Encuéntrame romance Capítulo 63

Los brazos de Ana ahora reposaban en el cuerpo dormido de Xavier, ella lo observó detalladamente mientras él dormía de forma plácida, y la habitación ayudaba a que su sueño fuese profundo.

Las cortinas estaban completamente cerradas, sus cuerpos desnudos reposaban entrelazados en una maraña de sábanas que Ana no supo por dónde comenzaban y donde terminaban.

No sabía qué hora de la mañana era, pero debía ser temprano porque ninguna de las alarmas había sonado. Tenía que levantarse cuanto antes, porque, ella no tenía ropa para ir al hospital en unas horas; necesitaba ir a su hotel y además de buscar sus cosas, pensar en todo lo que debía hacer a continuación.

Por supuesto que había tomado una decisión, una decisión que estuvo muy clara desde el momento en que había conocido a este hombre. Lo que más le impresionaba, es que Xavier no se daba cuenta de la persona que él era, no se daba cuenta de que ningún hombre era como él, ni de lo extraordinarias que eran sus acciones.

Él solo había vivido todo este tiempo girando en un solo entorno, el de ella misma, buscando la manera de conseguirla, buscando la manera de emparejar dos mundos rotos y pegar de alguna forma sus aberturas, para que ellos pudieran unirse en uno solo y comenzar a vivir una realidad hecha por ellos mismos.

La sensación de pensar en todo esto, y de todo lo que había hecho Xavier, solo le hacían querer gritar muy duro y correr sin ningún sentido, su misma alma palpitaba en su cuerpo y su mismo corazón estallaba de una forma apremiante, entendiendo que, aunque la vida en sí era dura, valía la pena entrar a este mundo para palpar estos momentos que de cierta forma hacían valer cada sufrimiento.

Ana trató por todos los medios de salir de su duro agarre, se deslizó con cuidado y zafó su cuerpo con cuidado, para salir victoriosa y colocarse de pie frente a él. No estaría contento con lo que ella haría en unos días, pero a la larga debía hacer las cosas de la manera correcta.

Su vida había sido un hilo de desgracias e infortunios, así que ella no quería dañar nada de lo que estaba comenzando a florecer en su vida.

Había llegado la hora de cerrar ciclos.

Con una sonrisa en su boca tomó su ropa y sin siquiera bañarse, se vistió rápido, tomó su móvil y se fue de la casa de Xavier directo a su hotel.

Hoy sería el último día en el hospital y realizarían un trasplante de órgano, no se lo perdería por nada. Fue a su hotel, hizo su maleta y la dejó lista para cuando regresara a buscarla.

Se alistó lo más rápido que pudo, compró algo para llevar de la cafetería, y cuando estuvo a punto de tomar un taxi para ir al hospital, vio que su teléfono estaba a reventar de llamadas de Xavier.

Se subió en un auto que pidió su mismo hotel y le dio la dirección tomando un trago de su café protegido por el empaque de plástico.

Ana marcó el número de Xavier y pegó su teléfono a la oreja.

—¡Anaelise! —ella tuvo que despegarse un poco el móvil y sin que quisiera, la risa se le salió.

—Amor… —pronunció Ana de forma seductora mientras su estómago se hacía trizas.

—Ana, ¿Dónde estás?, ¿a qué estás jugando?

—No juego, solo vine hacer mi maleta y dejar todo listo, esta será la última pasantía en el hospital y tú menos que nadie puede llegar retrasado… así que te hice un favor, además tampoco podíamos llegar tarde y juntos…

—A la gente le importa una mierda la vida de otros, esto no es Durango…

Ana rodó los ojos.

—¿Por qué estás tan irritado si tuviste una buena noche? —ella lo picó de nuevo.

—Porque se supone que deberías estar aquí conmigo, ¿Dónde estás? Te buscaré…

—Ya voy en un taxi al hospital, nos vemos allá.

—Ana…

Ella despegó el auricular sin dejar de sonreír y colgó la llamada, desde hacía mucho no se sentía tan bien y tan risueña, o quizás… nunca lo estuvo.

Aspiró un poco el aire y pensó en todo lo que haría de ahora en adelante, tenía miedo por todo lo nuevo, pero dentro de su corazón entendía que o ella estaba aquí con Xavier, o la única luz que se encendió dentro de su vida se apagaría por siempre.

Cuando llegó al hospital, su ceño se frunció cuando vio a sus compañeros en el mismo lugar de todos los días, pero lo extraño es que allí estaban todos, incluyendo a Andrew.

Guardó su móvil, y caminó hacia el grupo y en cuanto llegó divisó que Kanye, estaba diciéndole a todos que fue un buen viaje. No era que se fueran al otro día, pero las visitas al hospital terminaban hoy y en dos noches más, finalizaría la convención.

—Hola —saludó al llegar y todos se giraron para darle una sonrisa de bienvenida.

—Estamos hablando del trasplante de órgano, Kanye no nos quiere decir que órgano será, parece una sorpresa —La voz de su amigo Andrew llegó a sus oídos como si fuese una normalidad que ellos hablaran de nuevo, como los viejos tiempos.

Ana miró al grupo y asintió para luego tomar el brazo de Andrew y sacarlo del círculo.

—¿Te volviste amigo de Cox? —ella preguntó tan seria que a su amigo solo le dieron ganas de reír.

—Creo que nunca podríamos ser amigos, Ana… somos polos opuestos, que se fijaron en la misma chica.

Ana sintió nuevamente el revuelo incómodo en su estómago, pero Andrew se le adelantó ante cualquier conjetura.

—¿Vas a quedarte? ¿Cómo harás las cosas?

Ana miró hacia todos lados y luego asintió.

—Ven, te explicaré antes que se haga la hora…

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