Donovan Bristol
—Señor Bristol, le llamamos desde el departamento de policía en California, —observo la hora y son las ocho de mañana.
—¿Qué sucede oficial? —cuestiono tratando de no bostezar.
—Le informamos que hemos logrado dar con el paradero de los del robo en casa de la señora Bristol, —me pongo atento—Lanzaremos una redada y cuando tengamos capturados a los implicados le estaremos llamando para que pueda identificarlos en autoridad de su madre, —comunica.
—Estaré esperando su llamada oficial, —se despide y cuelga.
Suspiro porque al fin esa escoria estará tras las rejas, espero que le den muchos años de prisión por lo que le hicieron a mi madre, no quiero que esto quede impune, Dayana se remueve a mi lado y la observo. Acaricio su vientre como todas las mañanas, hoy es un día especial, ya que es San Valentín y falta una semana para nuestra boda, me hace feliz saber que pronto será la señora de Bristol y que será mi esposa, beso su mejilla y luego su hombro descubierto.
»Feliz día de San Valentín, —murmuro, sonríe tocando la mano que tengo en su vientre para entrelazar nuestros dedos.
—Feliz día de San Valentín, —suspiro, me acomodo detrás de ella, esperando que las ganas de salir de esta cama lleguen, ya todo lo de mi regalo está planeado desde hace varios días y espero le guste.
—¿Qué quiere hacer hoy?
—Si nuestro hijo o hija me lo permite, me gustaría salir de playa con mi prometido, —en estos días Dayana duerme mucho, le da pereza salir y es bueno que duerma porque eso le hace bien al bebé.
—Bien, entonces hay que preparar todo, invitaré a Alexandro, tal vez se libre por varias horas de las garras de su madre, —comento.
—Pídele que traiga a Asher, —asiento.
—Me comento que su padre fue un imbécil y le dijo muchas cosas desagradables al chico.
—Pobre chico, —asiento de acuerdo. Aunque Alexandro lo defendió, pero es doloroso que discrimen a alguien de esa manera, creo que le hubiera roto par de dientes sin importarme que fuera el papá de mi amigo, Asher es un buen muchacho y sé que algo bueno surgirá de lo que sea que tengan, ya que es primera vez que veo a Alex tan aferrado a alguien, se parece una mamá leona defendiendo a su cachorro.
Después de un rato en cama, nos levantamos para organizar lo que llevaremos a la playa y me encargo de dejarle mensajes a Alexandro que me confirma que nos encontraremos en la recepción de edificio para partir juntos, me comenta que Asher va a ir y me alegro por eso.
—Lleva protector solar, —le recuerdo y asiente.
Salimos del apartamento a recepción donde ya Alexandro me está esperando junto a Asher, se ve tímido y no le dirige la mirada a nadie, supongo que estar frente al jefe es algo complicado.
—Bueno, Donovan él es Asher Jones, —me lo presenta.
—Es un gusto conocerlo señor Bristol, —niego tomando la mano que estira.
—Solo dime Donovan, —pido, se presenta con Dayana y luego nos marchamos hacia la playa la cual es la de Santo Mónica donde mi yate espera por nosotros. El recorrido es entre charla entre Alexandro y yo mientras la música recorre el auto, es un ambiente bastante relajado y tenía mucho tiempo sin hacer algo como esto.
(…)
—Bienvenidos a Hércules, —señalo mi yate el cual es enorme, ya que incluso tiene helipuerto y un límite de cincuenta pasajeros, piscinas incluidas, área de bebida, golf, mesa de pool y un cine, me gusta y fue diseñado para mi hace años atrás un obsequio de mi padre cuando cumplí los dieciocho años.
—Es hermoso, —murmura mi prometida.
—Más tarde les doy un recorrido, —el capitán sale vestido de blanco con las tres personas que se encargan del servicio.
—Señor Donovan, bienvenido, —anuncia.
—Gracias Naiko, es un gusto poder estar aquí de nuevo, —comento—. Ya conoces a Alexandro, ella es Dayana mi prometida y el chico es Asher, novio de Alex, —tose provocando la risa de mi amigo.
—Bueno sean todos bienvenidos a Hércules, ya tengo su destino señor Bristol y todo está preparado para usted y sus acompañantes, permitan sus equipajes para llevarlo a sus habitaciones, —agradecemos y pasamos al área social.
—A Dayana solo sírvanle bebidas sin alcohol, —pido, ya que como tradición siempre se sirve una margarita o Cosmopolitan para comenzar el viaje.
—Entendido, —iniciamos una conversación sin relevancia, pero que nos da pasó a conocer más de nosotros hasta que pasamos a la piscina.
—Alexandro se ve muy contento, —comenta Dayana sentada en la orilla mientras que estoy en el agua en medio de sus piernas, giro mi rostro hacia la pareja y lo veo sonreír mientras el chico le dice algo.
—Ya era momento de que siente cabeza, —me lleva un año, nunca lo he visto con una chica o chico más de una semana, creo que lo máximo fueron dos y todo se terminó al poco tiempo.
—¿Nunca le echaste el ojo a una chica? —cuestiona acariciando mi cuero cabelludo, niego.
—Toda la vida me la pasaba estudiando, buscando conocimiento que podría utilizar en un futuro en la empresa. Nunca pensé que adquiriría el legado de mi padre tan temprano y menos que pasaría por una situación como esa, —murmuro.
—¿Nunca supieron de quienes fueron los responsables?
—Desaparecieron, mi padre hizo un pago de un millón de dólares por nosotros pensando que Valeria seguía con vida, pero también se alió al FBI para atraparlos y de nada sirvió porque se fueron con el dinero y no volvieron a aparecer, —hago una pausa—. Lo único que se supo es que eran gente de un narcotraficante muy poderoso y de allí surgieron las interrogativas de sí mi padre estaba involucrado en el narcotráfico, nunca le pregunte y creo ciegamente que todo es una calumnia a su memoria, —murmuro.
—Opino lo mismo, no lo conocí en persona, pero si leí su historia y muchas cosas increíbles que hizo en algunas fundaciones, —sonríe—. Pero ya no hablemos de esas cosas porque hoy es dia de los enamorados y debemos disfrutar esto, —anuncia.
—Les anuncio que en unos minutos ya pondrán bajar para utilizar el equipo de buceo o las motos de agua, —escucho que anuncia el capitán por el megáfono.
—Vamos abajo para prepararnos, —le comento, Alexandro igual sale del agua junto a Asher, caminamos a la planta baja del yate donde dos personas acompañantes del capitán nos entregan los chalecos salvavidas.
—Iremos, pero ahora déjame colocarte esta crema, —asiente y me deja cubrir su cuerpo con la loción, Dayana se encarga de hacer lo mismo conmigo y luego nos vestimos para ir hacia el comedor donde Alexandro está con Asher dándole besos en el rostro—. Espero se hagan responsable de mi diabetes, —anuncio mientras que el chico se sorprende y sonroja.
—Ay por favor, Dayana y tú son empalagoso, no vengas a quejarte, —reprocha.
—Son muy lindos, —murmura mi prometida. —No le hagan caso a Donovan, —suspiro.
—Ok, caramelitos, no hay problemas con su derroche de miel, Asher no te sientas incómodo, —pido.
—¿En serio? —cuestiona confundiéndome—. No le molesta ver dos chicos besarse, —niego.
—Menos si es Alexandro, se nota contento y eso me hace feliz, —este hace un ‘‘uuu’’ que me hace poner los ojos en blanco.
—También me hace feliz verte contento mi gruñón favorito, —suelta.
—Cállate, —nos reímos, como estamos en el mar abierto, lo que sirven es mariscos y al parecer al bebé no le agrada porque envía a Dayana directo al baño a vaciar su estómago—¿Todo bien? —cuestiono cuando termina.
—Creo que alguien exige otra cena, —me encargo de que le preparen una pasta, creemos que la langosta fue la responsable y por eso se le añade camarones. Observo como come todo hasta estar satisfecha, nos pasamos a la parte más alta del yate para observar las estrellas, Alexandro después de varias horas se retira junto a Asher le deseo que pase una feliz noche recibiendo sus comentarios pervertidos que provoca la vergüenza de su acompañante que entierra su rostro en su pecho.
»Mi regalo, —anuncia Dayana sacando una cadena de su bolsillo—. No he visto ninguna en tu joyero, ni te he visto utilizarla, tal vez no te gusten, pero si es así, me avisas y puedo buscar otr…
—Me gusta, —la detengo, observo el medallón y es una D, me pregunto si es de su nombre o el mío.
—La suerte, es que ambos tenemos las mismas iniciales, —anuncia sacándome de duda—. Son nuestros nombres, —comenta.
—Ya casi lo pregunto, pero me parece que usted señorita Berlusconi hizo una maravillosa jugada, —halago y beso su mejilla—. Gracias por el regalo, —susurro, se levanta de mi pecho para colocarme la cadena.
—Es difícil, lo sabes ¿cierto? —sé a qué se refiere.
—Ya me diste el regalo más lindo de todos, —le recuerdo colocando mi mano derecha en su vientre—. Es único e indispensable, no pido más, —murmuro, me acerco a su rostro y tomó sus labios, me sigue el beso con la misma ternura con la que inicio, succiono su labio inferior para atraparlo con mis dientes provocando que gima y que aproveche ese momento para explorar su boca con mi lengua—. Vamos a nuestra habitación, —la cargo sin esperar respuesta mientras la escucho reírse.
—Es usted especial señor Bristol, —besa la punta de mi nariz y sonrió, camino por los pasillos hasta llegar a nuestra puerta donde la bajo.
—Después de usted futura señora de Bristol, —pido, Dayana me mira y abre.
—Oh por Dios…
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