Encuéntrame romance Capítulo 28

—Por favor… dime que ustedes dos no tiene una relación ni lo que estoy pensando, Anaelise —La voz grave y preocupada de Oliver, creó un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.

Su esposa se había ido hace unos minutos, Oliver solo dijo que ella debía hacer algunas compras para la cena, pero ella estaba segura de que él necesitaba investigar a fondo su actitud.

—No sé de lo que hablas, Oliver… —respondió Ana agachando la mirada. Estaba sentada en ese mueble delante de él. Pero solo exponía de forma muy evidente, lo nerviosa e inestable que estaba.

Anaelise expresaba preocupación y rabia, y la condición que Oliver quería describir sobre lo que veía, era celos por parte de ella hacia Xavier.

—Anaelise… —esta vez su voz fue más ruda, un tono que nunca uso con ella—. Esto es realmente serio, más serio de lo que te imaginas…

Ana levantó su vista hacia él mientras sus labios vibraban y sus ojos se le llenaban de lágrimas.

—No hay una relación, Oliver, entre nosotros solo… —ella hizo silencio por un momento a la vez que pasó su dedo para limpiar una lágrima que iba a escurrirse, pero nuevamente fue interrumpida por él.

—¿Estás enamorándote de Xavier? —esta oración hizo que Ana abriera los ojos por el impacto que causó la frase dentro de ella. No estaba enamorada, pero tenía muchos sentimientos involucrados hacia Cox. Y eso no lo podía negar.

—¿Qué dices? —refutó ella aun con más enojo en sus palabras.

Oliver pasó las manos por su cara como si sus respuestas fuesen muy evidentes para él. Esa chica estaba enamorada de su médico, cualquiera que hubiese visto las reacciones que tuvo cuando él nombró a Olivia, o el simple el nombre de Xavier, se daría cuenta, no faltaban tres dedos de frente para saber que ella estaba involucrada sentimentalmente con Cox.

Y él lo supo, lo supo desde ese día en que se reunieron en su consultorio. La tensión que ellos generaban no era normal, y solo lo negó por miedo a pensar que era imposible. Ahora no tenía dudas que algo estaba pasando entre ellos, incluso antes de esa cita en donde los presentó. O eso fue lo que pensó y lo que le hicieron creer, que ellos apenas se conocían.

Esto era el infierno para ambos, pero Xavier tenía más que perder y él no lo iba a permitir.

Oliver se levantó frustrado mientras veía como Ana temblaba mirándolo suplicante.

—Pediré un cambió. Explicaré razones más que convenientes, haré firmar a Xavier —iba a usar una técnica con Ana para probarla, porque debía confirmar con sus mismas palabras este hecho—. Pediré que le quiten la licencia a Cox.

Ana se levantó de golpe, ya no salían lágrimas de sus ojos. Ahora su piel estaba pálida y no dudó en acortar la distancia con Oliver.

—¿Qué estás diciendo, Oliver? No puedes hacer algo así, ¡te he dicho que no hay una relación aquí…!

—Puede que no, pero estás enamorada de él, y si eso está pasando es porque él alimentó ese sentimiento. Y si no es ninguno de los casos, entonces de igual forma debo hacer algo para que cambien a tu médico, Anaelise.

—Oliver… —le dijo ella tomando su brazo. Él hizo que se iba, todo, actuando para lograr saber la verdad, no podía quedarse cruzado de brazos frente a este escenario—. Por favor…

—¿Acaso no soy de tu confianza?, ¿merezco que me mientas siempre, Ana? ¿Estos años he sido tan mala persona contigo?

Ella negó y bajó su mirada muy avergonzada.

—Lo siento —las palabras salieron de su boca sin retenerlas, estaba agotada, física y mentalmente. Estos días no fueron fáciles para ella, y ahora mismo estaba segura de que no quería ver más a Xavier después de esto.

Ese hombre solo quería tener una satisfacción sexual y era una estúpida si pensaba que era diferente con ella.

—No tienes por qué hacer nada de lo que dices, Oliver, desde hoy no voy a volver a verlo —el corazón de Oliver cayó ante su confección. Soltó el aire más preocupado que nunca porque Xavier había desestimado su consejo.

Puso la mano en el cabello de Ana y con la otra tomó su barbilla.

—¿Qué estaban pensando, Ana? —Le preguntó compungido—. Ese hombre puede perderlo todo si esto llega a oídos incorrectos. ¿Te has puesto a pensar que podrían sacarte de la universidad también? Hay reglas estrictas en el campus, hay reglas por todas partes, y esta situación solo los pone en una situación muy vergonzosa…

—Te prometo que no volveré a verlo —respondió Ana con voz firme.

—Dime, Ana, ¿Xavier te puso en alguna trampa? ¿Te obligó a alguna cosa?

Ella negó muchas veces.

—Si conoces a Xavier, sabes que él no necesita de eso.

—¿Entonces no pasó nada entre ustedes? ¿Solo te entusiasmaste con él?, si es así, quedaré tranquilo, solo si me prometes que no tendré que enterarme de nada más.

Ella asintió.

—No tienes de qué preocuparte.

El corazón le dolía por mentirle a Oliver, le dolía por eso y por enterarse y darse cuenta de que la persona en que estaba depositando toda su confianza era un completo hijo de puta que solo quería pasar el rato con ella. Y por supuesto que él mismo se lo dijo infinidades de veces, pero en últimas estancias ella pudo ver algo diferente en esos ojos negros.

Ella era la única culpable aquí.

Ahora que el mismo Oliver se dio cuenta de sus sentimientos y de que estaba involucrada con Xavier, supo que este era el momento de parar, tenía la excusa perfecta, y bueno, él ayudó para eso. No volvería a ver a Xavier, al menos no en el plano sexual ni sentimental, que era su caso.

Si no hacía caso terminaría perdidamente enamorada de ese hombre, y sin ninguna escapatoria, condenada a sufrir, acrecentar su padecimiento y Anaelise ya está harta de eso.

—Ana, no hago esto porque quiero que sufras, al contrario. Además, no te digo que Xavier sea un demonio, lo aprecio tanto que hago esto también por él —Ana alzó la vista un poco sorprendida.

—Quizás usted lo conoce mejor, y… —pensó por un momento—. Conoce su pasado.

Oliver asintió.

—Así es Anaelise, y no quiero que él cometa más errores. Ya ha pasado por mucho.

Un fuerte pálpito comenzó a gestarse en su pecho. Estaba tan ansiosa por saber. Sin embargo, ya no tenía que, ella no podía seguir involucrándose en su vida y por primera vez quiso hacer algo por ella misma, aunque sonara egoísta.

—Las terapias han sido buenas, no podemos quitarle el mérito, te aseguro que estará todo bien, y te escribiré seguido. Ahora necesito deshacerme de esta casa, y encontrar otro lugar —cambió el tema forzadamente. Aunque estaba rompiendo la relación por decisión propia con Xavier, al menos, necesitaba verlo en esas terapias hasta que ella pudiera superarlo.

Se sentía tan decepcionada, otra decepción para su lista, pero estaba aprendiendo que debía acostumbrarse a eso. Parecía algo natural en los seres humanos.

Oliver resopló y luego asintió.

—Espero verte pronto, te enviaré la dirección de la prima de Eleonor para que hables con ella. Y por favor, Anaelise —la tomó de los hombros—. Espero que pienses bien las cosas, confiaré mucho en ti.

—Gracias, Oliver.

Después de cerrar su puerta y despedir a Oliver solo se dejó escurrir pegada a la madera hasta que cayó al piso. Su pecho se hundió, pero esta vez no podía llorar ni lamentarse. Se sentía más vacía que nunca, más engañada y sin fuerzas.

Aunque tenía preparado hacer una cena, solo pudo sentir el estómago revuelto por todas las cosas que tenía encima.

Ana lo encaró sin miedo apretando mucho la mandíbula. Aquí la que debía estar furiosa era ella.

—No responderé a nada de lo que preguntas, no tengo que darte explicaciones —su respuesta lo dejó sorprendido.

—¡¿De qué carajos estás hablando?!

Ana lo empujó para que se separara de ella, pero ni siquiera pasó un segundo para que quitara su mano y se acercara aún más a ella.

—Me escuchaste, no responderé a tus preguntas ¿Qué pretendías?, ¿joderte en dos mujeres a la vez y que te aplaudiera por ello? Esto se acaba aquí, no me busques más porque yo no lo haré. Lo prometo.

—Explícame… —Xavier masticó las palabras—… porque no estoy entendiendo una mierda de lo que dices.

—Un solo nombre, Oliver… —respondió, pero él parecía no entender todavía—. Me hizo el favor de decirme que habló contigo, y ¿adivina qué?, estabas con esa mujer, Olivia… cuando lo que me dijiste a mí, es que estabas en tu casa, ¡eres un mentiroso de mierda!, y…

Xavier la silenció con su boca en un beso salvaje, forzado y lleno de tensión. Ana luchó por despegarse de él, pero su fuerza era demasiada para ganar. Se removió por mucho tiempo sin dejar que Cox metiera su lengua. Lo mordió, lo golpeó con sus brazos, pero él no se movía, incluso la pegaba más a su cuerpo.

Cox apretó su cuerpo contra la pared mientras la lucha de Ana persistía, pero pudo introducir su lengua en un descuido y ambos sintieron que sus sentidos se dispararon y se intensificaron de golpe.

Aunque no quería, la euforia estaba palpitando en cada poro de su piel, Xavier arrastraba sus manos por toda ella sin dejar de besarla, y aunque le faltaba el aliento ese revuelco de emociones no le dejaban despegar su boca de Xavier.

Cox comenzó a desabrochar su pantalón y por fin resolvió despegar su boca de la de ella. Entonces Ana supo que esto era una locura si lo dejaba continuar. Sabía en qué pararían y no lo iba a permitir, él no seguiría burlándose de ella.

—¿Qué haces?, ¿acaso no me has escuchado? ¡Esto termina aquí…! —dijo furiosa.

—Aunque es una estupidez lo que dices, me vuelve loco que estés celosa por Olivia. Ella no es nadie, Anaelise, si estaba con ella ayer fue porque se torció el tobillo, pero de igual forma aproveché el momento para decirle que ahora mismo hay alguien en mi vida.

«¿Alguien en su vida? No seas tonta, está jugando de nuevo», Ana reprimió sus ojos y negó, ella debía ser fuerte.

—¡Qué conveniente! —dijo empujándolo y despegando su cuerpo, haciendo distancia—. Pues mentiste, y eso suma a que hayas jodido todo así digas la verdad, no estoy para esto Xavier…

—Anaelise —interrumpió él halándola de nuevo cuando se dio cuenta de que ella iba a salir—. Es una estupidez, no tengo por qué mentir.

—Me dijiste que esto se acababa cuando uno de los dos dijera basta, ¿no es verdad? —lo enfrentó nuevamente totalmente cruda.

Xavier se sentía frustrado y exasperado, pero aun así asintió hacia ella.

—Entonces decido llegar hasta aquí…

El cuerpo de Cox se tensionó tanto que ella creyó por un momento que volvería a intentar convencerla, pero en vez de eso, él le pasó una mirada que la hizo sentir miserable para luego escuchar:

—Entonces… vete a la mierda, Anaelise…

Con esto, abrió la puerta y la cerró de golpe aturdiéndola tanto, que ella se sobresaltó.

—Estoy en la mierda desde hace mucho —se dijo así misma mientras sus labios temblaron en un sollozo y una lágrima se derramó por su mejilla…

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