechas. Por favor, no olvides lo que te he dicho anoche.
Te amo,
Alai.”
Sonrió como un tonto al terminar de leer su nota y a mi mente regresan todos los recuerdos de lo que hicimos anoche haciendo que mi cuerpo vuelva a sentir esas cosquillas por dentro que me recuerdan a cuando era un adolecente. Definitivamente ella me lleva a sentirme como un niño una y otra vez, y quizás eso es lo que más me gusta de lo que nos traemos los dos.
Dejo la nota sobre la mesita de noche, me levanto de la cama y voy directamente al baño para ir a ducharme e intentar comenzar este sábado. Abro el grifo del agua, me cepillo los dientes mientras la temperatura del agua llega a su punto y luego me meto debajo de la cascada, supongo que el dormir desnudo me ha ahorrado el paso de desvestirme.
Últimamente la ducha se ha convertido en mi sitio de meditación, aquí es donde analizo mi vida, lo que sucede en ella y lo que quisiera hacer y a decir verdad, en estos momentos me encantaría adelantar el tiempo a momento preciso donde ella se instalara en este departamento y estuviese aquí conmigo.
Pienso en el mundo de posibilidades que podríamos tener juntos e imagino que después de comernos a besos al amanecer, ella y yo podríamos ir a caminar alrededor del lago o quizás ir al “Farmer’s Market” que hay cada fin de semana y comprar alimentos orgánicos o simplemente alguna pieza de arte que apoye a algún artista local. Puedo imaginarnos almorzando en el área externa de algún restaurant bonito y disfrutar el clima o también ir a andar en bote a alguno de los cientos de lagos que hay en esta ciudad.
—Algún día…— Me digo en voz alta mientras voy quitando el champú de mi cabello.
Rápidamente termino de ducharme, envuelvo una toalla en mi cintura y salgo del baño para ir a cambiarme a mi habitación.
—Si claro, ¿Cuántas llevo?— Pregunto y le escucho sumando muy bajito.
—Bueno, somos Lana, yo, Alai, Fernando, tu, Marcos y Javier.— Me explica y el escuchar el nombre de Alai vuelve a alterarme.
—Perfecto, llevare bastantes entonces. — Digo en un intento por disimular la ilusión que me hace verle aunque sea con él.
—Te esperamos entonces. — Me dice y termina la llamada.
En momentos como este es cuando me siento culpable por estar acostándome con la hija de mi socio estando casada, pero es que no puedo evitarlo, la amo y sé que me traerá problemas cuando todo salga a la luz, pero también tengo muy claro que valdrá la pena si el resultado final es estar con ella para siempre.
—Bueno Martin, te toca tragarte todo lo que sientes y verla con su marido una vez más.— Me digo mirándome al espejo e intentando convencerme de que todo esto pasara como también pasan las tormentas de verano de esta ciudad.
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