El Invitado de La Boda romance Capítulo 3

Aquí estoy parado en una esquina del salón de fiestas con una copa de un fino champagne en mi mano observando como los novios bailan su primera canción juntos. Debo ser el idiota más grande del mundo por sentirme así, pero como muchas veces… siento que llego tarde perdiéndome ciertas oportunidades en mi vida.

Las bodas son todas prácticamente iguales y al llegar el momento del baile de padre e hija y el novio con su madre; llega la oportunidad para que los invitados bailemos con la novia o en el caso de las mujeres, con el novio. Dejo la copa a un lado y espero mi momento para bailar con ella.

El hombre algo mayor y que supongo que es familiar de la familia del novio se va de la pista, y sin hesitar voy hacia ella. Sus ojos verdes se clavan en los míos haciéndome sentir que descubre uno a uno todos mis secretos. –Hola— Digo colocando una de mis manos sobre su fina cintura y la otra entrelazándola con su mano.

—Hola.— Dice y sonríe como si estuviese nerviosa.

Nos movemos al ritmo de la canción y analizo cada detalle de ella de cerca –Con todo respeto, eres la novia más hermosa que he visto en toda mi vida. — Me atrevo a decirle.

Es claro que no esperaba escuchar algo así de un hombre que apenas ha conocido el día de hoy. Sus ojos me miran con detenimiento y me imagino todo lo que puede estar pasando por su cabeza en estos momentos.

—Gracias. — Dice finalmente y mira hacia un lado, pero al parecer soy el ultimo con el que debe bailar –Entonces, tengo entendido que regresaras a trabajar a la empresa…— Comenta.

—Sí, el lunes me incorporo nuevamente. — Le informo.

—Supongo que nos tocara trabajar juntos.— Comenta.

Sonrió ampliamente ante la alegría que provocan esas palabras en mi –Si, ¿Cuándo regresaras tú?— Indago.

—En dos semanas. — Responde y antes que pueda decir algo más, la canción termina haciendo que deba soltarla para volver a ser ese invitado que observa a feliz pareja celebrando su unión.

Muchas veces me ha dicho que no parezco de descendencia latina y en ciertos casos me ha jugado a favor.

Cruzo mi mirada con ellas y las observo. Una es bastante joven de cabello color cobrizo y ojos marrones. Es delgada, no muy alta, y una figura armoniosa. La otra es de cabello negro, ojos marrones, un poco más alta y de curvas pronunciadas. Son lindas, no voy a mentir… pero Alai no se sale de mi cabeza y ese es el problema. En realidad, también es ella el motivo por el cual estoy aquí.

Debo olvidarla y creo que alguna de esas dos desconocidas puede llegar a ser una opción, ¿Quién sabe?

Lo que si tengo por seguro es que una mujer recién casada no se fijara en mí y menos sabiendo que su padre y yo somos socios; ese si sería un gran problema.

Que comience la acción. Me digo a mí mismo y me acerco a las dos desconocidas.

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