El santo millonario romance Capítulo 43

Alexandro Bianchini

—Amo las cenas familiares, —anuncio cuando ingreso al apartamento de Donovan, camino hasta la sala encontrando una señora rubia muy parecida a Dayana, supongo es su madre—Bella dama, —saludo.

—Dayana, no me dijiste que tu novio tenía hermanos, —anuncia y me río.

—En realidad soy el mejor amigo, pero puede considerarme como su hermano, me presento, Alexandro Bianchini para servirle, —estiro mi mano para tomar la suya y luego me acerco para depositar un beso en cada mejilla.

—Soy Laura, —saluda con una sonrisa.

—Dayana es muy parecida a usted señora Laura, —comento mientras no sentamos en el sofá.

—Nada de señora, —reprocha—. Dime Laura, —solicita y asiento.

—Es bueno verte de nuevo Alexandro ¿Qué tal tu chico? —cuestiona Dayana y eso me provoca que sonríe.

—Atrapado, —anuncio, niega con una sonrisa.

Durante un rato converso con Laura que me cuenta su historia y lo contenta que se siente de que su hija esté con Donovan, me siento de la misma manera y verlo tan feliz es un motivo para festejar todos los días.

—Pasemos a la mesa, —anuncia Donovan cuando ya todo está servido, nos sentamos y mi querido amigo permanece de pie—. Antes de comenzar Dayana y yo queremos que sean los primeros en enterarse, —la rubia se coloca a su lado y este posa su mano en su vientre—. Estamos esperando un bebé, —nos quedamos sorprendidos y en silencio.

—¡Enhorabuena! —Exclamo poniéndome de pie para ir a abrazarlo, palmeo su espalda con orgullo—. Felicidades, Dayana, —le doy un beso en cada mejilla, su madre lloriquea y los felicita.

—Fue muy sorpresivo para nosotros y llego de la nada…

—Déjate de bromas, ya que todos sabemos cómo se hacen los bebés y ese niño de la nada no salió, —suelto interrumpiéndolo provocando que los presentes se rían, Donovan palpa sus bolsillos hasta sacar su teléfono.

—Si con el habla… ¡¿Qué?! —Exclama mientras se mueve inquieto—… voy a salir para allá enseguida, —anuncia para colgar.

—¿Qué sucede?

—Gabriel y el bastardo de su padre, se fugaron robando todas las joyas y caja fuerte de mi madre, —abro mis ojos bastante sorprendido.

—¿Qué paso con Sonia?

—Está malherida en la clínica central, —anuncia—. Debo ir con ella, —mira a Dayana que asiente.

—Iré contigo, —asiente y este da varias órdenes a los de seguridad, nos marchamos hacia la clínica, sé que le duele todo esto a pesar de que Sonia es una bruja desde lo sucedido.

—Ella estará bien, —le digo, ya que el refrán dice que la mala hierba nunca muere y esa es una serpiente repleta de veneno.

(…)

Al llegar a la clínica subimos hasta la sala de espera porque según la enfermera la señora se encuentra en cirugía, tal parece que los hijos de perra la agredieron y también por lo que entendí recibió una estocada por un objeto corto punzante.

Por más que la víbora se merezca lo peor, no puedo evitar ver a mi pobre amigo sufrir por esos hijos de perra. Bien dicen que tarde o temprano, el perro muerde la mano de quien le da de comer y esos no fueron la excepción.

—Familiares de la señora Bristol, —llaman después de varias horas.

—Soy su hijo, —anuncia.

—La señora Bristol está fuera de peligro, se encuentra dormida después de la cirugía, no hubo complicaciones y logramos controlar la hemorragia a tiempo, —concluye su diagnóstico.

—¿Puedo pasar a verla? —interroga.

—En unos minutos una enfermera vendrá por usted para que pueda verla, no se puede quedar a su lado, —le dice y este asiente.

—Es bueno saber que nada le ha pasado, —comento.

—Necesito que esos hijos de perra paguen por hacerle esto, —asiento.

—Los encontraremos y refundiremos en la cárcel, —la enfermera llega y se retira quedando yo solo en la sala de espera.

Donovan Bristol

Verla allí me causa mucho malestar, no la odio y por más que me ha mostrado desprecio después de todo lo malo por lo que hemos pasado le sigo teniendo el cariño de una madre, no se merece esto, suspiro y tomó su mano, se ve tan desaliñada que creo que le daría un infarto verse a un espejo.

—Recupérate pronto, —murmuro—. Mereces superar todo lo malo y ver la luz de cada cosa, —acaricio sus nudillos.

—Dono-van, —la escucho murmura, elevo mi mirada hasta su rostro y sus ojos se cristalizan, solloza.

—Shh… tranquila, —limpio sus lágrimas, me rompe el alma verla de esa manera, Sonia no siempre fue así conmigo. Ella era una buena madre, me cuido y se hizo cargo de mí sin importarle que fuera el hijo de otra mujer.

—Pensé que iba a morir, —su voz sale débil—, pero no me daba miedo hacerlo porque estaría con ellos, —susurra—. Recordé todas las noches que me la pasaba frente a tu cuna, te odie y ame al mismo tiempo, me odiaba por sentir tanto rencor contra un bebé que no tenía la culpa de lo que hacen los adultos.

—Debes descansar, —le digo, niega.

—Destruida, pero se pondrá bien, —murmuro.

—Sé que hay algo más.

—Ella fue quien pago a los psiquiatras papara que dijeran esas cosas, me pidió perdón, —me detengo por varios segundos para luego seguir acariciando su espalda—. Y la perdoné.

—Es lo mejor, perdonar y avanzar, —me recuerda y no pongo en duda sus palabras.

Dayana Berlusconi

Desperté temprano, Donovan permanece dormido y hoy lunes iremos con la doctora a pesar de que le dije que no es necesario que venga, no puedo evitar que falte a su junta y Alexandro deberá encargarse de ello, camino hasta el baño y me dan ganas horribles de vomitar, me arrodillo frente al inodoro para vaciar mi estómago, me contraigo varias veces y me siento en el frío suelo.

—Dayana, —lo escucho llamarme.

—Estoy aquí, —entra al baño.

—Hey ¿estás bien? —se arrodilla a mi lado mientras toma mi rostro para examinarme.

—Primer malestar del embarazo, —susurro recostándome de su pecho, me acaricia y después me ayuda a poner de pie, camina conmigo a la ducha y se encarga de lavar mi cuerpo deteniéndose en mi vientre donde toca por más tiempo.

—En unos meses me quitarán esto, —toca mis senos, me río.

—Le aconsejo aprovechar al máximo el tiempo que le queda, —asiente y terminamos de ducharnos, me visto con un vestido floreado y en calzado opto por unas zapatillas de tiro, no me gusta utilizar la ropa lujosa que el señor Bristol compro para mí.

Observo a Donovan colocarse su ropa y no dejo de mirar como sus músculos se contraen al pasar su camisa por sus brazos. El señor Bristol no es un hombre de abdomen definido, pero tiene grandes piernas y unos pectorales donde cualquier mujer desearía despertar. También el vello que cubre su pecho lo hace ver bastante sexi y saber que ese camino de ellos que recorre desde su ombligo hasta su pubis guarda un gran secreto es lo más interesante del cuento, pero no solo hay que resaltar atributos físicos, es un hombre inteligente y con una elegancia bastante notable.

—Bueno, me gusta que me mires, pero debemos alimentar a ese bebé, —anuncia, camina hasta mí y pasa su mano por mi cintura.

—¿Le han dicho señor Bristol que es muy sexi y caliente?

—Mi prometida es una mujer ardiente y siempre me lo dice, me gusta escucharlo y más cuando le estoy haciendo el amor, —sonrió.

—Es sexi mi querido Donovan, —murmuro, me da un casto beso y luego salimos de allí hacia la cocina donde sorpresivamente mi madre tiene un festín preparado.

—Buenos días, —saluda—. No sabía que le gustaba a Donovan, pero sé que como cualquier ser humano trabajador le gusta el café, —comenta entregándole una taza—. Ponle tú mismo la azúcar mientras sirvo el desayuno, —este se muestra muy sorprendido, pero hace lo que le pide.

Después de tanto tiempo desayuno con mi madre y me siento en familia, ver a Donovan conversar con bastante alegría con mi madre haciendo planes para el futuro me hace saber que no estoy en un sueño y que al fin encontré la felicidad que tanto he buscado.

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