Lin Xinyan dudó un momento antes de caminar hacia él. Nunca antes lo había mirado tan de cerca sin ningún pensamiento que la distrajera. Lo cubría un aroma de madurez que había construido con el paso de los años, el cual era extravagante, intenso y magnánimo.
En ese momento, reinaba la paz en su rostro y no había olas que pudieran agitarse. Sin embargo, dicha calma la hacía sentir nerviosa. Tal vez por el hecho de que sabía que existía la posibilidad de que fuera el padre de su hijo; así que, de manera inconsciente, le importaba la opinión que él tenía de ella.
«¿Por qué las mujeres siempre son tan sentimentales? Además, el embarazo, en especial, te pone sensible.»
-He Ruize me ayuda mucho y no sabía que quería que fuera su acompañante en ese evento. Además, ni siquiera sabía que tú estarías ahí. No lo hice a propósito.
Él se limitó a fruncir el ceño a la vez que se formaba una expresión compleja en su rostro, tanto que nadie podía ver a través de ella. Por ello, Lin Xinyan pensó que no le había creído y que tenía la idea de que era una mujer coqueta, lo cual no era así.
-Yo...
-¿Te estás justificando? -La manzana de Adán se movió en su garganta.
-No quiero que me malentiendas.
Si esto hubiera ocurrido antes, no le habría importado lo que Zong Jinghao pensara de ella, pero ya no era el caso, pues si él había sido el hombre de esa noche, entonces se convertiría en el padre de su hijo. Por lo tanto, necesitaban dejar una buena impresión el uno en el otro.
—El hecho de que seas tan sincera hace que no pueda odiarte ni ahogarte. En verdad, no sé qué hacer contigo.
Estaba tan molesto cuando la vio llegar con He Ruize que quería estrangularla hasta morir, ya que nunca tomaba sus palabras en serio.
-Hay que entrar. -Se enderezó y caminó hacia el patio, mientras que Lin Xinyan lo seguía por detrás.
La espaciosa sala de estar estaba vacía y silenciosa, pues la señora Yu ya se había ido a dormir. A continuación, mientras se desabotonaba el traje, dijo:
—Tengo hambre.
-Te haré unos fideos porque ya es muy tarde —dijo ella quitándole el abrigo.
Respondió de manera seca y se fue a sentar al sofá, donde recargó su espalda en una posición relajante y cerró los ojos, mientras que sus dedos delgados desabotonaban el cuello de la camisa y quitaban la corbata.
Lin Xinyan colgó su abrigo en la percha para después ir a cocinar los fideos. En el refrigerador de la cocina encontró tomate, además de otras verduras y, en poco tiempo, ya había hecho huevos revueltos con tomate, así como caldo de fideos.
De pronto, estando en la sala, Zong Jinghao no pudo evitar sentirse en casa cuando vio a la esbelta mujer moviéndose por la cocina. Acto seguido, Lin Xinyan le sirvió el platillo en la mesa: -Aquí tienes.
Después, sirvió dos vasos de agua, colocando uno en frente de Zong Jinghao. Posteriormente, jaló una silla y se sentó enfrente de él. La abertura del cuello de su camisa dejaba ver su sexy clavícula; además, sus mangas estaban arremangadas a una altura que permitía ver sus fuertes brazos. No cabe duda que el creador favoreció a este hombre, pues incluso la forma en que sostenía los palillos era muy agradable a la vista.
Zong Jinghao bajó la cabeza y se llevó los fideos a la boca. Sin embargo, frunció un poco el ceño al probarla, pues notó que no tenía sabor. Lin Xinyan, por su parte, no pudo evitar sonreír. Tomó una cuchara que se encontraba a un lado del hombre y agregó dos cucharadas de huevo revuelto con tomate a la sopa de fideos.
-La única forma en que los fideos con huevo y tomate sepan rico, es comiéndolos así.
Alzó la mirada y vio su rostro sonriente. Hasta donde recordaba, nunca había visto que ella sonriera de una forma tan libre que la hacía ver tan brillante como una magnolia floreciendo: tan clara y pura. En verdad estaba fascinado. Cuando Lin Xinyan alzó la mirada, vio al embelesado hombre y le preguntó con cautela:
-¿No está rico?
Recobró la compostura, tosió de manera ligera, y se llenó la boca con un bocado de fideos mientras murmuraba:
-Está rico.
Lin Xinyan dio dos sorbos de agua y miró hacia la ventana mientras sostenía su rostro con una de sus manos.
—¿No vas a irte a dormir? —La miró.
-Después de que termines de comer. Lavaré los platos antes de ir a la cama porque si los dejamos aquí, la señora Yu todavía tendrá que limpiar por la mañana. —Apoyó la barbilla en su mano.
Con la cabeza hacia abajo, Zong Jinghao siguió comiendo los fideos tal y como Lin Xinyan se lo había indicado, mezclando los huevos revueltos con los fideos. De pronto, el rostro de ella se tornó rojo, pues estaba sintiendo mucho movimiento intestinal. Le avergonzaba que escuchara ese gruñido inapropiado, por lo que colocó sus manos en su estómago.
-Señora Yu, ¿está haciendo huevos estrellados?
Zong Jinghao le recordó a tiempo, pues ya se empezaba a percibir un ligero olor a quemado. La señora Yu estaba atónita.
-¡Mis huevos!
Se dio la vuelta a toda prisa y corrió a la cocina. Sin embargo, los huevos estrellados se habían quemado. Zong Jinghao sonrió con ligereza y, sin quererlo, su mirada se posó en la comisura de los labios de Lin Xinyan, en donde aún quedaban restos de leche.
-La señora Yu es la única que se preocupa por mí y está preocupada, en particular, por mi matrimonio -dijo dándola una servilleta.
Ella ya lo sabía, pues la señora Yu lo hizo muy evidente. Era solo que se sentía muy avergonzada por el hecho de que la señora Yu tratase de arreglar su matrimonio de
manera tan abierta.
Entonces estiró la mano para alcanzar la servilleta y tocó sus dedos por accidente. En ese momento, sintió como si una corriente eléctrica se formara entre sus dedos y fluyera a través de su sangre hasta llenar sus mejillas y volverlas ardientes; luego, retiró la mano con rapidez.
—Mmm, la tomaré yo misma.
Lin Xinyan estiró la mano para tomar una servilleta y después se limpió la boca. Zong Jinghao la recuperó con naturalidad y sin sentirse avergonzado. Todo lo anterior hizo que Lin Xinyan perdiera el apetito, pues se sentía incómoda por el ambiente extraño que había en el comedor.
Después de desayunar, ella se retiró primero del comedor.
-Disfruta tu desayuno. Yo me iré primero.
Sin prisa alguna, Zong Jinghao bajó la taza de café y alzó la vista.
—Espera un momento.
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