El santo millonario romance Capítulo 59

Omnisciente

Seis meses después…

Nada cambio, Dayana entro en labor de parto a las tres de la mañana dando a luz un pequeño de siete libras, sano y sin duda hermoso. Su llanto fue fuerte y enseguida se prendió del pecho de su madre que lo recibió con lágrimas en sus ojos, feliz por primera vez después de todo ese tiempo en esa mansión.

—Dylan, —ese es el nombre que recibe su hijo, y el cual significa rayo de esperanza, ya que es todo para ella desde ahora y por quien luchara hasta el día de su muerte.

Por otro lado en otra parte de ese mismo continente, el padre de ese pequeño rayo de esperanza abre sus ojos por el fuerte llanto que escucho dentro de su mente, su mirada recorre todo el lugar y no tiene idea de donde está, y de lo que está pasando, Donovan Bristol cae en la inconsciencia, agotado al despertar de ese sueño profundo en el cual estuvo desde hace siete meses.

La puerta de su habitación se abre y por ella ingresa el doctor a cargo.

—¿Cómo lo ve doctor? —interroga el sujeto que le salvo la vida.

—No muestra mejoría, creo que lo ideal sería desconectarlo, y esperar que respire por cuenta propia, —anuncia.

—Es un tema delicado para el jefe, —murmura.

—Háblelo con él, ya que este hombre merece descansar en paz, —comenta y ambos abandonan la habitación, Donovan vuelve a soñar con ese pequeño que no tiene idea de quién es, pero siente la necesidad de protegerlo a toda costa y a la mañana siguiente mientras una enfermera pasa una esponja por sus brazos desierta.

—Oh por Dios, —masculla la mujer sorprendida—¿Puede escucharme? —cuestiona, asiente—. Llamaré al doctor, —anuncia y sale de la habitación regresando al poco rato con el médico.

—Es un milagro.

(…)

—Está perfecto, por ahora no debe forzarse a hablar y caminar, por lo que tendrá que tomar terapias y hacer ejercicio para volver a estar como antes, —anuncia el médico.

—¿Qué sucedió? —cuestiona despacio, ya que siente incomodidad al hablar.

—Recibió un disparo, estuvo en coma desde hace seis meses, —sus ojos se abren sorprendido por esa información.

—¿Y mis padres? —el doctor lo mira extrañado.

—Donovan ¿Qué edad tienes? —este frunce el ceño.

—Veintiuno, —responde inseguro, ya que la expresión de todos se vuelve tensa.

—Noah, —murmura el doctor.

—¿Qué sucede?

—Es hora de que el jefe venga, —Noah sale de la habitación para correr por el pasillo hasta el despacho del líder.

—Señor, —entra sin tocar.

—¿Qué te he dicho de entrar sin tocar? —reprende.

—Es urgente, —la cara del hombre se pone pálida, y no espera que Noah siga hablando para caminar rápido a la habitación de Donovan, se abre paso entre los presentes y sus miradas azules se conectan trayendo alivio al joven mientras que el mayor lo mira con angustia.

—Papá.

(…)

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El santo millonario