El Invitado de La Boda romance Capítulo 40

Ayudo a David a entrar las cosas de Alai y una vez que todo está a un costado, cierro la puerta. Su mirada expectante sobre mí me intimida un poco y es que esta vez me está mirando como suegro y no como amigo o socio.

—¿Te ofrezco algo de tomar? — pregunto rompiendo el hielo, pero la tímida risa de Alai me sorprende haciendo que la tenga que mirar —¿Qué sucede? — pregunto un poco confundido y se acerca a nosotros.

—Que están actuando como dos extraños cuando no es así. — expone y mira a su padre —Papá, sé que lo mío con Martin te tomó por sorpresa, incluso yo me sorprendí cuando me di cuenta de lo que me pasaba con él, pero tampoco tienes que actuar así… ustedes son amigos, socios… y yo, bueno, yo no quiero arruinar eso. — le dice y por alguna razón, David sonríe.

Él acaricia el brazo de Alai y luego lleva su mano sobre el rostro de ella para acariciarla con delicadeza —yo solo quiero verte feliz hija. — le explica —si hubiera sabido los planes de ese imbécil, nunca hubiera permitido que se te acercara, pero no supe verlo. — le dice con culpa y realmente es hermosa la relación que tienen. —tu madre y yo solo queremos verte feliz y aunque tu relación con Martin no comenzó de una manera a la que nosotros estamos “acostumbrados” por llamarlo así, solo deseamos lo mejor para tu vida. — le deja saber y nunca había visto a Alai sonreír de esa manera tan especial.

En este instante confirmo eso que dicen de que la gente tiene diferentes tipos de sonrisas… ella las tiene.

—Pa, sé que es difícil, pero créeme…— dice y me mira —él es lo mejor que me paso en la vida, lo amo y aunque parezca una locura, yo lo deje pasar una vez, pero la vida lo trajo de nuevo hacia mí. — explica y sé muy bien a lo que se refiere, pero obviamente su padre no.

—Creo que no te voy a preguntar de que hablas, no lo quiero saber. — bromea haciéndonos reír —solo puedo desearles que sean felices y que haré todo lo que este a mi alcance para que Fernando no vuelva a ser un estorbo en tu vida. —

—Me conformo con estar divorciada de él. — sentencia ella.

David la mira y asiente —eso no lo dudes, no volverá a meterse contigo. — le asegura.

—David. — interrumpo y de inmediato me mira.

—¿Si? —

—¿Puedo hablar contigo un momento? — le pregunto y ella me mira extrañada.

—¿Me voy o qué? — cuestiona divertida haciéndome sonreír.

—No, es acerca de ti. — le explico y vuelvo a mirar al ahora mi suegro.

—Dime Martin. — insiste.

—¿Nos sentamos un momento? — propongo señalando los sofás y rápidamente los tres caminamos hacia allá.

Alai y yo nos sentamos en uno y David hace lo mismo en el otro sofá. —tu dirás. — dice dándome pie para hablar.

—Sé que te parecerá una locura, pero cuando tu hija quede libre de ese imbécil…— digo y la miro a los ojos como pidiéndole permiso para decirle de nuestros planes.

—Dile. — me responde y sonrió aliviado.

—Se van a casar, ¿no? — nos dice él tomándonos por sorpresa.

—¿Cómo lo sabes? — pregunto intentando no demostrar los nervios que siento en estos momentos.

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