El padre de mi amiga romance Capítulo 34

Narra Abel.

Cuando llegamos al hospital, se llevaron a Luciana inmediatamente. Segundos después fui a ver a Fabiola, ella estaba recuperándose y eso me daba gusto. Luego pase por la habitación de Alexis, él estaba recostado, tenía una almohada en  la espalda.

—Te ves fatal—me dijo, sonreí ante sus palabras, ingresé y me senté a su lado.

—Tu también te vez fatal—comente.

Guarde silencio por un momento.

—Yo...te quiero pedir una disculpa por dudar de ti, nunca debí pensar que...

—No tienes porque disculparte, te entiendo perfectamente, hasta yo hubiera hecho lo mismo. Todo esto quedó en el olvido para mí—pronunció, sus palabras fueron sinceras.

Sonreí, pero mí mirada se plasmó hacía la puerta donde estaba una cara familiar. Mí hija había llegado. Pero presentía que no había llegado a verme a mí precisamente.

—Papá, me enteré lo que pasó ¿Cómo estás? ¿Cómo está Luciana?—preguntó ingresando a la habitación.

—Estamos bien —le respondí, ella se veía ansiosa, no dejaba de ver a Alexis.

—Puedes hablas con él unos minutos—le dije, luego me fui de la habitación, bueno me quedé afuera, no quería escuchar su conversación, pero necesitaba hacerlo para confirmar sus sentimientos.

—No debiste venir. No estamos en condiciones para estar en una misma habitación—dijo Alexis.

Vi cuando ella se acercó a su cama y tomó su  mano.

—Vine porque te amo, y se que tu también me amas—mencionó ella—. Dime ¿ acaso me equivoco?—preguntó.

—No te equivocas, eres lo que más amo en este mundo—le respondió.

Pude ver cómo mí hija sonrió.

—Entonces luchemos por estar juntos, lo único que deseo es estar junto a ti—le dijo Ericka.

Alexis parecía tener una batalla interna.

—Estar contigo para siempre es lo que más deseo, pero no  puedo, nuestro amor es imposible—contestó con dolor en sus palabras—. Cuando me recupere me iré del país, inaugurare una nueva oficina, estar  alejados será lo mejor para los dos—finalizó.

Ella apuntó su mirada a la ventana, negándose a mirarlo.  Desde mí posición pude ver cómo ella derramaba lágrimas. Algo en mí dolió, ellos se veían como Luciana y yo: un amor imposible. Suspiré y tomé valor para hacer lo que iba hacer, para no arrepentirme después.

—No es necesario que te vayas—dije ingresando a la habitación, ambos voltearon a verme—. Tienen mí bendición—pronuncie finalmente aceptando su amor.

Ericka fue la primera en reaccionar.

—¿Hablas en serio?—preguntó ella.

Yo asentí con la cabeza.

—Si alguna vez la lastimas, te  buscaré y te mataré —le dije esta vez a Alexis. Sabía que mí hija era resistente. Con el tiempo, encontraría una manera de recuperarse y seguir adelante sino permitía su Romance. Pero también sabía lo decidida que era, iba a tener resentimiento hacía mí  por el resto de su vida y eso era  algo con lo que no podía  vivir. Estaba haciendo esto por mí hija y nada más.

—Quiero que sepas que yo la  amo y...

—Guárdalo, hombre. Ni siquiera puedo soportar escuchar esa mierda en este momento—interrumpí a mí amigo. Él simplemente sonrió, tomó a mí hija de la mano y ella lo vio con amor y alegría—. Los veré después, debo ver a Luciana—dije dándome la vuelta para salir.

—Espera papá—me llamo Ericka.

Me di la vuelta y ella se acercó abrazarme, puso su cabeza en mí pecho.

—Gracias—dijo en un tono de alegría.

Solo me quedé ahí abrazándola por unos segundos, disfrutando de mí pequeña. Iba ser difícil verlos juntos como una pareja, pero creo que solo era  cuestión de acostumbrarme.

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