Donovan Bristol
Después de que Dayana regreso de sus compras volvió algo extraña, no le pregunte por qué la note agobiada y lo mejor es que tenga su espacio. Continúo leyendo en la terraza junto a la piscina por varios minutos hasta que ella sale con un traje de baño, se sienta en el borde con sus pies metidos en el agua, me acerco hasta la rubia.
—Te noto preocupada ¿sucede algo? ¿Te hicieron algo malo? —interrogo.
—No pasa nada, —murmura, pero no me la creo.
—Dayana, —reprocho.
—Estoy bien ¿vale? —me mira con una sonrisa que no muestra la alegría que quiere demostrar tener, suspiro y decido dejarlo pasar porque cuando esté preparada. Entonces seguro me dirá, espero y no tarde en hacerlo, me preocupa que sea algo de salud y no haya vuelta atrás por ser tarde para ayudarle.
—¿Quieres que nade contigo? —interrogo.
—Claro, —me pongo de pie—¿Dónde vas?
—Por un traje de baño, —niega y se pone de pie.
—No es necesario, —suelta el lazo de su traje de baño para terminar desnuda en poco tiempo, se tira a la piscina, niego y me quito la ropa para entrar también. La sigo hasta tenerla atrapada entre mis brazos, beso sus labios y luego todo su rostro haciéndola reír.
—¿Sabe que me debe mucho, futura señora de Bristol? —envuelve sus piernas en mi cadera.
—¿Piensa cobrarse lo que debo? —interroga.
—Con rédito y todo, —anuncio, me besa con pasión desenfrenada y me calienta, no tardo mucho para llenar su interior, gime y enreda sus dedos en mi cabello, me muevo despacio y camino hasta el borde donde están los escalones para tener mejor movilidad.
—Donovan, —gimotea al momento que llevo uno de sus pezones a mi boca, me encanta poder tenerlos a mi antojo y escucharla gemir cuando los mordisqueo, se curva y siento su sexo apretarse, jadeo y grita liberándose.
—Eso preciosa, —beso su cuello, su mandíbula y luego su boca permaneciendo enterrado en ella, suspira y me abraza con fuerza, solloza y no entiendo que pasa—¿Hice algo malo? —niega—. Me preocupas Dayana ¿dime qué sucede? Por favor, —si no sé qué pasa, no puedo ayudarla.
—Esto-y emba-razada, —lo dice tartamudeando, pero para mí fue bastante claro lo que ha dicho. Su rostro sale de mi cuello para observarme, su expresión es de miedo y bastante angustia.
—Dayana…
—Lo sé, me preguntaste si me cuido y pensaba que mi anovulación era suficiente para protegerme, pero ahora fui con la doctora y se dio cuenta de que todo volvió a la normalidad y que mis problemas hormonales están arreglados, ya que se debían a mis emociones descontroladas…
—Sh… tranquila, —susurro. —Solo iba a decir que me llena de mucha alegría saber que tendremos un hijo, —sonrió y la abrazo.
—Pen-sé que no, nos ibas a aceptar, —llora.
—Nunca te abandonaría, eres mi prometida y la mujer que quiero, —aprieto su cuerpo contra el mío y suspiro—. Gracias por darme este maravilloso regalo, —susurro—. Dios, voy a ser papá ¡Seré papá! —exclamo.
—Un pequeño Bristol, —murmura.
(…)
Reposo mi cabeza en su vientre aun plano mientras sus dedos se funden en mi cabello. Nunca pensé que tendría tal oportunidad de poder tener hijos, no es algo que tenía planeado para ahora, pero ha llegado este momento y deseo aprovecharlo al máximo a su lado.
—¿Estás feliz? —la escucho preguntar, beso su vientre y la observo.
—No hay palabras para describir la alegría que siento, me haces muy feliz Dayana Berlusconi, —anuncio—. Pensé que este momento se prologaría por más tiempo y que ya luego tendríamos que recurrir a un tercero para tener hijos, pero saber que podemos tenerlo sin eso es un alivio, —murmuro.
—¿Pensabas tener hijos conmigo? —cuestiona sorprendida.
—Todo matrimonio tiene su propia familia, no esperaba que fuera tan rápido, pero sí, pensé que algún día tendríamos nuestros propios hijos, —sonríe.
—Eres especial, —es lo único que dice.
Es fin de semana y podemos aprovecharlo juntos, me encargo de estar a su lado todo el tiempo. Toco su vientre, Dayana sin protesta recibe todos los mimos que tengo para darle, me siento en plena felicidad y no dejaré que nadie pueda quitarme lo que estoy sintiendo en estos momentos.
—¿Cuándo volverás con la médica? —cuestiono.
—Dios, ni siquiera la deje terminar, me levanta y vestí para salir de allí, mi mente estaba en blanco, —susurra.
La boda seguirá en marcha y ya quiero ver cómo reaccionan mi madre ante la noticia de que estoy embarazada, Donovan se le ocurrió organizar una pequeña cena familiar en su apartamento, no sé cuáles son sus planes con exactitud, pero creo que invitara a Sonia y no quiero que lo haga, sé que desea tener su empresa y todo eso, pero no quiero que involucre al bebé en estos planes.
—No la invitaré, —lo observo.
—¿Qué?
—Supongo que esa idea pasa por tu cabeza, pero no invitaré a Sonia a nuestra cena, —suspiro.
—¿Entonces a quién?
—Alexandro es como mi hermano, creo que es la única familia que tengo y pues quiero compartirle esta noticia, —comenta mientras frota la toalla en su cabello mojado. Es un completo alivio, pero también me da mucha pena que esa persona que lo vio crecer sea tan frívola con él y que no pueda alegrarse por este momento tan especial para Donovan.
—Es que siento que sería como involucrar al bebé en este conflicto de tu herencia, —asiente.
—Igual lo pensé, pero no quería que te sientas utilizada y que pienses que utilizaré esto para que Sonia baje la guardia, no pretendo hacerlo y el contrato que te hice firmar lo destruí a nuestro regreso, no queda nada que evidencia como todo comenzó, pero quedara en nuestros recuerdos como floreció nuestro amor, —no puedo evitar mirarlo con tanto cariño.
—Donovan, —palmeo a mi lado, camina desnudo después de dejar la toalla en el sofá y sube a la cama, me coloco ahorcajada de este y uno nuestros labios con amor—Te quiero, —termino diciéndole con el poco aire que queda en mis pulmones después de ese beso cargado de emoción.
—También te quiero, Dayana, —nunca pensé que lograría enamorarme de nuevo, pero él se merece todo mi amor, confianza y cualquier cosa que pueda ofrecerle. Esto surgió de un contrato que al fin y al cabo sirvió para unirnos para toda la vida, supongo que tarde o temprano el cariño entre nosotros crecería y ahora que llevo una parte de ambos en mi vientre, no puedo evitar sentirme totalmente pérdida por el señor Bristol.
—¿No tienes miedo? —cuestiono mientras siento una de sus manos posarse en mi vientre.
—No puedo negarlo, pero sé que juntos lograremos darle todo el amor del mundo y que seremos buenos padres, sé que a mi hijo tendrá una madre mejor que la mía y eso me llena de mucha felicidad, —susurra.
Beso su mejilla y luego la punta de su nariz, me llena de ternura todo lo que sale de su boca, me abraza y se mueve para dejarme con cuidado debajo de su cuerpo, suspira después de enterrar su rostro en mi cuello y pasear sus labios por este.
»Esto sin duda es lo mejor de mi existencia, nunca espere que la felicidad llegara a mi vida, no de esta manera, —lo escucho decir—. Pensaba que después de estar en mis sesenta podría contratar un vientre para un hijo al cual le dejaría toda mi fortuna o tal vez lograría adoptar un pequeño de un orfanato.
—No lo recuerdes, —susurro—. Ahora nos tienes a nosotros para llenarte de felicidad.
—Lo sé, —me mira a los ojos y puedo notar que los suyos brillan porque retiene las lágrimas—. No me siento solo, ya no más.
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