Encuéntrame romance Capítulo 62

Aunque por fuera no se notase, su cuerpo temblaba un poco, y se sentía como un idiota esperando una respuesta. Xavier pasó un trago a la vez que Ana limpió sus dedos por los ojos.

Su silencio le estaba preocupando en demasía, quería que ella se lanzara hacia él y le gritara mil veces sí, pero supo que aún había una brecha entre ellos.

—¿Cómo lo conseguiste? —preguntó Ana de forma lenta.

Xavier caminó hacia ella y tomó su mano para que se relajara, era un tema largo en el que ella debía recibir toda la información posible. Caminó al sofá de nuevo y luego se sentó con ella, como de costumbre. Soltó un poco de aire y luego posicionó los ojos en los suyos.

—Tengo… algunos contactos… —comenzó a decir de forma pausada—. Se contactaron con, Fort Lewis College, e hicieron el procedimiento, no perderás ni una clase, solo debes decir sí, y entrarás aquí en UCLA… comenzarías en el mismo año… es una oportunidad muy grande…

Ana solo lo observaba en silencio prestando atención a cada una de sus palabras.

—¿Mi beca…?

Xavier deslizó los ojos hacia abajo y apretó sus dedos.

—La perderías… pero no debes preocuparte por eso… Ana…

—Xavier —ella lo interrumpió y el corazón de Cox se detuvo por un momento—. Esta convención, este viaje… ¿Planeaste algo de esto?

Su cuerpo se puso rígido, ni siquiera sabía cómo tomaría la verdad completa.

—Sí… esta convención ni siquiera se postuló para estudiantes…

Ella se quedó boquiabierta, no sabía qué responder.

—Pero… entonces, la estadía, los instructores, ¿Cómo lograron…? —ella se detuvo en mitad de la pregunta—. ¿Estás pagando todo eso?

—Lo hago —la respuesta salió de él como si lo hubiesen forzado, entonces ella despegó su mano.

—¿Por qué no simplemente regresaste a Durango? ¿Por qué hacer todo esto? Desapareciste durante casi dos años, ¡nunca supe de ti, no supiste de mí…! —Ana volvió a frenarse—. ¿No supiste de mí, no es así?

Ante el silencio de Xavier ella se acercó lo más que pudo y tomó su rostro forzándolo a que la mirara.

—¿Xavier?

Él atrapó sus manos y deslizó las palmas por sus brazos hasta apretarlas en sus muñecas.

—Hubiese sido imposible no saber de ti, Anaelise, hubiese muerto, hubiese…

Las palabras de Xavier quedaron en el aire cuando vio una expresión de Ana indescifrable. Ahora realmente tenía miedo.

—Dejaste que todo este tiempo pensara que no te importaba… —ella susurró con voz temblorosa—. ¿Te das cuenta de eso? Yo… todo este lapso fue… un tiempo misero, lento y tan jodido que nunca pensé, podía superar… y tú… tú me dices que supiste todo el tiempo de mí.

—Ana…

Ella lo fulminó con la mirada y el calor subió a sus mejillas.

—¿También compraste mi casa?

Xavier pasó sus manos por el rostro totalmente perdido y se levantó pese a que empeorase las cosas colocando una distancia entre ellos.

—Cuando pasaron 15 días después de que me fui de Durango, tomé la decisión de volver… —esta vez su voz sonaba con amargura—. Justo recibí una llamada del Psiquiátrico…

Anaelise se estremeció al escuchar su pasado, uno que no tocaban desde hace mucho, y se arrepintió un poco de sus reclamos. Aunque estaba siendo uno de los días más felices, también se sentía lastimada.

—No, escucha, no tienes por qué darme explicaciones sobre eso… —ella también se levantó para hacer un pare a la conversación, pero al instante Xavier le tomó la mano para acercarla hacia su cuerpo.

—Anaelise, te daré explicaciones de todo porque deseo que, a partir de hoy, no haya sombras en nuestras vidas… quiero que tú y yo podamos ser una transparencia para el otro, no quiero ocultarte mi pasado, ni mi presente, ni mucho menos mi futuro —Xavier atrapó su rostro y pasó suave sus manos por ella, y aunque su toque era dócil, su agarré fue muy posesivo y Ana reprimió sus ojos respirando rápido.

—Yo… me dolió tanto… me sentí tan perdida, tan sola… —Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas, pero Xavier las limpió rápido y la abrazó.

—Lo sé… lo viví, —Cox tomó las manos de Ana y las acercó a su pecho—. Padecí cada día, créeme… pero también me ayudó a ver que, hubiese soportado todo esto de nuevo, con tal de, volver a conocerte…

Cuando Ana abrió los ojos por la mezcla de sensaciones que le provocaron las palabras de Xavier, él le estaba asomando una sonrisa ladeaba.

—¿Por qué este amor, no te ha quitado lo hijo de puta? —le preguntó Ana y por primera vez ella escuchó una carcajada de su parte, que hizo que algo invisible la llenara entera.

Después de unos segundos, él mojó sus labios llegando al punto neutro de nuevo, soltó el aire y dijo.

—Dayane, murió. Esa fue la noticia que me dieron cuando intenté regresar a Durango —Toda la sonrisa anterior de Ana desapareció de golpe y un frío ocupó ahora su cuerpo.

—¿Qué ocurrió?

Xavier ladeó la cabeza negando.

—Dijeron que su corazón se detuvo mientras dormía, otros le adjudican la situación a la cantidad de medicamentos que estaba ingiriendo… solo indicaron que su muerte fue natural y la autopsia lo comprobó así.

Por un momento el silencio se esparció por el lugar, mientras Ana pensaba en qué debería decir en este caso.

—Yo… lo siento…

—No tienes por qué hacerlo, y aunque me llames inhumano, no sentí nada cuando me dieron la noticia.

A Ana le dolió un poco su respuesta, a pesar del acto que la mujer había cometido, y aunque ella no la excusaba, sabía que esa mujer estaba encerrada en una enfermedad mental a la que no tenía conciencia de la realidad. Hubiese querido decirle eso a Xavier, darle una razón del por qué no debía ser una roca en su situación, pero había una expresión en su rostro que le indicó que debía callar.

Cox vio que ella solo asentía y agradeció su silencio. Sabía que la única persona que podía entenderlo en este momento era Ana, por eso la conexión de ellos era inexplicable.

—Informaron a sus padres, y por alguna razón, ellos pidieron el traslado de su cuerpo… —continuó Xavier, volviendo a ir al sofá con Ana—. El hospital quería confirmar mi permiso, además de darme algunas… algunos escritos de Dayane, que pidió me entregaran en su tiempo de lucidez.

Anaelise llevó sus manos a su boca impresionada. Por una razón extraña tenía miedo a lo que venía a continuación.

—¿Qué decía lo que escribió para ti?

—No conservo esas hojas ahora, pero, en resumen, de lo que escribió, ella pensaba que nuestras hijas estaban vivas. Dijo que había sido un error venir a Durango, y que ella estaba arrepentida de su comportamiento descontrolado. Me pidió que… sacara a nuestras hijas de Durango y que… la perdonara por no tomar su medicamento…

La garganta de Ana dolía de forma desesperada. Ni siquiera podía imaginar cómo se sentía Xavier con todo esto y no dudó en abrazarlo rápidamente.

—Ella estaba enferma… no… ¿Pensaste en hacer algo después de eso? —preguntó Ana muy cerca de su rostro, pero Xavier parecía más tranquilo de lo que ella esperaba.

—Mis hijas están aquí, Ana —le dijo tocando su pecho—. Y seguirán aquí, esos huesos, sus cenizas, son solo eso… ellas no están allí, ni en Durango… no puedo hacer nada más que, tenerlas en mi corazón y amarlas aun cuando no las vea más…

Las lágrimas de Ana cayeron deliberadamente.

—Tienes razón —dijo ella con voz temblorosa.

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