Se dio la vuelta y se alejó, pero Su Zhan la alcanzó.
-Espera.
-¿Qué? -respondió impaciente Qin Ya.
Su Zhan le entregó una tarjeta de presentación.
-Llámame si necesitas algo y si tengo alguna novedad por mi parte, iré a la tienda para avisarte. De momento, tendrás que hacerte cargo de la tienda.
Qin Ya levantó la cabeza y miró a Su Zhan. Había un matiz de seriedad en su rostro, acababa de regresar al país por lo que no estaba familiarizada con la gente y los lugares; por lo tanto, tendría que confiar en ellos para encontrar a Lin Xinyan y también tendría que averiguar sus progresos en ese sentido.
—Gracias. -Ella tomó la tarjeta de presentación—. La señorita Lin se ha portado bien conmigo, me encargaré de ver los asuntos de la tienda mientras ella no está.
Su Zhan asintió con la cabeza y pensó: «¿Debería inventar una razón para llevarla a casa?»
—¿Cómo has llegado hasta aquí? ¿Necesitas que te lleven?
—Vine manejando. —Qin Ya guardó la tarjeta, se despidió y se dirigió hacia su auto.
Su Zhan se agarró el pelo y suspiró. «¿Por qué es tan difícil charlar con ella?» En el pasado, captar la atención de las mujeres no era tan difícil para él. Así, sacudió la cabeza, tratando de disipar aquellos pensamientos injustificados y se dirigió hacia el ascensor; estaba a punto de entrar cuando las puertas del ascensor se abrieron, pero se detuvo en seco al ver quién estaba dentro.
-¿Tú? -Su voz era fría-. ¿Qué estás haciendo aquí?
He Ruixing sonrió.
-Eso no es de tu incumbencia, ¿verdad?
La familia He ya no estaba en su auge; sin embargo, un abogado como él no podía estar a la altura de su reputación y estatus. Su Zhan frunció el ceño y le lanzó una mirada fría mientras entraba en el ascensor; por su parte, He Ruixing se arregló el traje, salió del ascensor y no le prestó atención.
Su Zhan estaba seguro de que Zong Jinghao casi mata a He Ruilin, por lo que He Ruixing no podía saber que él era quien estaba detrás del secuestro de su hermana. Eso lo llevaba a la pregunta: «¿Qué está haciendo aquí? ¿Vino a enfrentarse a Zong Jinghao o está aquí para pedir clemencia?» Antes de que Su Zhan pudiera decidirse, las puertas del ascensor se abrieron, revelando que toda la oficina parecía envuelta en una atmósfera sombría al pasar.
«¿Acaso el mal humor del presidente los atormentaba?»
Aunque no hacía frío, Su Zhan no pudo evitar encogerse de hombros; luego, golpeó la puerta y al oír su permiso, la abrió de un empujón. El gran despacho estaba en silencio y sin ánimo, el cual habría pensado que estaba vacío de no ser por la persona sentada detrás del escritorio. Su Zhan cerró la puerta tras de sí, se detuvo frente al escritorio y preguntó: -¿Qué hacía He Ruixing aquí? -Antes que Zong Jinghao respondiera, continuó-: ¿Buscando problemas?
Sin embargo, pensó en las actitudes previas de He Ruixing y concluyó que no era tan valiente como para declararle la guerra a Zong Jinghao. Si tuviera las suficientes agallas, su familia no habría decaído.
Zong Jinghao levantó la vista y colocó una pila de documentos ante Su Zhan, quien hojeó el documento. Era una carta de intenciones. Dado que se dedicaban a los negocios, la carta no era algo extraordinario; sin embargo, lo sorprendió la firma de He Ruixing y la implicación de un pedazo de tierra de la familia He. Ellos tenían unos cuantos terrenos en la ciudad B que habían sido heredados generación tras generación y, aunque la mansión había sido abandonada, la ubicación era buena.
—¿Quiere asociarse y construir un complejo comercial en este terreno? —Su Zhan estaba confundido, pues en lugar de tratar a Zong Jinghao como su némesis, ¿de verdad estaba ofreciendo un terreno y pidiendo asociarse con él?
Solía escuchar este dicho sobre los negocios: «se puede ser un competidor feroz un minuto y estar en buenos términos al minuto siguiente por el bien de los intereses». Hoy por fin lo he comprobado por mí mismo. De cualquier modo, ¿lo aceptaste?
-¿Por qué no? —Zong Jinghao se levantó y se dirigió a la ventana francesa, su alta sombra se proyectó en el suelo.
He Ruixing había iniciado esta asociación. Si la familia He se entrometía en el asunto de He Ruilin, los liquidaría de un golpe. Él había estado haciendo preparativos desde que supo que He Ruilin estaba involucrada en la desaparición de Lin Xinyan y su familia sería su primer objetivo; a fin de cuentas, He Ruilin era un integrante de la familia He. ¿Quién sabía si atacarían sin margen de negociación?
Ahora que He Ruixing le tendió la mano, podía dejar que Shen Peichuan y Su Zhan se encargaran de He Ruilin; así, tendría tiempo para buscar a Lin Xinyan. Sin embargo, el tiempo no estaba de su lado en la búsqueda de Lin Xinyan. No podía perder más tiempo con la familia He.
-Vaya sacrificio que estás haciendo. -Su Zhan se burló con desdén—: ¿Todas las familias ricas son así de frías y despiadadas?
Mientras hablaba, echó una mirada a Zong Jinghao.
La madre de Zong Jinghao también procedía de una familia acomodada; su matrimonio había sido un acuerdo entre dos familias poderosas en aquel entonces, pero en realidad no había amor entre ellos. Poco después de su muerte, Zong Qifeng se volvió a casar y era algo que les había molestado.
Zong Jinghao le lanzó una mirada de reojo, a lo que Su Zhan dejó escapar una tos seca. No debería haber mencionado eso, por lo que puso semblante serio.
—Peichuan y yo lo tenemos todo planeado. No tienes que preocuparte por ello. Peichuan ha estado trabajando duro, pero es muy reservado. No me deja saber el paradero de la señorita Lin.
Shen Peichuan había probado todos los medios. Su Zhan pensó: «¿Pueden los celos de una mujer ser tan
destructivos?» Él no sabía que He Ruilin no solo estaba celosa, sino que creía que Lin Xinyan le había arrebatado todo, incluido Zong Jinghao; por ende, estaba indignada y resentida por ello.
El teléfono de Zong Jinghao sonó, Su Zhan miró el dispositivo en el escritorio y dijo:
—Es Guan Jing.
Entonces, tomó el teléfono y se lo pasó a Zong Jinghao, quien contestó la llamada.
—Sr. Zong...
Antes de que Guan Jing pudiera terminar la frase, el teléfono le fue arrebatado.
-Jinghao, ¿dónde estás? -Era «Lin Xinyan».
Su Zhan estiró el cuello mientras trataba de entender lo que decía la persona que llamaba. Zong Jinghao le lanzó una mirada fría y le entregó el teléfono.
Guan Jing le había prohibido salir y había sido grosero con ella. Lin Yuhan siempre había sido prepotente y desde que se relacionó con Zong Jinghao, se había vuelto más arrogante. En lugar de tratarla con respeto, Guan Jing no había sido amigable con ella en absoluto y ella era muy infeliz por eso. Sin embargo, su mente le decía no era el momento oportuno; de lo contrario, ya le habría pedido a
Zong Jinghao que despidiera a Guan Jing en ese momento.
Guan Jing observó como ella creyó que tenía influencias y se rio.
—Bueno, ya veremos.
La expresión de «Lin Xinyan» se congeló y decidió en secreto que lo primero que haría una vez que tuviera el poder, sería despedir a Guan Jing.
-Ayúdame. ¿No ves que me tengo la pierna lastimada? Tú trabajas para Jinghao, ¿no sabes hacer nada mejor?
Guan Jing no quería gastar su saliva en ella así que le extendió el brazo para que se aferrara a él; después, tomaron el ascensor hasta el vestíbulo del hotel, atravesaron el vestíbulo hasta el estacionamiento fuera del hotel y, antes de que Guan Jing subiera al auto, «Lin Xinyan» dijo en tono sarcástico:
-¿Tienes idea de cuál es tu lugar?
Guan Jing giró la cabeza y pensó: «¿Qué tengo que hacer esta vez?»
-¡Abre la puerta del auto! -Ella lo miró con odio.
Los ojos de Guan Jing se detuvieron en su cara durante unos segundos antes de abrir la puerta del auto para ella. «Lin Xinyan» dejó escapar un resoplido frío y entró en el auto.
-¿Cómo se las arregló un tonto como tú para convertirse en el asistente de Jinghao?
Guan Jing apretó los dientes y sonrió con ironía. «Veamos cuán arrogante que puedes llegar a ser cuando lleguemos.» Entonces puso en marcha el motor.
Con el fin de permanecer al lado de Zong Jinghao sin despertar sospechas, «Lin Xinyan» hizo una inspección de la gente alrededor de Zong Jinghao, así que ella sabía un par de cosas sobre ellos y el Grupo Wanyue.
«Este no es el camino hacia Wanyue.» -¿Jinghao no está en la oficina? -Ella frunció el ceño-. ¿A dónde me llevas?
Guan Jing le lanzó una fría mirada desde el espejo retrovisor.
-Lo sabrá cuando lleguemos.
No mucho después, el auto se detuvo. «Lin Xinyan» vio dónde estaban y su corazón se contrajo, por lo que preguntó con un ligero estremecimiento:
—¿Por qué me has traído aquí?
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