Andrew estaba de pie junto a su hermano mayor, Adam. Pero su mirada solo podía dejarle claro a Ana lo impactado que estaba; él simplemente no pudo cerrar su boca. Aunque quiso saludar a Ana para decirle que era una coincidencia que se hubiesen encontrado aquí junto con su familia, sus intenciones cayeron. Verla vestida de esa forma, y lo más impactante, con ese hombre al que pensaba Ana odiaba, lo había dejado mudo. Totalmente conmocionado mientras su corazón quería salirse de su pecho.
Ana estaba estática en el puesto, mientras el corazón le latía a mil por segundo, y como si las cosas no pudiesen empeorar, el hermano de Adam se giró para decir:
—¡Hey, Pá, estamos aquí con la chica de Andrew…!
Ella abrió los ojos de golpe mientras vio detrás de Andrew como Jarol, Sofía y Andrea, venían hacia la mesa. Toda la familia White estaba aquí, y ahora de pie frente a ellos.
Literalmente estaban perdidos. Ella giró la vista hacia Xavier a la vez que sus mejillas estaban a punto de estallar. Pensó por un momento que él estaría preguntándose qué hacer, tan nervioso como ella; pero Cox solo miraba a Adam como alguien quien debía ser eliminado. Así que su cuerpo solo tembló.
«¿Su chica?», fue la única palabra que se quedó en la mente de Cox mientras las venas le hervían.
«De todos los lugares, por supuesto estos pendejos vinieron aquí», pensó Xavier más irritado que nunca, especulando que lo peor de todo, es que estaba comprobando que, para la familia del amigo de Ana, ella era la favorita de Andrew y ellos la veían como, su chica.
¡Vaya mierda!
Miró a Andrew queriendo encontrarse con su mirada, y justo en el momento en que el chico se encontró con sus ojos rojos de ira, la familia de este llegó a la mesa.
—¿Anaelise? Cariño, ¿Cómo estás? —preguntó Sofía haciendo a un lado a Adam y esta vez, Ana se levantó apresurada.
—B-bien… —su voz fue peor que nunca—. Estaba aquí, saludando a… él… quiero decir, nuestro profesor —señaló con la mano y en ese instante todos giraron donde Xavier.
Todos menos Andrew, que por supuesto no se estaba comiendo el cuento.
—¡Oh!, Hola doctor… —volvió a saludar Sofía sin darle importancia, parecía que ninguno de ellos entendía muy bien lo que Andrew tenía en la cabeza. La realidad de las cosas.
Ana dio unos pasos y comenzó a saludar a la familia apartándolos de su sitio y luego un hombre del servicio le dijo a Jarol White, que su mesa ya estaba lista.
Andrea y Adam no hicieron caso al momento y fueron con Jarol a la mesa, pero Andrew y su madre aún seguían de pie junto a Ana.
—¿Con quién viniste? —Preguntó ella ojeando por detrás de Ana.
—Con una amiga en… aquella mesa —dijo señalando algún lugar donde había una chica sentada a la distancia.
—Ok, bueno, estaremos por allá, por si quieres unirte luego —Anunció la madre de Andrew, aun esperando una respuesta.
—Ammm, ya… ya casi nos estamos yendo, pero lo pensaré…
La mujer asintió y luego besó las mejillas de Ana para luego despedirse.
Cuando ella dio varios pasos alejándose, entonces Ana se dio la vuelta para enfrentarse a la mirada decepcionada de Andrew.
—Andrew yo… —susurró en el momento y luego volvió la mirada a Xavier que estaba saliendo de la silla y hablando con el camarero como si le estuviese dando algunas instrucciones.
—No te preocupes en explicarme… —dijo Andrew exigiendo su mirada—. Pero, Anaelise, ¿Cómo es posible? Todo este tiempo he sido una marioneta que llenas de mentiras, tú…
Sus palabras se cortaron una vez que Cox se hizo presente en el espacio, e impuso su cuerpo separando un poco en su distancia de Ana.
—Vamos… nos llevaremos la comida… —anunció Xavier mirando solo a Anaelise.
Ella asintió dándole una mirada larga a su amigo y cuando se iba a girar, entonces Andrew no pudo sostener las palabras en su boca.
—Al menos deberían irse separados, Anaelise, todos se darán cuenta, incluso mi familia…
Ana posicionó la mirada en Xavier, y supo que debía intervenir antes de que él volviera a sacar su peor parte, sin siquiera pensar en las consecuencias.
Situó el brazo deteniéndolo a que se acercará más a Andrew, sin embargo, el chico dio unos pasos hacia atrás un poco sorprendido por la actitud amenazante de Cox.
—Ana, va a salir de aquí, conmigo… si todos se dan cuenta, mírame la cara —sentenció el hombre mientras Andrew pasaba un trago—. Y si tu familia dice algo o sospecha, nos vale mierda —apretó sus palabras dándole unos golpecitos en forma de palmada en el hombro para hacer que se acercara más, y le susurró cerca del rostro—. Anaelise no es tu chica, métete eso en la cabeza e introdúcelo en la mente de tu jodida familia, ¿de acuerdo?
Le dio un empujón para sacárselo de encima y luego atrapó la mano de una Ana incrédula e impactada por lo que acababa de hacer.
Sus palabras murieron cuando se dio cuenta en cómo el rostro de Xavier se estaba transformando a otra faceta.
—¿Es eso lo que realmente te preocupa? —preguntó Cox casi en susurro.
—Xavier… sabes que no, yo…
—¡Maldita sea, Anaelise! Ni siquiera estoy pensando en mi pellejo —él se quitó de su lado mientras caminó como un león enjaulado por la sala—. Porque sencillamente todo lo que he tenido en mi cabeza cada puto segundo, es ¿por qué dicen que tú eres su chica?, entonces… tú estás aquí preocupada porque el gilipollas que te miró con un dejo de decepción… ¡No me jodas, Ana!
La quijada de Ana tembló, él tenía razón, y ella no tenía por qué estar enojada, aunque no apoyaba su reacción de mierda.
Sin esperar lo abrazó por detrás mientras clavó su rostro en su espalda, y sin poder contenerse, ni alguna vergüenza en ella, lo soltó.
—Tengo miedo de perderte… estoy aterrada por eso porque… no quiero seguir perdiendo Xavier… y menos a ti… no más, no lo quiero.
El cuerpo de Cox se estremeció, y su piel se encogió de la impresión que las palabras de Ana le causaron. Un nudo se apretó en su garganta y aunque quería estar furioso con ella, el significado de lo que lanzó hacia él en ese instante lo desarmó hasta el punto en que sus ojos ardieron.
Giró, y rodeó a Ana con sus brazos mientras le dio besos por toda su cara. Le desesperaba sentirse de esta manera, odiaba sentir, odiaba profundamente estar a la intemperie y que su vida literalmente ahora hacia parte de la de ella.
Después de un beso breve en los labios, encontró cualquier cosa por decir para no verla llorar de nuevo. Si algo le dolía, era ver lágrimas en sus ojos.
—Lo mejor de todo esto, es que nadie verá ese vestido de nuevo.
Ana lo miró negando mientras limpiaba una lágrima de sus ojos y se dejó arrastrar por Cox, hasta llegar a su habitación y sentarla en la cama.
Por un momento pensó que harían el amor, esto era más que predecible en su relación cada vez que alguno se enojaba. Pero, Cox se había distanciado de ella mientras buscaba algo en esa gaveta, esa misma que una vez ella inspeccionó y tomó algo que prefirió nunca ver. Cox atrapó algo en su puño, se sentó en la cama y se recostó en la cabecera mirando al techo como si estuviese tomando la decisión más difícil de su vida…
Estaba nerviosa, aterrada, y su corazón no dejaba de martillar en su pecho.
Él iba a hablar… le iba a contar todo.
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