Encuéntrame romance Capítulo 40

Varias semanas pasaron después de aquel día en que el corazón de Ana se comprimió al saber la verdad del hombre en quien se había enamorado. Parecía que después de eso la vida le abrió un espacio de tiempo incierto, un tiempo estático porque nada pasó después de ello.

Todo seguía quieto, Xavier le advirtió sobre su profesora Olivia, informándole que ella los vio juntos en su auto el día de la pelea. Y sí, la mujer era una patada en el culo en cada clase, pero Ana trató de no hacer caso a sus estúpidas indirectas y se preguntó cuántos años tenía Olivia para comportarse de tal forma.

Siguió las indicaciones de su ginecóloga, y mantuvo cortas terapias al frente de un Xavier totalmente diferente. Avanzó mucho, no lo podía negar.

Andrew seguía a su lado como buen amigo, compartían en los ratos libres para estudiar y no le asomaba más información de la indicada, pero Ana estaba convencida de que Andrew estaba siempre atento a sus despedidas abruptas cuando Cox la llamaba, y en varios momentos le hizo saber que estaba al tanto de que su comportamiento era extraño.

Los celos de Xavier por la compañía de Andrew, seguían intactos, ella rodaba los ojos cada día asegurándole que su amigo era una buena compañía para ella y que no debía fijarse en esas cosas pequeñas, que no afectaban en nada su relación. Pero era un caso perdido, Cox era un posesivo de mierda.

Su trabajo era un poco aburrido, pero estaba muy agradecida de tenerlo ahora que necesitaba mucho dinero para todo.

La familia de Xavier se fue de la ciudad, y él literalmente se la pasaba en el apartamiento junto a ella.

Si Ana describía ahora la relación que llevaban, podía decir que literalmente estaban juntos las 24 horas del día, aunque a veces sus cuerpos físicos no estaban presentes. Cuando ella trabajaba o cuando Cox lo hacía, se enviaban mensajes de texto que a la larga terminaban en una buena dosis de sexo cuando por fin llegaban a verse.

Aunque a Ana le encantaba ahora esta estabilidad en el que su vida se había envuelto, tenía cierto miedo viendo el agua tan tranquila. No volvió más a su casa, y el sheriff solo le pedía tiempo para llevar a cabo el juicio, pero sabía que su tío estaba preparando algo, y no sabía con exactitud de qué se trataba.

Su abogada le ofreció varias opciones de venta, pero Xavier le instó a que esperara para que la casa fuese vendida cuando todo estuviese en reglas y el dinero fuera completamente suyo. Aunque ella no quería esperar, hubiese preferido decirle a esa mujer que aceptaría solo la mitad del dinero y no saber más del asunto.

Sin embargo, no podía solo darles la espalda a sus problemas y ahora que tenía a alguien a su lado apoyándola todo el tiempo, supo que enfrentaría todo lo que viniese.

Robert Butler, volvió a citarla a la delegación, habló con ella sobre el juicio, y le aseguró que solo serían unas horas para que ella declarara, serían dos días seguidos, sin presencia de ningún público. Tenía que verle la cara a su tío, sí, pero sería más rápido de lo que ella esperaba. Después de eso, el hombre prometía que todo quedaría en el pasado y que su tío estaría tras las rejas después de este asunto.

El sheriff también asomó que su tío no parecía tener intensión de amedrentarla, ya había pasado mucho tiempo y los hombres que estaban detrás de él solo veían que estaba llevando una vida normal sin poder salir de la ciudad como la orden lo requirió. Así que, sin esperar un paso de él, decidieron colocarle una fecha al juicio, y por el calendario que ahora veía Ana en sus manos, solo faltaba una semana para que dicho juicio se diera. Solo pensarlo le hacía tiritar.

Nunca pensó que esto se desarrollaría tan rápido ni que un punto de su vida estaba a punto de culminar.

Suspiró mientras limpiaba algunas tasas de porcelana que estaba colocando en la exhibición de vidrio y escuchó como las campanillas se abrieron anunciando que algún cliente estaba entrando.

No faltaba mucho para salir de su trabajo, entonces puso la porcelana en su lugar, saludó a la persona que entró sin mirarlo, y vio como Mery también salía de su escondite donde se metía a veces por largas horas.

—Buenas… tardes —la voz de Xavier estremeció su cuerpo y ella se sonrojó al instante viendo hacia Mery que arrugó el ceño.

No sabía si se conocían, pero Cox nunca vino aquí.

—Oh cariño, tenía mucho tiempo sin verte, de hecho, nunca te vi aquí —anunció Mery mientras vino a darle un abrazo muy efusivo.

Xavier abrazó a la anciana mientras alzó la cara para guiñarle el ojo a Ana y esta sonrió apenada negando varias veces.

—Lo sé, pero escuché que tienes una empleada ardiente, todos hablan de ello y quería verificar…

«¿Estaba loco?», pensó ella.

Ana lo fulminó con la mirada mientras Mery se despegó un poco inquieta, pero en un segundo soltó una carcajada.

—Creo que tienes razón, porque mis ventas han aumentado, de hecho, me piden el número de Ana en cada pago.

Esta vez Ana se puso en tensión no creyendo la confesión de Mery, y vio que estaba vez Cox no estaba tan animado.

—Es mejor que no les des confianza, Mery —le respondió totalmente serio—. Y diles que la chica está casada.

Mery hizo un gesto extrañado para luego observar a Ana.

—No haré eso, cariño, además creo que mi chica debe tener un buen hombre, le buscaré alguien a su medida.

Sin poder resistir, Ana soltó una risa espontánea tapando la boca con su palma. Cox la fulminó con la mirada y luego le dijo a Mery que quería algo para regalar a su madre, entonces la anciana pareció tener una idea y se fue a su bodega a investigar.

Cox dio largos pasos hacia Anaelise un poco nervioso.

—¿Es verdad que muchos hombres vienen aquí? —preguntó tenso.

—Ella te dijo toda la verdad, vienen todo el tiempo.

—¿Te parece muy gracioso todo esto no? Bueno te borraré esa sonrisa… En unos minutos.

Ana le envió una sonrisa torcida.

—Salgo en 5 minutos, pero… no puedo darle esta noche, señor, tengo una cita.

—Podemos ir los tres…

—Lo pensaré —Jugó ella sabiendo que esta noche saldrían a algún lugar, pero no sabía a dónde la llevaría.

Mery salió de la bodega y comenzó a mostrarle a Xavier las cosas que tenía para él. Ana aprovechó de terminar su trabajo e ir a cambiarse para salir. Estaba más que nerviosa por esta noche, porque ellos no podían salir a algún lugar cercano a sus vidas seculares donde alguien los pudiera ver.

Irían a la casa de Xavier primero, se cambiarían y después de eso, saldrían a la dichosa cena de la que habló Cox en toda su semana.

Xavier se despidió primero de Mery y salió para adentrarse a su auto a esperar a Ana; después de 5 minutos ella estaba abriendo su puerta una cuadra más adelante y se sintió exhausta del día.

Condujeron hasta la casa de Xavier y sin decirse mucho fueron a la habitación para bañarse y cambiarse. Alguna de las cosas de Ana estaba allí, y muchas de las cosas de Xavier estaban en su apartamento, así que, sí, ellos eran una pareja, aunque ya no hablaban de ese tema, y Ana tampoco quiso volver a mencionarlo.

Cuando ella salió de su baño, vio que había un vestido en la cama de Xavier y unas zapatillas que definitivamente no eran suyas. Rodeó más la toalla en su cuerpo, mientras veía extrañada la ropa y luego se giró hacia el Vestier donde Xavier estaba colocándose una camisa que lo hacía ver irreal.

—¿Qué es esto? —preguntó un poco sorprendida.

—Es un vestido y unas sandalias… —respondió sin darse la vuelta aun abotonando sus mangas.

—Xavier… no juegues conmigo.

Él giró y la miró intensamente mientras caminó hacia ella.

—Compré ese vestido para ti, junto a esas sandalias, y también… —tomó el vestido para arrimarlo y luego Ana visualizó la ropa interior de encaje en color negro que apareció en su visión—. En tu piel esto se verá… —Xavier negó varias veces y se acercó más a su lugar—. Increíble, póntelo y más tarde yo te lo quitaré con gusto.

Ana se tambaleó un poco.

—No suelo usar vestidos así —dijo ignorando la ropa interior.

Y era cierto este era un vestido negro que por la tela se ajustaría a su cuerpo hasta los muslos, era hermoso de eso no cabía duda, pero nunca se puso algo así.

—Pero lo usarás hoy, para nuestra cena.

—¿Por qué es especial esta cena? —preguntó ella mientras tomaba la ropa interior y la abría hacia delante para que sus ojos parpadearan impresionados. Esto no cubriría nada de sus partes.

—Porque, en este día, hace tres meses nos conocimos, y quiero que tengamos una cena…

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