Narra Abel.
Vi sangre. Escanee el lado de la cama, encontrándome con más sangre, la lámpara estaba rota. Me temblaban las manos mientras tomaba mí celular para llamar al 911.
—Dios, ¿a qué la he arrastrado?—dije mentalmente sintiéndome culpable.
—¿Tiene idea de lo que pasó?
—Te lo acabo de decir, no tengo idea de lo que pasó. La dejé durante veinte minutos como máximo, y cuando volví, ella se había ido. ¡Deja de perder tu maldito tiempo conmigo y haz tu trabajo! —le grite al policía novato que intentaba compensar en exceso su ineptitud. La policía apareció antes que el oficial Smith llegará. Me estuvieron interrogando por varios minutos como si hubiera lastimado y secuestrado a mí propia novia. Mí frustración estaba en su punto más alto.
—Señor Brown, ¿conoce a alguien que quisiera lastimar a la señorita Peralta?
—Como dije, no tengo idea—respondí, no se me ocurría alguna persona que me quisiera hacerle daño—. ¿Dónde diablos está el Oficial Smith?— pregunté—. Escucha, haz tu maldito trabajo y deja de concentrarte en mí— gruñí, mirando mí celular en busca de actualizaciones de Fabiola. Le envié un mensaje de texto diciéndole que no dejara que Alexis se fuera del club, no quería pensar que él estuviera involucrado en todo esto, pero fue una gran casualidad que me mandó a llamar justo antes del secuestro.
—Señor, no creo que haya explicado claramente por qué estaba la joven aquí en su casa. Parece estar un poco fuera de su edad —comentó de una manera que me enfureció.
En ese momento, salte sobre él, mis manos se aferraron a su cuello.
—Mide tus malditas palabras—dije.
—¡Abel!—gritó Smith. Él llegó y se colocó detrás de mí para que liberará al novato. Lo hice a regañadientes, ¿Cómo se atrevía este idiota a cuestionar mí relación con ella? Debería estar preocupado por quién se la llevó—. Abel, déjalo ir. Con esto no vas a ayudar a nadie —agregó Smith
Lo liberé de mí agarre asesino y lo empujé lejos. Mí corazón se aceleró y mis manos temblaron incontrolablemente. Ha pasado más de una hora, solo pensé en las cosas que ella estaría soportando en estos momentos y yo estaba aquí sin hacer nada por ayudarla. Luego me volví hacia Smith.
—La sacaron de esta habitación. Ha pasado más de una hora. Deben dejar de mirarme y empezar a señalar a los verdaderos sospechosos—dije mí voz se quebró al final.
El dolor en mí pecho explotó. Necesitaba llegar al club. En ese momento se me vino a la mente las palabras de Amanda cuando la eché del club, no estaba seguro si hubiera sido capaz de hacer todo esto, pero no tenía otra opción. Necesita hacer algo. Arrastré a Smith lejos de sus secuaces y le di los nombres de quienes sospechaba. Luego Salí corriendo de la casa, le envié un mensaje de texto a Fabiola diciéndole que estaba en camino. La imagen de la sonrisa de Luciana y el sonido de su risa se instalaron una y otra vez en mí cabeza mientras rompía todas y cada una de las infracciones de tránsito. Una vez que llegue, dejé el coche estacionado y salí hacía el interior del club, por la hora no habían clientes solo el personal administrativo.
—Por aquí, jefe—escuche la voz de Fabiola.
—Tenemos otro problema, uno muy grave—mencionó—. Está saliendo humo del almacén que está detrás del edificio. Acabo de revisar los monitores por mí Tablet. Alguien prendió fuego, bloqueando las tres salidas —agregó asustada. Sus palabras apenas se registraron en mí mente. Solo necesitaba acceder a mí celular—.Jefe, creo que tenemos que...
Fabiola fue interrumpida por una fuerte explosión. Una ráfaga de llamas salió disparada desde la trastienda. Un fuerte estruendo resonó por todo el club. Las paredes temblaron a nuestro alrededor, luego cayó una gran parte del techo. Me vi obligado a zambullirme hacia un lado para evitar que me aplastara.
—Joder, qué fue eso?— dijo Alexis—.Tenemos que largarnos de aquí—agregó acercándose a mí, iba a tomar mí brazo para salir, pero lo aparte de un golpe.
—Necesito mí teléfono—dije, pero otra explosión fuerte se escuchó, provenía de la sección de la pista de baile a pocos centímetros de nosotros. Las ventanas se rompieron de repente, bloqueé mí cara, pero eso no impidió que los fragmentos de vidrio se clavaran en mis antebrazos y piernas.
—Vas a tener que conseguir uno nuevo. Tenemos que irnos. Ahora—me dijo molestó Alexis.
Fabiola también se había acercado.
Él tenía razón y aunque no quería dejar el único medio para encontrar a Luciana, teníamos que salir de ahí. Pero solo pudimos dar unos cuantos pasos cuando escuchamos otra explosión, y otro trozo del techo cayó sobre la barra, aplastando la parte superior. Las llamas exploraron, creando una barrera. Salte sobre él, sin importarme si me quemaba, Fabiola y Alexis hicieron lo mismo, caminamos hacía la salida principal. Había mucho humo, mí piel ardía por todas las llamas circundantes. Comencé a toser y me tape la boca, pero justo en ese momento una bola de fuego explotó arrojándonos a los tres hacia atrás, luego de eso todo se volvió oscuro.
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