El santo millonario romance Capítulo 53

Dayana Berlusconi

—Te agradezco enormemente por salvarme la vida, —lo abrazo con cuidado de no lastimarlo, me devuelve el afecto.

—Lo mismo digo, —susurra.

Hoy después de tres días de lo sucedido decidimos hacer una pequeña parrillada en la terraza, no le molestará a nadie porque es la parte superior del edificio, ya estamos en el día dos de marzo y supongo que ya tengo tres meses de embarazo, se me hace algo complicado ajustar las semanas que dice Yngrid, pero no importa.

Ahora mismo me importa mi pequeño vientre abultado, pero es lindo saber el motivo de porque esta así, se suponía que a los dos meses debía estar un poco crecido y resulta que este pequeño guisante decidió hacer su entrada triunfal a las quince semanas.

También algo que me tiene muy contenta es poder escuchar sus latidos en tres semanas más, Donovan igual espera esos días con ansiedad, camino hasta la tumbona y me siento, me sirvo un poco de limonada al igual que a Asher, conversamos de temas sin relevancia y logro adquirir la información de que le gusto el regalo a Alexandro.

—¿Y la lencería? —se sonroja y mira a otro lado.

—Le gusto, pero no hizo nada al respecto, —alzo mis cejas sin entender que sucedió allí.

—¿Sucede algo?

—Lo normal, sobreprotección al máximo, no quiere lastimarme la herida y por eso prefiere estar en abstinencia.

—Es comprensible, pero al mismo tiempo es un idiota, —anuncio provocando que se ría—Donovan estaba de la misma manera cuando regresamos aquí, —comento.

—¿Estaba? —asiento con una sonrisa pícara.

—No quería tocarme porque tenía miedo de dañar al bebé y ahora que se me ve este pequeño bulto, me evitaba, —le informo.

—Supongo lo convenciste, —asiento.

—Aunque no le diría convencer, le obligue a hacerlo, —se sorprende.

—Explícate.

—Eres un hombre, ya sabes que la abstinencia no es su fuerte, eso es algo de mujeres, —anuncio. —Solo duerme desnudo, cuélate en la ducha, ya que suelen aprovechar esos momentos para quitarse las ganas que cargan y si no funciona nada de eso pues lo tomas tú mismo, —comento para darle un trago a mi bebida.

—Gracias, —hago un ademán para restarle importancia.

—Domine a su caballo, —Alexandro me observa a la distancia y le sonrió.

Entrecierra sus ojos y elevo mi vaso hacia este, niega.

(…)

Un mes transcurre con normalidad, me encargo de preparar la nueva casa para mudarnos en dos semanas y mi mamá acepto vivir con nosotros, eso sin duda me alegro por completo. También me complace anunciar que pudimos escuchar los latidos del bebé y también enterarnos de que es un niño ganando el señor Bristol en su apuesta, no podía creerlo, pero me siento feliz.

Donovan tenía mucha razón al decir que sería un niño, ese día lloro de felicidad y al siguiente regreso al apartamento cargado de ropa para varón entre otros artículos de bebé, Sonia su madre envió una cuna y nos deseó todo lo mejor, espera poder conocer a su nieto. La relación entre ella y su hijo se arregló por mí, ya que la comencé a invitar con frecuencia a actividades que organizábamos con nuestras madres incluyendo a Azucena la progenitora de Asher que se ha convertido en un grandioso amigo para mí y aunque el quejumbroso de Alexandro me suplica que no pervierta a su pequeño, me es inevitable.

Es divertido ver su rostro cada vez que le sonrió con picardía, creo que mi nuevo hobby es hacerlo sufrir, pero este debe entender que no puede sobrepasar al chico con sus perversidades, Asher merece conocer cosas y saber qué hacer para evitar que el señor posesivo, sea tan sobreprotector.

Sonrió al sentirlo dejar beso en mi pequeño vientre abultado.

—Llegarás tarde a la empresa, —reprocho, Donovan debe estar más puntual, pero yo debo ir dentro de unas dos horas para organizar la agenda de la semana siguiente.

—Bien, ya me marcho, —deja un último beso en mi vientre y luego deposita uno en mis labios, me quedo dormida al poco rato y al despertar tomó una ducha, desayuno y decido no manejar hoy por lo que el Jean se encarga de llevarme.

Mis días son sencillos, sin estrés y con un esposo que se preocupa de que mantenga una excelente alimentación logrando que aumente unos kilos. No puede evitar preocuparme por mi peso, pero el señor Bristol se me ha convencido de que estoy hermosa y que me ama como sea.

—Asher, —saludo al verlo cuando salgo del ascensor, se aproxima y me da dos besos.

—¿Cómo estás?

—Bien, nada fuera de lo normal y espero contar con tu ayuda para decorar la habitación del bebé, —sonríe.

—Eso es algo que no debes de dudar, —asiento.

—¿Qué ha pasado con la mujer esa? —interrogo.

En su rostro se forma una mueca, tomó su mano para que camine conmigo hacia mi oficina, nos sentamos en el sofá y espero a que se desahogue.

—Alexandro afirma que si estuvieron juntos, —masculla—. Existe la posibilidad de que ese bebé que carga sea de él, no sé qué hacer Dayana, —se nota triste por todo esto.

Resulta que ahora ha salido a la luz una supuesta acompañante de cama de Alexandro que está embarazada, el hombre no recuerda haberse acostado con la chica porque ese día estaba muy borracho, pero todo esto sucedió antes de conocer a Asher y la mujer está a pocos meses de dar a luz.

Ninguno se ha hablado después de ese escándalo, Asher decidió darle su espacio para que piense las cosas, ya que su moral no le permite quitarle el padre a un niño, pero la cosa aquí es que ambos se quieren y es injusto que terminen por eso. Además de que la posibilidad de que ese pequeño no sea hijo de Alexandro es bastante grande, no entiendo por qué se alejan en vez de buscarle solución a sus problemas.

—Seré muy sincera, —murmuro—. Ese hombre es tuyo, no puedes dejarlo solo porque esa mujer diga en redes que ese niño es de Alexandro. Cuando nazca que le hagan la prueba de paternidad y si resulta ser el padre, es claro que él no se va a casar con ella porque tú eres la única persona que él ama, —le recuerdo—. No dejes que te lo separen de tu chico, te necesita más que nunca…

—¿Por qué no me busca? —interroga desanimado, sonrió.

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